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Zapata

jueves, 31 de agosto de 2017

LA “REALIDAD” ALTERNATIVA DE PEÑA Y EL NEOLIBERALISMO

Para su quinto informe de gobierno, Peña y la coalición neoliberal que lo dirige, han lanzado una ofensiva en varios frentes, para convencer al manipulable, desinformado y comprable[1] pueblo mexicano, de que el actual gobierno está resolviendo casi todos los problemas del país y prácticamente lo ha colocado entre los más desarrollados del mundo.
Para Peña lo más importante es que el proyecto neoliberal se consolide, ante la posibilidad de que en el 2018 un gobierno nacionalista no siga el guion de las élites globalizantes neoliberales.
Así, Peña está presumiendo que se han creado 3 millones de empleos durante su administración, pero no señala que el nivel salarial de los mismos no supera los tres salarios mínimos, que por cierto son los más bajos de Latinoamérica (a nivel de Haití); ni tampoco que se han perdido más de 1 millón de empleos que pagaban más de 5 salarios mínimos al mes (más de 10 mil pesos; aún insuficiente para sostener una familia normal de 4 personas).
Son empleos con bajos salarios, pocas prestaciones y con escasa productividad, en el sector servicios.
Así también, Peña ahora presume que ha disminuido la pobreza, ayudado por los muy convenientes cambios de metodología para medirla y así no hacerla comparable con años anteriores, realizados por el INEGI[2]; con ello el CONEVAL[3] ha podido determinar que de 2014 a 2016 hubo una disminución de 2 millones de personas, en el número de pobres. Pero lo que no se dice es que de 2012 a 2014, el número de pobres había aumentado dos millones (a 55 millones); por lo que sólo se regresó al nivel que se encontraba al inicio del gobierno de Peña.
Con estos datos Peña y la coalición neoliberal se relamen los bigotes y pueden presumir el “éxito” de su modelo económico; especialmente les emociona que la inversión extranjera directa haya llegado a 156 mil millones de dólares, en estos 4 años 9 meses del sexenio peñista.
Pero lo que no dice Peña es que cada año, debido a la corrupción (OEA dixit) se van al caño 100,000 millones de dólares; y otros 40 mil millones de dólares al año se contabilizan como costo por los daños del crimen organizado y la delincuencia común.
Así, en 4 años (ya no sumemos los 9 meses restantes) del gobierno de Peña, se han acumulado 400 mil millones de dólares de pérdidas para la sociedad en corrupción (pero ganancias para la subclase política corrupta y sus socios oligarcas); y al menos 160,000 millones de dólares por culpa de la inseguridad y la violencia (pero ganancias para la subclase política corrupta y sus socios del crimen organizado), sumando 560 mil millones de dólares en lo que va del gobierno de Peña; es decir, 404 mil millones de dólares más que la inversión extranjera directa recibida.
Y ya para que hablar del desastre que es el país en materia de violación a los derechos humanos, desapariciones forzadas, impunidad del orden del 99%  (es el país con más impunidad en América, y el 4º peor en el mundo, de 69 países estudiados)[4], feminicidios, homicidios de periodistas y defensores de los derechos humanos, etc.
Pero para Peña y la coalición neoliberal lo más importante en estos momentos es “convencer” a la mayor parte del 60 o 65% del electorado que irá a las urnas en el 2018, de que este sistema económico y político funciona bien (para las élites); y por lo tanto no debe apoyarse a la única opción crítica de dicho modelo, es decir la de Morena y López Obrador.
En estos días se ha sabido con precisión, gracias al New York Times y a Carlos Loret de Mola, cómo en una reunión de Peña con los oligarcas mexicanos (Consejo Mexicano de Negocios), les reclamó por estar financiando organismos que evidencian la corrupción de su gobierno y les exigió que hagan lo mismo con Morena y los otros partidos políticos. Pero hizo énfasis en que si siguen dando a conocer la corrupción de su gobierno, lo único que lograrán será fortalecer la candidatura de López Obrador, al que ellos mismos quieren detener; por lo que después no debían venirle a pedir al propio gobierno que “detenga” a López Obrador, cuando los oligarcas lo fortalecen financiando las investigaciones en torno a la corrupción de su gobierno.
Estas filtraciones denotan claramente que los oligarcas están descontentos, no con la corrupción en sí, pues ellos son los socios de ese esquema de depredación; sino por la forma tan soez y pedestre en que la ha practicado el gobierno peñista (además de que al parecer, ha superado por mucho a gobiernos anteriores, lo que ha enfadado a los oligarcas, pues consideran que ha ido demasiado lejos), y con ello ha puesto en riesgo a todo el proyecto neoliberal.
Pero además, los oligarcas y sus patrones estadounidenses (ahí están los señalamientos de la calificadora Moody’s, en el sentido de que un triunfo de López Obrador generaría un choque para las finanzas del país), desean asegurarse de que aún en la eventualidad de un triunfo de Morena en las elecciones presidenciales, el esquema depredador no cambiará en lo fundamental.
Y el muy probable candidato priísta a la presidencia (casi ya destapado por completo), el secretario de Hacienda, José Antonio Meade fue ante los miembros de la calificadora Moody’s a decirles exactamente lo que querían escuchar; esto es, que las “reformas estructurales” no podrán ser cambiadas por López Obrador, en caso de que llegue a la presidencia, pues ya están en funcionamiento; están incorporadas a la Constitución (y como Moody’s señaló en su informe, el Congreso quedará dividido y por lo tanto no podrán echarse para atrás); existen contratos firmados por el gobierno (en el caso de la reforma energética) que contienen penalidades muy fuertes, en caso de querer terminarlos; y ya existen empresarios, funcionarios, gerentes, empleados, etc. que dependen de los proyectos y desarrollos atados a las reformas, y por lo tanto las defenderían en caso de que hubiera intentos por derogarlas.
En suma, Peña y la coalición neoliberal, a pesar de sus disputas internas por ver quien encabezará el proyecto depredador por los siguientes seis años (Peña y el PRI o alguna de las facciones del PAN), están cerrando filas para no permitir que López Obrador y Morena lo puedan poner en entredicho.
Saben bien que en los próximos meses pueden recibir un duro golpe en caso de que Donald Trump haga valer sus amenazas de retirar a Estados Unidos del NAFTA (por sus siglas en inglés), y ello fortalecería las posibilidades de Morena para las elecciones presidenciales del 2018, por lo que están contemplando todos los escenarios; incluso el de perder, con objeto de asegurar que el modelo neoliberal no podrá ser modificado en lo fundamental.
Por lo demás, ya parece muy cantado que el candidato de Peña para la presidencia será Meade, pues es quien garantiza mejor los intereses de la coalición neoliberal y puede ser un puente con la base electoral panista, que en caso de que se polarice la contienda entre PRI y Morena, preferiría apoyar a un perfil tecnócrata y burgués como el de Meade, que al denominado “populista”, López Obrador.



[1] La mayor parte de los pobres de este país vende su voto, ya sea directamente a través de dinero, o por despensas y materiales de construcción; o si no, se ven condicionados a través de los programas de asistencia social.
[2] Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
[3] Consejo Nacional para la Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social.

miércoles, 30 de agosto de 2017

LA PGR COMO BLINDAJE DE LA CORRUPCIÓN DEL GOBIERNO DE PEÑA

La disputa que se está dando dentro de la coalición neoliberal gobernante para nombrar al próximo fiscal general, que estará en el cargo 9 años, tiene distintos ángulos de análisis.
Por un lado, como lo establecimos en la anterior entrega de este blog, dos facciones de la coalición neoliberal se están disputando el poder político, con objeto de seguir profundizando el modelo expoliador y depredador impuesto al país los últimos 30 años. No es una batalla entre distintas propuestas ideológicas o de proyecto de país, sino sólo una lucha para ver quien administra el saqueo institucionalizado que prevalece actualmente.
En un segundo nivel, el nombramiento del próximo fiscal, que supuestamente sería independiente, resulta una variable clave para resguardar las espaldas a un gobierno tan marcadamente corrupto como el de Peña Nieto; y por ello, no desea dejar ese flanco abierto, ni siquiera para que lo ocupe un panista aliado, ya que no está dispuesto a arriesgarse a que lo traicionen y en el curso del siguiente sexenio se abran investigaciones en contra de él, su familia y su grupo político en los temas de corrupción, narcotráfico, violaciones a los derechos humanos, etc.
Y en este sentido Peña ha decidido aliarse con la facción calderonista del PAN para derrotar a Anaya, y con ese pacto con el fascista ex presidente Calderón, cubrirse las espaldas ambos (en el remoto caso de que la opción de izquierda real, o sea López Obrador, triunfe en las elecciones presidenciales), para evitar investigaciones en su contra; y al mismo tiempo, Peña le abre la opción a Margarita Zavala (esposa de Calderón) de ser la candidata presidencial, derrotando así a la facción anayista, para lo cual el gobierno federal ha iniciado su ofensiva con los reportajes sobre la riqueza de la familia de Anaya; y ahora, sobre el espionaje de Moreno Valle a diferentes miembros de la subclase política corrupta.
El pacto Peña-Calderón se confirma, pues 12 senadores calderonistas  no están dispuestos a seguir a su presidente en la “guerra” que le ha declarado al PRI y al gobierno; y marcadamente 3 ex funcionarios del gobierno de Calderón ( Ernesto Cordero, ex secretario de Hacienda y de Desarrollo Social; Roberto Gil Zuarth, que fue su secretario particular; y el ex priista, señaladamente corrupto y autoritario, muy dado a la traición, Javier Lozano, ex titular de Trabajo y Previsión Social con Calderón), criticaron fuertemente a Anaya y dieron a entender que votarán favorablemente por Cervantes para Fiscal General.
Así que Peña se encarga de ayudar a Calderón a limpiarle el terreno dentro del PAN, en favor de su esposa (Margarita Zavala), con las acusaciones de enriquecimiento a Anaya y de espionaje a Moreno Valle, a cambio de que los calderonistas apoyen a Cervantes como Fiscal General; y de esa forma Peña y Calderón se cubren las espaldas por 9 años.
Muy dura la lucha entre facciones de la coalición neoliberal, que bien puede llevar a mayores rupturas y con ello al debilitamiento de las dos facciones que se disputan el poder político; la encabezada por Peña, ahora en alianza con el ex presidente Calderón; y la que está conformando el presidente del PAN, Ricardo Anaya con la presidenta (muy debilitada) del PRD, Alejandra Barrales.
En una coyuntura así, López Obrador y Morena deberían despegar aún más en las preferencias electorales, pero su muy mal manejo de la designación de su candidata al gobierno de la ciudad de México, y la probable salida de Ricardo Monreal de dicho partido, en desacuerdo por la forma en que se realizó este proceso, ponen en riesgo el triunfo de Morena en la capital, y con ello, debilitan las preferencias electorales de López Obrador.
Aún falta ver lo que sucederá con el Frente Amplio Opositor o Democrático, como sea que se llame, y si finalmente podrá contar con un candidato presidencial consensuado; de lo contrario, la facción Peña-Calderón tendrá la ventaja dentro de la coalición neoliberal gobernante, y lanzará sendos candidatos (PRI y partidos bonsái; y PAN), que si bien puede dividir el voto pro régimen, también puede resultar que a último momento el peor posicionado recule y le deje el campo al más adelantado.
Además, Peña supone que Mancera, jefe de gobierno de la ciudad de México, en caso de no ser el candidato del frente opositor, se irá por la libre, y le quitará votos tanto a Morena como al PAN, con lo que se generará un escenario similar al del Estado de México, en donde el candidato del PRI, con todo el aparato del Estado a su favor, y la división de la oposición, logró un “triunfo”, que ahora ha sido avalado por las complacientes y cooptadas autoridades electorales.

Eso es lo que espera Peña que suceda, falta ver qué talento y capacidad políticas tiene para lograrlo. Visto lo que ha sucedido durante el sexenio, habría que dudar en ambos casos.

lunes, 28 de agosto de 2017

LUCHA DE FACCIONES DENTRO DEL BLOQUE NEOLIBERAL EN MÉXICO

Si bien el gobierno de Peña Nieto, el PRI, PAN, PRD y los partidos bonsái (PVEM, PANAL y PES) coinciden en mantener y profundizar el modelo económico neoliberal y la dictadura disfrazada de democracia que existe en México; así como la asociación de la subclase política corrupta con el crimen organizado, y la subordinación y lacayismo respecto a los Estados Unidos, difieren en la forma de mantener este esquema de expoliación y depredación del territorio, los recursos financieros y humanos del país; y especialmente, están en franca competencia por ver cual facción va a ser la encargada de administrar el saqueo y la destrucción del país los siguientes seis años.
Esa lucha descarnada por el poder político es lo que explica las diferencias crecientes entre el gobierno de Peña y el PRI, con el PAN. Poco o nada tiene que ver que la dirigencia nacional del PAN esté en contra de que el PRI imponga al actual Procurador General de la República, Raúl Cervantes, como Fiscal General para los siguientes 9 años. Eso es sólo el pretexto.
La verdadera lucha entre Peña y la dirigencia panista, representada ahora por el joven e inexperto Ricardo Anaya, tiene que ver con cuál de ambas facciones pueden garantizarle mejor a los oligarcas nacionales, a la tecnocracia y a las trasnacionales, la continuidad y de hecho, la sobrevivencia del modelo neoliberal y de la democracia disfrazada que existe en el país.
Por supuesto que ambas facciones también están luchando por el poder político (Peña y el PRI por mantenerlo, el PAN por recuperarlo), pues la cantidad de dinero que por medio de la corrupción, los abusos y la asociación con el crimen organizado les genera el estar en la cúspide del poder político en México (esto es, el Poder Ejecutivo Federal), es monstruosa.[1]
El gobierno siempre ha sabido de la corrupción de sus propios miembros y de la de sus aliados y enemigos. Por ello no resulta nada extraño que le esté apretando las tuercas al joven Anaya, exponiendo como en sólo 14 años, desde que fue secretario particular del entonces gobernador de Querétaro, hasta que se convirtió en el dirigente nacional panista, el patrimonio de su familia creció exponencialmente, a través de adquisiciones inmobiliarias, que pasaron de 21.4 millones de pesos en 2003 a 308 millones de pesos en la actualidad. Y todo ello convenientemente difundido por uno de los diarios aliados del gobierno, El Universal.
Hay varias cuentas pendientes que  el gobierno peñista le está cobrando a Anaya. Primero, el dirigente panista se comprometió a que en el Estado de México dejaría pasar el fraude electoral en favor de Alfredo del Mazo; pero no cumplió, al presentar impugnaciones contra la elección, tal como lo hizo Morena (la “bestia negra” de la coalición gobernante), aduciendo que se atacó a su candidata, Josefina Vázquez Mota, por los recursos que recibió (1000 millones de pesos) del gobierno, supuestamente para ayudar, a través de una asociación civil, a los migrantes mexicanos en Estados Unidos. Y especialmente, porque la PGR no la deslindó de las acusaciones de corrupción que surgieron en la prensa, sino hasta la última semana antes de la elección.
Así también, Anaya aduce que no “le cumplieron” en las elecciones de Coahuila, en donde esperaba un triunfo panista, pero la maquinaria priísta del fraude, logró imponer a su candidato, y hasta el momento las autoridades electorales no han anulado la elección, como también lo exigía Anaya.
En suma, Anaya estaba esperando que Peña le diera el apoyo necesario a su gestión como presidente del PAN, con objeto de fortalecerse internamente y así lograr la candidatura presidencial, derrotando a la facción calderonista, que lleva como propuesta a Margarita Zavala; y a la declinante opción que representa el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle.
Así, al ver Anaya que Peña no iba a servir como la palanca para lograr la candidatura panista, decidió presionar, empezando por lanzar con la muy debilitada presidenta del PRD, Alejandra Barrales; la idea del Frente Amplio Opositor, como una opción distinta dentro del bloque neoliberal, para enfrentar el reto que representa Morena y su candidato Andrés Manuel López Obrador.
Y ahora está enfrascado en la batalla por obstaculizar el nombramiento de Cervantes como Fiscal General, pues es su última carta para presionar a Peña con objeto de que se realice una nueva elección en Coahuila, que le abra la oportunidad al PAN de ganar en esa entidad federativa; para que el gobierno deje de presionarlo a él y a su familia, con su enriquecimiento, bastante explicable, estos últimos años; y con objeto de que pueda fortalecerse internamente para conseguir la candidatura presidencial, considerando que el Frente Amplio Opositor no lo consideraría como opción para ser candidato, y lo más probable es que dicho frente se desbarate en la búsqueda del candidato presidencial “de consenso”, en vista de las múltiples ambiciones, egos y envidias que va a generar esa designación.
En suma, las facciones dentro del bloque neoliberal no se están poniendo de acuerdo para enfrentar a su principal opositor, Morena; que por su parte ha debido asumir serios costos internos y externos por el muy desaseado proceso para designar a su candidata a la jefatura de gobierno en la ciudad de México, lo que ha evidenciado que dentro de dicho partido, no están contemplados los mecanismos democráticos para seleccionar a sus abanderados.

jueves, 24 de agosto de 2017

US to pay for unjust ban on Chinese firms
Source:Global Times Published: 2017/8/23 
The US Department of the Treasury's Office of Foreign Assets Control said Tuesday that the US will impose sanctions on 10 entities, including six Chinese and one Russian, and six individuals, one of whom is Chinese, for their alleged assistance to North Korea's nuclear and missile program. This is the second time this year that the US has imposed sanctions against Chinese companies and individuals. In June, the US blacklisted the Bank of Dandong, accusing it of laundering money for Pyongyang.

The US resorts to domestic laws to sanction Chinese companies and people, which severely violates international law and cannot be accepted by China. So far the US sanctions have exerted little impact on China, but it breaks the rules and offends China.

If the US has evidence of Chinese companies or individuals violating UN Security Council resolutions, it can go through US sanctions committees or China-US diplomatic channels.

China is strictly implementing UN Security Council resolutions on North Korea. It will cut off imports of North Korean coal, iron ore and other goods. If any Chinese companies trade with North Korea in violation of UN Security Council sanctions, they will be punished by Chinese law.

North Korea's development of nuclear weapons and missiles also jeopardizes China's interests. The Chinese government will never encourage or shield any companies that secretly deal with North Korea. No one in Chinese society would oppose the outside world supervising China-North Korea trade or if they report on those violating UN Security Council resolutions to the Chinese government.

But the US has acted beyond its authority and its unilateral sanctions are unreasonable. For one thing, how could Washington be confident about the illegal trade between China and North Korea? For another, who grants Washington the right to make judgments on which companies violate UN Security Council resolutions?

Through unilateral sanctions, Washington aims to tarnish the international image of China and Russia in sanctioning Pyongyang and portray the two as violators of UN sanctions. It also wants to skip its own responsibility in the North Korean nuclear issue.

China has made the most efforts in sanctioning North Korea, while the US has never shown appreciation to Chinese companies which suffered losses from the sanctions. The Western opinion sphere should try to discover, what - besides making threats - the US has done to solve the thorny nuclear issue.

The UN Security Council resolutions do not ban normal trade between China and North Korea in the civil and humanitarian fields. But many Americans hold a deep-rooted belief that sanctions on North Korea mean a full embargo. They only want to drive North Korea to a standstill.

Many US and Western media outlets reported that the latest sanctions do not target China's big banks, implying that the US did not fully let China down. It seems that China is so trustworthy and reasonable that some Westerners believe they could stir up trouble with China at will.

But the reality is that China can choose whether and how to retaliate against the US given how Chinese companies are hurt. The Chinese government has the obligation to speak for the country's legitimate companies. Washington had better restrain itself.
Posted in: EDITORIAL


miércoles, 23 de agosto de 2017

TRUMP UTILIZA A MEXICO PARA REFORZAR SU AGENDA NACIONALISTA

Ayer Donald Trump reafirmó en Phoenix, Arizona, ante miles de sus simpatizantes, que se construirá el muro, que México lo pagará (aunque la mayoría de los medios de comunicación han omitido esta parte), que gran parte de las drogas entran por la frontera sur; que lo más probable es que dé por terminado el NAFTA, porque especialmente México tiene demasiadas ventajas en él; y que perdonará al sheriff Joe Arpaio, condenado por una falta menor, conocido por sus duras medidas anti inmigratorias.
Asimismo, ayer el Departamento de Estado incluyó una alerta de viaje contra los principales centros turísticos de México, por el tema de la inseguridad.
Lo que todo esto refleja es que Trump le está apretando las tuercas al débil y vasallo gobierno mexicano, para que ceda en los temas que más le interesan en el NAFTA, esto es eliminar el actual mecanismo de solución de controversias; aumentar el contenido nacional (no regional) en los productos norteamericanos, especialmente de Estados Unidos; y obligar a México a que se mejoren los salarios, para evitar que esta sea una ventaja injusta, que provoca la migración de empresas manufactureras a nuestro país.
En el mismo sentido, la congelación de las cuentas bancarias y los activos del futbolista Rafa Márquez y del cantante Julión en Estados Unidos, que fue subordinadamente replicada por las vasallas autoridades mexicanas (violando la presunción de inocencia de los imputados), es un mensaje a las élites mexicanas de que pueden ser acusadas por vínculos con el narcotráfico y por hechos de corrupción, si no ceden en los temas comerciales que a Trump más le importan.
A pesar de que el vasallo canciller mexicano Luis Videgaray, sigue haciendo el trabajo sucio en el tema de Venezuela, ahora tratando de convencer a Cuba de que abandone al gobierno de Maduro, y de que probablemente asuma la orden de Washington de que rompa relaciones con Corea del Norte, Trump requiere utilizar a México como un ejemplo de cómo el poder de Washington aún funciona; y desea doblar por completo a México a sus deseos, especialmente ahora que está siendo atacado con todo por el establishment de su país, que trata de desechar los principales puntos de su agenda nacionalista; ya lograron darle la vuelta en los temas de política internacional y seguridad (casos Afganistán y Corea del Norte; y próximamente la salida del acuerdo en materia de energía nuclear civil con Irán); pero ahora requieren que asuma por completo la agenda neoliberal en materia de comercio y migración, que son dos temas consentidos de la base nacionalista de Trump.
Por ello, Trump requiere que México le sirva como una muestra de que sus propuestas nacionalistas siguen vigentes y avanzan, a pesar de la oposición de los demócratas, de parte de los republicanos, de la mayoría de los medios de comunicación y de las corporaciones trasnacionales.
Las críticas de los CEO de las grandes empresas estadounidenses a la posición de Trump respecto a los grupos supremacistas blancos, tiene mar de fondo; están expresando su desacuerdo con la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, y su posible salida del NAFTA.
Trump está tratando de responder, y para ello utiliza al débil y chantajeable gobierno mexicano, lo que demuestra que mientras más se cede ante un gobierno estadounidense, peor nos va. En vez de defender los intereses de todos los mexicanos y no sólo de las élites, se ha tratado de quedar bien con el actual presidente de Estados Unidos, y ello está pasando la factura.
Videgaray ha minimizado el discurso de Trump (mientras que el de Turismo, De la Madrid sí mostró preocupación por la alerta de viaje), señalando que el presidente de Estados Unidos está negociando con esas declaraciones, pero lo importante se está discutiendo en los grupos técnicos, de manera formal.
Es obvio que Videgaray intente restarle importancia a que el propio presidente de Estados Unidos amenace con terminar el NAFTA, pero pierde de perspectiva que si bien en los grupos técnicos se puede llegar a acuerdos, el que tiene que firmarlos al final es Trump, y falta que a él se le pueda convencer.
Por ello, al gobierno de Peña le conviene más que siga el ataque del establishment estadounidense a su presidente, para evitar que deseche el NAFTA; y de preferencia, que se llegue al “impeachment”, que es a lo que le apuestan los neoconservadores, las élites neoliberales, el “Deep State” y el complejo militar-industrial-de seguridad, con objeto de dejar en la presidencia al más manipulable Pence.

Lo que refleja el temor y el lacayismo de las “élites” mexicanas respecto a Estados Unidos (Videgaray subrayó en entrevista televisivia que es tanta la dependencia de México respecto a Estados Unidos, que a México le conviene que a Estados Unidos le vaya bien; no se puede pedir más servilismo) es que no buscan la defensa de la soberanía, independencia, ni integridad territorial del país, sino su propio bienestar; su acceso al imperio (cuentas bancarias, casas, estudios de sus juniors en las universidades estadounidenses; vacaciones, etc.). El bienestar de la mayoría de los mexicanos les importa un pepino (tranquilamente 100 millones de mexicanos no recibe, ni obtiene ningún beneficio de la relación con Estados Unidos; y al contrario, están siendo desplazados de sus tierras y comunidades para beneficiar a las trasnacionales mineras, petroleras, etc.); sólo les interesa seguir siendo los mozos de sus amos estadounidenses y que les digan (mentirosamente) que siguen siendo “amigos, socios y aliados”. Triste realidad del país, bajo el dominio de estos lacayos, polkos y serviles adoradores del imperio estadounidense.

martes, 22 de agosto de 2017

The ‘American century’ has come to its end
By He Yafei Source:Global Times 
Published: 2017/8/20

In recent years, many Chinese and foreign scholars have been thinking about an epochal question: whether "the post-American era" has already come and where will it lead the world? After all the changes and adjustments in the global balance in recent years, the answer is yes. The historical turning point of this era's arrival is the global financial crisis that started from Wall Street in 2008. The year 2017 is a new historical starting point for accelerating the development of this era. 

The rise of the overall strength of developing countries represented by China promoted the convergence of world power turning from quantitative changes to qualitative changes. The convergence not only includes economic strength but the competition of ideologies. 

In 2016, China hosted the 
G20 summit in Hangzhou; in 2017, President Xi Jinping proposed a "community of common destiny for all mankind" at the World Economic Forum at Davos, showing China is striding toward becoming a global major power. China's development continues to progress and China has begun to fully participate in and actively lead global governance.

Outpacing America's GDP is only a matter of time with China's current economic growth. The US is still a superpower in military, economic and many other aspects and maintains its hegemony. However, due to great changes in the political, economic, ideological and cultural aspects of the world power balance, the end of the "American century" has become a reality, and the international order's adjustment is inevitable.

Nowadays, globalization has undergone unprecedented changes and entered a new era. The contest between globalization and anti-globalization forces has intensified. New emerging economies and developing countries represented by China strongly support globalization, while some Western countries including the US, the initiators and leaders of globalization, have reversed their positions. 

The US is trying to modify international economic rules to deliberately exclude China and other developing countries. It quit the Trans-Pacific Partnership, withdrew from the 
Paris Agreement on climate change, and started to renegotiate North America Free Trade Agreement and bilateral trade deals with important trading partners such as South Korea. These acts reflect America's cunning egoism, which is totally incompatible with globalization.

In the post-American era, unprecedented changes have taken place in the world security system. Over the years, the military alliance network and the global partnership network have coexisted and competed. We believe that the world will develop toward collective, cooperative and common security. The global partnership network has a sound momentum.

Since WWII, the US has established many bilateral and multilateral military alliances and established the global security system to safeguard its hegemony and global interests' expansion.

However, the world power balance has changed, globalization has further developed and America's reputation declined sharply in the post-American era, all of which show that the global military alliance supported by the US neither can maintain world peace and tranquility nor can safeguard its own safety. The Trump administration's harsh demands on allies have begun to hurt and tear their relationships. 

Of course, the military alliance network of the US and the dollar-centric monetary system are the two most important pillars of US global strategy, thus they will not fade soon, but are likely to be strengthened in the coming period. The transformation of the world security system will obviously lag behind the development of the post-American era.

At the same time, China is actively advocating multilateralism centered on the United Nations, calling for a global partnership network featuring win-win cooperation, mutual reliance, openness and equality and a new type of collective, cooperative and common security framework.

In addition to bilateral strategic partnerships, cooperative partnerships like the G20, the Shanghai Cooperation Organization, and  the "16 plus 1" cooperation between China and the Central and Eastern European countries are popular around the world and continue to expand. The popularity of this nonaligned, open, mutually equal model seeking cooperation and security is increasing, especially in medium and small developing countries. Despite obstacles raised by the US, Japan and other countries, China and 
ASEAN have adopted a framework for a Code of Conduct in the South China Sea, which shows relevant countries have profound understanding of the new security concept proposed by China. 

Since we entered the post-American era, we have seen an overlap of the conversion of the international order, the adjustment of global governance, and the transformation of the world economy.

These have become overlaid crises, creating economic hardship and political turmoil that provide fertile ground for the rise of populism. With the deepening of geopolitical competition between major powers, the post-American era does not guarantee peace and requires continued hard work by all sides.

The author is a former Chinese vice foreign minister. 
opinion@globaltimes.com.cn Follow us on Twitter @GTopinion

lunes, 21 de agosto de 2017

The Revolution Betrayed
Now it’s Trump vs. Bannon
Antiwar.com
The exit of Steve Bannon, the President’s political strategist, from the White House and his return to Breitbart.com marks the defeat, if not quite the end, of the “isolationist” America First faction within the Trump administration. It is a victory for what I call the Junta – the coterie of generals who now surround President Trump, and appear to have captured the conduct of American foreign policy. It is a victory, in particular, for Gen. H. R. McMaster, who took over the National Security Agency after Michael Flynn’s ouster, and who is the architect of the “new” Afghanistan strategy – the one that is merely a reiteration of the old strategy.
Bannon has been a particular target of the liberal media, which is responsible for labeling him as an advocate of the so-called “alt-right.” Yet there is exactly zero evidence of this allegiance in his public pronouncements, and his most recent interview – with the liberal journal, The America Prospect – has him characterizing them as a sad “collection of clowns.” Not that this will deter Bannon’s critics, who uniformly fail to mention what really set him apart from your run-of-the-mill Republican operative, and that is his foreign policy views.
The day before his ouster, the New York Times reported on Bannon’s “dovish” views:
“From Afghanistan and North Korea to Syria and Venezuela, Mr. Bannon, the president’s chief strategist, has argued against making military threats or deploying American troops into foreign conflicts.
“His views, delivered in a characteristically bomb-throwing style, have antagonized people across the administration, leaving Mr. Bannon isolated and in danger of losing his job. But they are thoroughly in keeping with his nationalist credo, and they have occasionally resonated with the person who matters most: President Trump.”
Bannon’s views on the Korea “crisis” are reported on with a particularly dramatic display of eyebrow-raising: why, he even proposed withdrawing US troops from the Korean peninsula in exchange for North Korea’s denuclearization! (A proposal advanced in this space on more than one occasion.)
It’s delightful to hear that Bannon describes General McMaster is the leader of the “globalist empire project” – a project, one might add, that many of us hoped might be dismantled during a Trump presidency.
Yet it was not to be: instead, the McMaster faction’s success in displacing Bannon, marks the virtual end of the “isolationists” as a coherent force in the White House. While it’s true that both Stephen Miller and Attorney General Jeff Sessions are both skeptics of foreign adventurism, the former is primarily a speechwriter and the latter is a) on the outs with Trump and b) peripheral when it comes to foreign affairs.
Politico reports that the hawks in both parties are jubilant at Bannon’s departure: an Atlantic Council apparatchik tells us “Our European allies are happy,” and neocon grand dame Danielle Pletka hails the victory of the “internationalists” over the “isolationists.” The reason for the celebratory air, says Politico, is that the purge of Bannon “will remove an internal brake on U.S. military action abroad” – and this is an indicator of what we might expect in the not-so-distant future. Not only Afghanistan, but also Syria, Iran, and even Ukraine – all these are potential battlefields where US troops or our proxies will fight on behalf of the “globalist empire project.”
What we are seeing with Bannon’s return to the world of publishing is the separation of Trump from his base, the definitive if not quite final splitting away of Trumpism from Trump. In this sense, Bannon may be more effective on the outside looking in, as a lobby for the original Trumpism – the version that called out the Bush administration for lying us into the Iraq war and that abjured regime change.
As I’ve said from the beginning, the political significance of Trump’s rise was the defeat of neoconservative foreign policy orthodoxy and the advent of what the political class disdains as “isolationism.” Now it looks as though the neocons have reversed that victory inside the corridors of power: yet the hearts and minds of the 36 million voters who cast their ballots for Trump are still up for grabs. Meanwhile the cadre of a new conservatism, one that rejects internationalism and perpetual war, are coalescing around the banner of Bannonism.

While Bannon is going out vowing to defend the President against his critics, the direction that the administration is taking almost ensures that Trump’s former chief ideologue will join the ranks of those critics. In the end, the greatest enemy of Trumpism may not be the gaggle of losers, whiners, and special interests that make up the so-called “Resistance,” but rather Trump himself.

sábado, 19 de agosto de 2017

EL DESPIDO DE BANNON CONFIRMA EL TRIUNFO DE LOS NEOCONSERVADORES

Ayer fue despedido Stephen Bannon como asesor de asuntos estratégicos de Donald Trump, con lo que el único representante de la derecha nacionalista, anti-intervencionista, pero igualmente xenófoba y racista, ha quedado fuera del círculo de toma de decisiones de Trump, y con el ello los neoconservadores (con el yerno Kushner a la cabeza) y los promotores del neoliberalismo a ultranza (Mnuchin y Cohn principalmente), se han alzado con la victoria en la lucha interna por el poder en la Casa Blanca.
Si bien es cierto que desde la salida de Flynn como consejero de seguridad nacional, y el ataque a una base aérea siria, con el pretexto del supuesto “ataque con armas químicas” del gobierno de Bashar el Assad, ya estaba claro que la política menos intervencionista, más centrada en los problemas internos y con la posibilidad de un entendimiento con Rusia, se había abandonado; aún quedaban temas importantes en los cuales los promotores del caos deliberado, el intervencionismo militar y la preeminencia del imperio estadounidense sobre los intereses estrictamente nacionales de Estados Unidos, no tenían todas las fichas a su favor, tales como: el conflicto en Siria, en donde Putin y Trump lograron ceses al fuego en algunas zonas del país y Trump decidió terminar el apoyo a los grupos de terroristas y mercenarios que tratan de derrocar a Assad; en Afganistán, en donde Trump no desea aumentar el número de tropas, sino su disminución; y en las relaciones bilaterales Rusia-Estados Unidos, en las que Trump deseaba atenuar las sanciones contra Moscú, para buscar una relación menos ríspida con dicho país.
Para el complejo militar-industrial-de seguridad, el lobby pro Israel, los neoconservadores, los liberales intervencionistas y el “Estado Profundo”, no hay medias tintas; no están dispuestos a dejar que Trump avance en algunos de los puntos de su agenda de política exterior, a cambio de que ellos logren varios de sus objetivos, tales como: Trump se ha enganchado completamente en la demonización de Irán y va a terminar la participación de Estados Unidos en el acuerdo sobre el programa nuclear civil de ese país, con lo que se reiniciará, a todo vapor, el aislamiento y el hostigamiento contra el régimen de Teherán; se mantiene el apoyo al expansionismo de los asentamientos ilegales israelíes en territorio palestino y ahora se va a cortar todo apoyo económico de Estados Unidos a la Autoridad Palestina, con el pretexto de que apoya a las familias de los “terroristas” que atacan a los israelíes; se apoya la guerra genocida de Arabia Saudita contra Yemen y la estrategia de aislamiento contra Qatar; se ha aumentado la presión económica y militar contra Corea del Norte y ahora comenzará una posible guerra comercial contra China; se amenaza con una intervención militar contra el gobierno de Maduro en Venezuela; y se firmaron las sanciones aprobadas por el Congreso contra Rusia, Irán y Corea del Norte, pues ya no había posibilidad de vetarlas, al ser votadas casi por unanimidad.
Pues bien, a pesar de que Trump ha apoyado todas estas medidas y objetivos de los neoconservadores y sus aliados, no es suficiente para ellos; requieren la sumisión total y para ello necesitan el control absoluto de la Casa Blanca, en donde Bannon representaba una influencia contraria, en varios temas, como por ejemplo: estaba en contra de un mayor involucramiento militar de Estados Unidos en Afganistán y Siria; no creía que hubiera una solución militar para el conflicto con Corea del Norte; apoyaba la agenda nacionalista en materia de migración (medidas anti inmigratorias y el muro), así como una postura dura en materia comercial contra China, México, Japón, Corea del Sur y la Unión Europea; y apoyaba la agenda ultra nacionalista, racista y xenófoba de los grupos de la derecha alternativa (“Alt-Right”).
Todos estos puntos ponían obstáculos a la agenda neoconservadora y a la de sus aliados, por lo que era necesario echar a Bannon fuera y lo han logrado, poniéndole a él y a los muy estúpidos y manipulables dirigentes de la derecha alternativa (Duke y Spencer a la cabeza) una trampa, al hacerlos morder el anzuelo de la remoción de las estatuas de los generales de la Confederación en diversas ciudades, con lo que lograron excitar su odio y movilización, y con ello pudieron ser provocados en Charlotesville, Virginia, para mostrarlos como violentos, racistas, intolerantes; y dejar que Trump hablara libremente del tema, echándose la soga al cuello, y abriendo con ello las puertas a la mayor demostración de fuerza del establishment contra un presidente estadounidense, al presentarlo en prácticamente todos los medios de comunicación como un neonazi, racista y supremacista blanco. Trump tuvo que buscar un culpable, y los propios medios y los neoconservadores le indicaron el camino señalando a Bannon, como el inspirador de este desorden, y quien debía pagar por lo sucedido.

Ahora Trump está completamente en manos de los neoconservadores y sus aliados, y muy probablemente en los próximos meses se elevarán las posibilidades de acciones militares contra Venezuela, Corea del Norte, Irán y un reinicio del hostigamiento militar del régimen ucraniano contra las provincias rusas del Este de ese país, con lo que la estrategia del caos, el intervencionismo militar, la confrontación permanente y la reafirmación de la hegemonía estadounidense mediante la fuerza, se verá impulsada nuevamente, generando una mayor posibilidad de enfrentamiento con las únicas tres potencias que se niegan a caer bajo el dominio de Washington: Rusia, China e Irán.

viernes, 18 de agosto de 2017

Agosto 6, 2017 contralínea.com
A unos días de que arranque la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Estados Unidos toma ventaja y presiona al gobierno mexicano en materia laboral (igual lo hizo con su socio Canadá) para obligarlo a firmar el convenio fundamental 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), relativo a la aplicación de los principios de sindicación y de negociación colectiva.
Fuentes del gobierno confirmaron las pláticas “informales” que ya sostienen con su contraparte estadunidense y se quejaron de las presiones de Washington, pues mientras los funcionarios gringosexigen al gobierno mexicano que rubrique dicho acuerdo 98 –México ha firmado siete de los ocho convenios fundamentales–, Estados Unidos sólo ha aprobado dos principios básicos de la OIT.
El gobierno de Canadá habría cedido a las presiones estadunidenses al firmar dicho convenio antes de las negociaciones del TLCAN, por lo que Estados Unidos enfila sus baterías a México y ya presiona para llegar con ventaja a la mesa de negociación, algo muy dado en los abusivos negocios a los que acostumbra Donald Trump.
Por su lado, los negociadores mexicanos y canadienses en materia laboral prevén hacer equipo para enfrentar a Estados Unidos y obligarlo en materia laboral a que rubrique los seis convenios que se ha negado a reconocer como un derecho en favor de los trabajadores en ese país.
El Consejo de Administración de la OIT ha establecido que en los ocho convenios considerados como principios y derechos fundamentales en el trabajo, se protege la libertad de asociación y la libertad sindical, el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, la abolición efectiva del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación.
En la actualidad, suman más de 1 mil 367 ratificaciones de estos convenios, lo que representa el 91.4 por ciento del número posible, pero aún faltan 129 ratificaciones para lograr el objetivo universal.
Los ocho convenios y principios fundamentales incluidos en la Declaración de la OIT (que en México son violados permanente en todo el país) son:
1.       Convenio número 87, sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, 1948.
2.       Convenio número 98, sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949.
3.       Convenio número 29, sobre el trabajo forzado, 1930.
4.       Convenio número 105, sobre la abolición del trabajo forzoso, 1957.
5.       Convenio número 138, sobre la edad mínima, 1973.
6.       Convenio número 182, sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999.
7.       Convenio número 100, sobre igualdad de remuneración, 1951.
8.       Convenio número 111, sobre la discriminación (empleo y ocupación), 1958.
En la mesa de negociación en materia laboral dentro del TLCAN, el sector empresarial ha fijado ya su postura para oponerse a que México apruebe la firma del Convenio 98, porque según los dueños del dinero el país no cuenta con un marco jurídico compatible, además de que la estructura sindical ya existente “afectaría la productividad de las empresas”.
Por supuesto que los empresarios prefieren tener una mano de obra barata sometida y sin capacidad organizativa, de tal forma que no exijan mejoras salariales porque, según el sector empresarial, la “productividad de las empresas” se vería afectada. Lo que también quieren los empresarios es poder  despedir en cualquier momento a los trabajadores sin pagarles las liquidaciones de ley.
Esos argumentos son suficientes para que el sector empresarial se oponga a que el Senado de la República apruebe la ratificación del Convenio 98 de la OIT, en donde se avala la sindicación y la negociación colectiva desde una perspectiva de fuerza, algo que espanta al empresariado mexicano, el cual prefiere simular contratos colectivos con representantes espurios de sindicatos charros, mismos que han proliferado en todo el país y que lejos de atender los derechos de sus agremiados se han vendido a los patrones.
En una declaración del empresario Gerardo Gutiérrez Candiani, expresidente del Consejo Coordinador Empresarial, señalaba: “Nos preocupa que pueda confirmarse (la firma del Convenio 98), porque puede suscitar un rompimiento de los equilibrios y la paz laboral, así como mermar la productividad. Constituiría un estímulo a la simulación en la celebración de los contratos colectivos… la legislación vigente ya cubre amplia y fundamentalmente el principio de protección al derecho a la sindicación y de negociación colectiva”.
Con la negociación del TLCAN, en los próximos días volverá a la mesa la discusión en México sobre ratificar o no el Convenio 98 y nuevamente la Cámara de Senadores tendrá que discutir el tema en la tribuna, aunque en años anteriores se ha rechazado ese derecho laboral, pues en México los representantes del pueblo, como deberían de ser los legisladores, están más preocupados en quedar bien con los dueños del dinero que en proteger los derechos de los trabajadores del país, como lo demanda la OIT.

Miguel Badillo

jueves, 17 de agosto de 2017

LO IMPORTANTE DEL NAFTA ES QUE SIGA LA EXPLOTACIÓN DE LA MANO DE OBRA MEXICANA

Ildefonso Guajardo (secretario de Economía) y los representantes del sector empresarial mexicano se llenan la boca diciendo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) ha sido beneficioso para los tres países participantes; que ha aumentado el comercio, la inversión, que se han creado en la región 40 millones de empleos en los 23 años de vigencia del mismo; en fin que es una maravilla, casi creada por Dios mismo, para beneficio de los pueblos de Norteamérica.
Y por ello, la renegociación del tratado debe ser para “modernizarlo”, para que se adecúe al siglo XXI y para seguir expandiendo el comercio y la inversión, sin traba alguna.
Pero cuando se les preguntó a los representantes empresariales mexicanos, después del inicio de la primera sesión de renegociación en Washington, si la misma podría implicar un aumento de los salarios de los trabajadores en México, entonces como coro señalaron: ¡NO! ¡IMPOSIBLE! En todo caso, eso sucederá con “el tiempo” (ya van 23 años de vigencia del tratado y no ha habido convergencia salarial entre México y sus socios; seguramente se necesitarán otros 25, 50 ó 100 años; o nunca).
Además, argumentan que los trabajadores mexicanos requerirán “sofisticarse y capacitarse más”, para ganar mejores salarios y aprender las “nuevas tecnologías”. Eso que los propios empresarios de México y Estados Unidos afirman que es la única causa por la que Estados Unidos pierde empresas manufactureras en favor de México: ahora la explicación es que la tecnología es la que quita trabajos, no los bajísimos salarios en México; no las nulas regulaciones ambientales; no el exiguo pago de impuestos; no la inexistente protección a los consumidores mexicanos.
Obviamente las trasnacionales estadounidenses, los oligarcas mexicanos y los tecnócratas que representan a ambos, están luchando con todo lo que tienen porque se mantengan esas “ventajas comparativas” que tiene México respecto a Estados Unidos, y que permiten a esas corporaciones y a esos oligarcas tasas brutales de ganancia, que no obtendrían en países en donde existieran organizaciones sindicales fuertes y gobiernos que hicieran valer la negociación colectiva, los derechos laborales, el reconocimiento en el salario a los aumentos en la productividad; así como regulaciones ambientales y protección adecuada al consumidor; con impuestos razonables, pero acordes con los niveles de ganancia de esas empresas.
Con toda razón (en este punto), el gobierno de Trump señala que México saca ventaja injustificada (y no es México, son las trasnacionales asentadas en nuestro país, la mayoría de ellas estadounidenses), al pagar salarios de hambre, abonar bajísimos impuestos; y, no aplicar en los hechos las regulaciones para proteger el medio ambiente, los derechos laborales y los del consumidor, con lo que las empresas manufactureras logran una reducción gigantesca de sus costos, y por ello prefieren emigrar a nuestro país, dejando regiones enteras de Estados Unidos en el abandono.

Para los negociadores mexicanos y sus asesores empresariales, la clave del NAFTA es mantener esa situación en la que se puede seguir explotando inmisericordemente al trabajador mexicano y los recursos naturales del territorio, sin molestas regulaciones y menos aún la “convergencia salarial” entre los tres países.

Pero si el equipo de Trump considera que esas ventajas injustas de México son la clave que explican la migración de empresas fuera de territorio de Estados Unidos y con ello una buena parte del déficit comercial de ese país, júrenlo que no lo va a dejar pasar y va a intentar establecer aranceles u otro tipo de barreras no arancelarias en los sectores (todos) en los que esas diferencias salariales y regulatorias provocan una clara desventaja a la economía estadounidense; con lo que seguramente se le dará el “tiro de gracia” a este malhadado tratado, que sólo ha beneficiado a las élites económicas de ambos países, y en mínima parte a no más del 20% de la población mexicana que está enganchada en el consumismo (porque lo puede costear), pero no así el otro 80% que sufre los estragos de la política económica neoliberal, depredadora y expoliadora, impuesta al país durante los últimos 35 años.

martes, 15 de agosto de 2017

PRI, PAN Y PRD A LA DEFENSA DEL NEOLIBERALISMO

Como ya lo han analizado extensamente en estos últimos días diversos analistas en distintos medios de comunicación, manejados por los oligarcas del país, Peña Nieto reafirmó en la 22 Asamblea del PRI su derecho a nombrar al candidato presidencial de ese partido; y si bien no eliminó por completo, sí redujo a su mínima expresión las posibles inconformidades por la apertura a las candidaturas externas, sin los molestos “candados” estatutarios que exigían una militancia probada en el partido[1]; así también, centró la próxima campaña del PRI en el 2018 en defender las reformas “estructurales”, escondiéndolas con el eufemismo de “transformación”, y estableciendo la falsa dicotomía de que el PRI es el partido del “futuro” enfrentado a un hipotético partido del pasado (Morena) y a partidos que han probado su “ineficacia” en el gobierno[2] (significativamente el PAN); así como al subrayar que el PRI defiende las “libertades” (básicamente la de los mercados), contra el “autoritarismo” que se le atribuye a López Obrador.
El propio presidente del CEN del PRI, Enrique Ochoa confirmó en entrevista televisiva que su contrincante a vencer es Morena y López Obrador, al que calificó como una “amenaza” para México (similar a como se le identificó en 2006, es decir un “peligro”, como lo calificaron PAN y PRI), y estableció que de llegar al poder López Obrador, México se convertiría en la Venezuela de Maduro.
Está claro que tanto el PRI, como el PAN y para todo efecto práctico, la falsa izquierda perredista, se han vuelto a enganchar en la estrategia del miedo, para demonizar a Morena y a López Obrador como los enemigos del orden, de la “libertad”, de la “democracia”, de la propiedad privada; y que llevarán a México al caos, a la anarquía, a la expropiación de las propiedades de los ciudadanos, a la escasez de productos y a la hiperinflación.
Esta estrategia ya fue utilizada por el PRI, cuando Salinas estaba en el poder, para catalogar al entonces naciente PRD y a su candidato a la presidencia Cuauhtémoc Cárdenas, para las elecciones de 1994, como los representantes del caos, el desorden y la violencia, especialmente después de la aparición del EZLN el 1 de enero de dicho año. Y la estrategia, junto con ríos de dinero ilegal y el consabido fraude, dieron los resultados esperados, pues el PRI triunfó en esas elecciones, con el tecnócrata Ernesto Zedillo a la cabeza, después de que desde el propio sistema se consideró que la candidatura de Luis Donaldo Colosio no garantizaba los intereses de numerosos grupos, por lo que convenientemente surgió un “loco” que lo asesinó en Lomas Taurinas, Tijuana.
Y nuevamente se utilizó la estrategia de atemorizar a la población (especialmente a la clase media) en las elecciones del 2006, básicamente con los mismos argumentos, pero en esa ocasión la estratagema no funcionó como se esperaba, y tuvo que ser el PRI el que salvara al PAN de la derrota ante López Obrador, transfiriéndole cientos de miles de votos fraudulentamente, con objeto de derrotar por un raquítico 0.56% de diferencia, a López Obrador.
Así, a pesar de la unión de los oligarcas, las trasnacionales, los gobiernos federal, estatales y municipales bajo las siglas del PRI y PAN, y desde hace cinco años también las del PRD (más los partidos “bonsái” PVEM, PANAL y PES); y de la permanente campaña de demonización y ataque continuo de la mayor parte de los medios de comunicación del país contra López Obrador y su partido (en su momento el PRD, ahora Morena) durante tres lustros, un porcentaje importante de la población (al menos la tercera parte de los electores) mantiene su apoyo y confianza en el único político realmente opositor al régimen corrupto, neoliberal y subordinado a Estados Unidos que ha desgobernado al país durante 35 años.
Y es justamente eso lo que saca de sus casillas a los oligarcas, tecnócratas, políticos corruptos (y asociados al crimen organizado), empresas trasnacionales, grandes medios de comunicación y a la élite cosmopolita de Nueva York y Washington a la que se han subordinado estos individuos, pues no han podido eliminarlo políticamente del panorama durante todo este tiempo; y una tras otra elección presidencial vuelve a poner en jaque este sistema depredador, expoliador y generador de violencia, inseguridad, corrupción, impunidad, pobreza, marginación y exclusión para la mayoría de la población mexicana.
Pero ahora esa coalición de intereses está enfrentando una disputa interna por el derecho a encabezar el gobierno federal, pues saben que desde ahí se genera una enorme riqueza para los que usufructúan los principales puestos gubernamentales.
Así, están divididos entre la coalición que encabeza el PRI y la que pretenden formar PAN y PRD; ambas con objeto de mantener el sistema depredador y expoliador, pues en eso no difieren; en lo único en lo que se atacan es en su “eficacia” para aplicarlo.
De ahí que ambas coaliciones vean como sus enemigos a Morena y López Obrador, pues no garantizan la continuidad, ni la defensa del sistema y por lo tanto constituyen una “amenaza”, un “peligro” para los intereses de dichas coaliciones, pero no para los de la mayoría de la población.
Peña sabe que tiene que nombrar a un candidato que dé seguridades a sus patrones (Nueva York y Washington) y a sus aliados (grupos políticos priístas y oligarcas) de que defenderá y continuará con el neoliberalismo; que será una persona que no tenga dudas en el sistema, ni temor a utilizar la fuerza (militares, marinos y policías) y que no coquetee con desvíos inconvenientes. Y ese candidato sólo puede surgir de la terna Meade, Nuño y Videgaray (este último, aunque se ha descartado públicamente, aún podría ser considerado si la renegociación del NAFTA termina antes de marzo del próximo año, cuando Peña ha decidido nombrar al candidato presidencial).
Sin embargo, Peña está obligado a conciliar con la fracción “política” del priísmo, significativamente Beltrones, Osorio Chong y en menor medida Eruviel Avila, no porque tema divisiones o fracturas, ya que estos individuos son tan corruptos que no se atreverían a salir del partido, a riesgo de que les expongan públicamente sus riquezas mal habidas (tal como Roberto Madrazo lo hizo con Arturo Montiel, en la víspera de la sucesión del 2006), sino para evitar sabotajes o boicots durante el proceso electoral, que puedan costarle votos al candidato tecnócrata designado, y ello bien podría llevarlo a la derrota, en una elección tan competida.
Por su lado, PAN y PRD enfrentan oposición interna a conformar un frente opositor, ya que los panistas exigen encabezar dicho frente para la elección presidencial, dado que su ventaja en las encuestas respecto al PRD es muy amplia (20 contra 6%); pero en el PRD, el jefe de gobierno de la ciudad de México ha venido construyendo su candidatura desde hace años, con el apoyo de poderosos grupos empresariales de la capital del país (significativamente el “círculo Polanco”), y todo indica que va a ser muy difícil que decline en favor de un panista para la candidatura presidencial (además de que los grupos perredistas que se han enriquecido en el gobierno de la ciudad de México, no van a soltar la candidatura para la ciudad a un “externo” o a un panista).
Así que la coalición en defensa del neoliberalismo se enfrenta a divisiones, egos, ambiciones y posibles chantajes, tanto en su vertiente priísta, como en su vertiente panista-perredista, lo que muy bien puede debilitarlos y fracturarlos hacia la contienda del 2018, en donde al menos Morena presenta un frente sólido en lo que respecta a la candidatura presidencial de López Obrador[3].



[1] Haciendo concesiones menores en el punto de las candidaturas plurinominales, al prohibir el que un candidato que haya competido por dicha vía en una elección, lo vuelva a intentar de la misma forma en la elección inmediata; y al otorgar el 50% de las candidaturas a las mujeres y el 30% a los menores de 35 años.
[2] Es decir, que también apoyan al neoliberalismo y sus reformas, pero que no fueron capaces de llevar dichas reformas a la práctica.
[3] Parece menos claro ese frente en la candidatura para la ciudad de México, por la disputa que hay entre Sheinbaum, Monreal y Batres. De cómo procese López Obrador esa candidatura, dependerá en buena medida el éxito o fracaso de Morena en la ciudad y en el país.