Un nuevo capítulo de la guerra total contra Andrés Manuel
López Obrador acaba de verificarse en San Luis Potosí, durante la cumbre de
negocios que organiza año con año uno de los principales representantes de la
subclase política corrupta y la oligarquía mexicana, el junior (no lo ha dejado de ser por más de 8 décadas), Miguel Alemán
Velasco, hijo del ex presidente (1946-52), rey de la corrupción y “santón de la
derecha”, Miguel Alemán Valdés.
Durante el evento, tanto Alemán, como otro representante de
la amalgama entre oligarcas y políticos corruptos, Claudio X. González, se
lanzaron con todo contra López Obrador (sin mencionar su nombre, pero en claras
alusiones a él), atacando al “populismo” y a los políticos que ven hacia “atrás”.
Destacó la intervención de González al señalar que: “Está
claro quién representa ir para atrás….Daríamos un paso atrás si hubiera la
elección de un populista en nuestro país. Yo
creo que le vamos a ganar, pero no va a ser fácil, porque ese señor tiene
lo suyo y ha estado trabajando por 18 años….Aquí ya no se vale sentarnos para atrás. Ya llegó el momento y tenemos
que entrarle duro”[1].
Se ve clarísimo que los oligarcas se sienten los dueños de
México y ahora lo dicen sin sutilezas, pues el prepotente González afirma que “le
vamos a ganar” (a López Obrador); es decir, con su dinero y los fraudes del
aparato clientelar del PRI, están seguros que retendrán la presidencia; pero aun
así, les advierte al resto de los empresarios que no pueden hacerse a un lado,
que tienen que “entrarle”, para derrotar a López Obrador; se entiende que con
dinero y apoyando al candidato del sistema.
Ese candidato estuvo en la tal cumbre de negocios, y era José
Antonio Meade; de quien, sin nombrarlo directamente González, señaló que “uno
de los más fuertes candidatos” (del PRI) estaba ahí.
El propio secretario de Hacienda, siguiendo el guion de los
oligarcas, se lanzó a comparar al “populismo” que podría triunfar en México con
Venezuela, Corea del Norte y Alemania del Este, haciendo una equivalencia de
países, momentos históricos y continentes totalmente ilógica, pero con la
intención de exaltar las políticas neoliberales versus las estatistas y/o
populistas.
¿Qué refleja este temor tan a flor de piel de oligarcas,
tecnócratas y subclase política corrupta? ¿Qué no ya en 1988 en la elección
fraudulenta en la que Salinas “derrotó” a Cárdenas; y en las de 2006 y 2012 en
las que nuevamente el masivo fraude electoral evitó el triunfo de la izquierda,
esas veces representada por López Obrador, la oligarquía y el sistema político
en su conjunto se confabularon para lograr dichos resultados? ¿Qué de nuevo hay
ahora que resulte diferente respecto a esas ocasiones anteriores?
Pues hay varios factores que tienen contra la pared a la
alianza tecnócratas-oligarcas-subclase política corrupta-aparato de
seguridad-crimen organizado:
-
El
“papá del neoliberalismo”; el “protector” de los oligarcas, tecnócratas,
políticos corruptos, aparato de seguridad y crimen organizado; el “patrón” de
esta coalición de depredadores, es decir el Poder Ejecutivo de los Estados
Unidos los ve ahora como un lastre, un fardo y hasta como un peligro para la
seguridad y prosperidad de Norteamérica; y ya no los considera ni “amigos”, ni “socios”,
ni “aliados”. La posible finalización del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) por parte de Washington, aún con la oposición de las
principales trasnacionales y de una parte importante del establecimiento
político y de seguridad estadounidense, sería un golpe mayúsculo para el
proyecto de subordinación perpetua de México hacia la potencia hegemónica, y
contra el dominio de las élites nativas, sobre la explotada y vilipendiada
población mexicana.
- Los
niveles demenciales a los que ha llegado la corrupción de la subclase política;
la impunidad, violencia, inseguridad y violaciones constantes a los derechos
humanos, si bien le reditúan pingûes ganancias a la subclase política, al
aparato de seguridad, al crimen organizado y al sistema financiero, en donde se
lavan todas esas ganancias mal habidas; genera ya casi tantos costos, como
beneficios para la coalición depredadora, ya que la productividad del país, las
inversiones (nacionales y extranjeras) y la viabilidad misma del sistema político
están en entredicho, en medio de un caos como el que se vive, en donde no hay
ley (sólo la del más rico e influyente), y por lo tanto el país se dirige a uno
de dos escenarios posibles: la anarquía y el Estado fallido o la dictadura y un
gobierno militarizado.
-
La
fragilidad de la sociedad mexicana ante los desastres naturales (terremotos y
huracanes), y ante la depredación y abuso constante en su contra (y contra el
territorio y sus recursos naturales), por parte de los oligarcas, las
trasnacionales, el crimen organizado, la subclase política corrupta y el propio
aparato de seguridad (principal responsable de la crisis en derechos humanos que
vive el país), implica que muy pronto puede colapsar el sistema político y
social en su conjunto, lo que bien puede expresarse no sólo en un aumento de la
violencia (del gobierno hacia la población, del crimen organizado contra la
población y el gobierno, de enfrentamientos entre segmentos de la propia
sociedad, etc.), sino también en la disfuncionalidad de las instituciones (por
ej. cada vez más, surgen “autodefensas” y policías comunitarias en varias
regiones del país, ante la inoperancia y corrupción policial), lo que puede
llevar a la implosión de todo el sistema.
-
El
aumento de la brecha entre ricos y pobres (México es el país con el mayor nivel de desigualdad dentro de la OCDE); la permanencia de la mayoría de la población
económicamente activa en la informalidad (57%); el estancamiento del
crecimiento económico (alrededor de 2% anual), y su posible caída, una vez que
termine el TLCAN; el atraso inveterado del país en materia de desarrollo
científico y tecnológico; la depredación constante de sus recursos naturales
por parte de trasnacionales y oligarcas; y la bajísima remuneración salarial
que obtiene la mayoría de la población que trabaja en el sector formal de la
economía (2/3 partes, gana menos de 3 salarios mínimos), tienen condenado al
país a la mediocridad económica y a ser presa fácil de las crisis, ya sea
generadas internamente o provenientes del entorno internacional; por lo que las
perspectivas económicas del país son sombrías, por más que se desgañiten
oligarcas y tecnócratas afirmando que las “reformas estructurales” sacarán al
país del subdesarrollo; cuando la realidad es que lo van a acabar de hundir en
la desigualdad, la pobreza y la marginación.
Todos estos elementos, por más que no los quieran ver o los
nieguen los oligarcas, tecnócratas y políticos corruptos, están llevando a una
crisis terminal a este sistema expoliador y depredador; por lo que la única
opción para intentar salvar al país (no al sistema) resulta ser la alternativa
que ellos denominan “populista”, y que a pesar de todo el lodo que se sigue
lanzando contra ella en los medios de comunicación, dominados por los
oligarcas, encuentra cada vez más eco en la población.
De ahí el pánico de los beneficiarios del sistema, porque
López Obrador, casi sin hacer, ni decir nada (en vista de que ha repetido su
discurso contra la corrupción y el sistema depredador desde hace 2 décadas y
media), podría triunfar en las elecciones del 2018, ante el desplome de las
opciones sistémicas (PRI y ahora frente “ciudadano”), que para colmo se
encuentran enfrentadas, lo que reduce aún más sus posibilidades de triunfo.
Desgraciadamente la coalición neoliberal aún cuenta con
enormes recursos financieros, de comunicación, además de los aparatos de seguridad
y el electoral, que va a utilizar hasta sus últimas consecuencias para evitar
el triunfo de López Obrador.
Sin descartar que, de no resultar lo anterior, opten por las
soluciones “Madrazo” (el entonces incómodo ex dirigente del PRI, Carlos Alberto
Madrazo, murió en un “accidente aéreo” en 1969); o la “Colosio” (un “loco
solitario”, asesinó en 1994 al incómodo candidato presidencial del PRI).
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