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Zapata

miércoles, 25 de octubre de 2017

EL EJE TECNÓCRATAS-OLIGARCAS Y LA SUBCLASE POLÍTICA CORRUPTA EN GUERRA TOTAL CONTRA LÓPEZ OBRADOR

Un nuevo capítulo de la guerra total contra Andrés Manuel López Obrador acaba de verificarse en San Luis Potosí, durante la cumbre de negocios que organiza año con año uno de los principales representantes de la subclase política corrupta y la oligarquía mexicana, el junior (no lo ha dejado de ser por más de 8 décadas), Miguel Alemán Velasco, hijo del ex presidente (1946-52), rey de la corrupción y “santón de la derecha”, Miguel Alemán Valdés.
Durante el evento, tanto Alemán, como otro representante de la amalgama entre oligarcas y políticos corruptos, Claudio X. González, se lanzaron con todo contra López Obrador (sin mencionar su nombre, pero en claras alusiones a él), atacando al “populismo” y a los políticos que ven hacia “atrás”.
Destacó la intervención de González al señalar que: “Está claro quién representa ir para atrás….Daríamos un paso atrás si hubiera la elección de un populista en nuestro país. Yo creo que le vamos a ganar, pero no va a ser fácil, porque ese señor tiene lo suyo y ha estado trabajando por 18 años….Aquí ya no se vale sentarnos para atrás. Ya llegó el momento y tenemos que entrarle duro[1].
Se ve clarísimo que los oligarcas se sienten los dueños de México y ahora lo dicen sin sutilezas, pues el prepotente González afirma que “le vamos a ganar” (a López Obrador); es decir, con su dinero y los fraudes del aparato clientelar del PRI, están seguros que retendrán la presidencia; pero aun así, les advierte al resto de los empresarios que no pueden hacerse a un lado, que tienen que “entrarle”, para derrotar a López Obrador; se entiende que con dinero y apoyando al candidato del sistema.
Ese candidato estuvo en la tal cumbre de negocios, y era José Antonio Meade; de quien, sin nombrarlo directamente González, señaló que “uno de los más fuertes candidatos” (del PRI) estaba ahí.
El propio secretario de Hacienda, siguiendo el guion de los oligarcas, se lanzó a comparar al “populismo” que podría triunfar en México con Venezuela, Corea del Norte y Alemania del Este, haciendo una equivalencia de países, momentos históricos y continentes totalmente ilógica, pero con la intención de exaltar las políticas neoliberales versus las estatistas y/o populistas.
¿Qué refleja este temor tan a flor de piel de oligarcas, tecnócratas y subclase política corrupta? ¿Qué no ya en 1988 en la elección fraudulenta en la que Salinas “derrotó” a Cárdenas; y en las de 2006 y 2012 en las que nuevamente el masivo fraude electoral evitó el triunfo de la izquierda, esas veces representada por López Obrador, la oligarquía y el sistema político en su conjunto se confabularon para lograr dichos resultados? ¿Qué de nuevo hay ahora que resulte diferente respecto a esas ocasiones anteriores?
Pues hay varios factores que tienen contra la pared a la alianza tecnócratas-oligarcas-subclase política corrupta-aparato de seguridad-crimen organizado:
-      El “papá del neoliberalismo”; el “protector” de los oligarcas, tecnócratas, políticos corruptos, aparato de seguridad y crimen organizado; el “patrón” de esta coalición de depredadores, es decir el Poder Ejecutivo de los Estados Unidos los ve ahora como un lastre, un fardo y hasta como un peligro para la seguridad y prosperidad de Norteamérica; y ya no los considera ni “amigos”, ni “socios”, ni “aliados”. La posible finalización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) por parte de Washington, aún con la oposición de las principales trasnacionales y de una parte importante del establecimiento político y de seguridad estadounidense, sería un golpe mayúsculo para el proyecto de subordinación perpetua de México hacia la potencia hegemónica, y contra el dominio de las élites nativas, sobre la explotada y vilipendiada población mexicana.
-       Los niveles demenciales a los que ha llegado la corrupción de la subclase política; la impunidad, violencia, inseguridad y violaciones constantes a los derechos humanos, si bien le reditúan pingûes ganancias a la subclase política, al aparato de seguridad, al crimen organizado y al sistema financiero, en donde se lavan todas esas ganancias mal habidas; genera ya casi tantos costos, como beneficios para la coalición depredadora, ya que la productividad del país, las inversiones (nacionales y extranjeras) y la viabilidad misma del sistema político están en entredicho, en medio de un caos como el que se vive, en donde no hay ley (sólo la del más rico e influyente), y por lo tanto el país se dirige a uno de dos escenarios posibles: la anarquía y el Estado fallido o la dictadura y un gobierno militarizado.
-      La fragilidad de la sociedad mexicana ante los desastres naturales (terremotos y huracanes), y ante la depredación y abuso constante en su contra (y contra el territorio y sus recursos naturales), por parte de los oligarcas, las trasnacionales, el crimen organizado, la subclase política corrupta y el propio aparato de seguridad (principal responsable de la crisis en derechos humanos que vive el país), implica que muy pronto puede colapsar el sistema político y social en su conjunto, lo que bien puede expresarse no sólo en un aumento de la violencia (del gobierno hacia la población, del crimen organizado contra la población y el gobierno, de enfrentamientos entre segmentos de la propia sociedad, etc.), sino también en la disfuncionalidad de las instituciones (por ej. cada vez más, surgen “autodefensas” y policías comunitarias en varias regiones del país, ante la inoperancia y corrupción policial), lo que puede llevar a la implosión de todo el sistema.
-      El aumento de la brecha entre ricos y pobres (México es el país con el mayor nivel de desigualdad dentro de la OCDE); la permanencia de la mayoría de la población económicamente activa en la informalidad (57%); el estancamiento del crecimiento económico (alrededor de 2% anual), y su posible caída, una vez que termine el TLCAN; el atraso inveterado del país en materia de desarrollo científico y tecnológico; la depredación constante de sus recursos naturales por parte de trasnacionales y oligarcas; y la bajísima remuneración salarial que obtiene la mayoría de la población que trabaja en el sector formal de la economía (2/3 partes, gana menos de 3 salarios mínimos), tienen condenado al país a la mediocridad económica y a ser presa fácil de las crisis, ya sea generadas internamente o provenientes del entorno internacional; por lo que las perspectivas económicas del país son sombrías, por más que se desgañiten oligarcas y tecnócratas afirmando que las “reformas estructurales” sacarán al país del subdesarrollo; cuando la realidad es que lo van a acabar de hundir en la desigualdad, la pobreza y la marginación.
Todos estos elementos, por más que no los quieran ver o los nieguen los oligarcas, tecnócratas y políticos corruptos, están llevando a una crisis terminal a este sistema expoliador y depredador; por lo que la única opción para intentar salvar al país (no al sistema) resulta ser la alternativa que ellos denominan “populista”, y que a pesar de todo el lodo que se sigue lanzando contra ella en los medios de comunicación, dominados por los oligarcas, encuentra cada vez más eco en la población.
De ahí el pánico de los beneficiarios del sistema, porque López Obrador, casi sin hacer, ni decir nada (en vista de que ha repetido su discurso contra la corrupción y el sistema depredador desde hace 2 décadas y media), podría triunfar en las elecciones del 2018, ante el desplome de las opciones sistémicas (PRI y ahora frente “ciudadano”), que para colmo se encuentran enfrentadas, lo que reduce aún más sus posibilidades de triunfo.
Desgraciadamente la coalición neoliberal aún cuenta con enormes recursos financieros, de comunicación, además de los aparatos de seguridad y el electoral, que va a utilizar hasta sus últimas consecuencias para evitar el triunfo de López Obrador.
Sin descartar que, de no resultar lo anterior, opten por las soluciones “Madrazo” (el entonces incómodo ex dirigente del PRI, Carlos Alberto Madrazo, murió en un “accidente aéreo” en 1969); o la “Colosio” (un “loco solitario”, asesinó en 1994 al incómodo candidato presidencial del PRI).

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