Derruir, pieza por pieza, la democracia
Aquí, un recuento de la agenda
de destrucción de la democracia desde su interior, por quienes se beneficiaron
de ella para llegar al poder. Así se fraguan las autocracias.
julio 03, 2024
Ciro Murayama
México logró ser una
democracia, frágil e imperfecta, en las últimas décadas. Corre el peligro de
dejar de serlo en los próximos meses. Todo lo que se construyó para limitar el
uso arbitrario del poder puede ser demolido en breve. Hagamos un recuento de lo
que se edificó y veamos, en seguida, cómo se busca destruir.
Uno. Un Congreso habitado por
la pluralidad. Los primeros pasos hacia la democratización se dieron con la
apertura política impulsada en 1977 por Reyes Heroles, que implicó la creación
de los diputados de partido, antecedente de los plurinominales. Gracias a la
representación proporcional, a fin del siglo pasado, el presidente y su partido
perdieron la mayoría de los diputados. A partir del 2000, lo mismo ocurrió en
el Senado. El Congreso no fue más un espacio que en automático aprobaba el
dictado presidencial. Se hizo realidad, así, la división de poderes.
Dos. Elecciones limpias y
equitativas. Para asegurar el respeto al voto fue necesario crear instituciones
electorales especializadas, luego autónomas, para organizar los comicios. Fue
preciso, además, equilibrar las condiciones de la competencia electoral, que en
el México autoritario eran del todo asimétricas a favor del gobierno y su
partido. Al emparejar la cancha del juego, se hicieron habituales las
alternancias políticas. La facultad metaconstitucional del presidente de
designar a su sucesor quedó atrás. El voto se respetó y en elecciones libres y
equitativas definió cargos de gobierno y representación.
Tres. Independencia del Poder
Judicial. La Suprema Corte de Justicia de la Nación dejó de ser un órgano
controlado por la Presidencia. Los veredictos de la Corte, de distintos
tribunales y jueces empezaron a generar reveses al Poder Ejecutivo y a corregir
excesos del Legislativo. Justo lo que debe hacer un órgano que tiene como fin
último hacer valer la Constitución y las leyes. Ello confirmó y reforzó la
división de poderes.
Cuatro. Se crearon órganos
autónomos para restar arbitrariedad al ejercicio del poder. Además de las
autoridades electorales, se edificaron institutos para garantizar el derecho a
la información y la transparencia. Se buscó abandonar la opacidad en la toma de
decisiones y en el uso de los recursos públicos. También se construyeron
órganos autónomos de competencia económica, por ejemplo, así como en materia de
telecomunicaciones para que la entrega de concesiones de radio y televisión
dejara de ser una facultad discrecional del Ejecutivo y materia de intercambios
políticos.
Cinco. Una prensa más libre y
plural. La prensa, primero, la radio y la televisión, después, reflejaron cada
vez más el basto pluralismo político de México. Dejaron de estar al servicio
del poder en turno. Generaron reportajes e investigaciones que ayudaron a
revelar atropellos y corruptelas del poder.
Vayamos ahora al plan de
demolición.
Uno. Se busca eliminar la
representación proporcional en el Congreso. Eso permitiría que Morena y sus
aliados, con una votación menor al 55 por ciento como la que obtuvieron este
año, se hiciesen con el 85 por ciento de los diputados y con 94 por ciento del
Senado. Es asfixiar al pluralismo y a las minorías. Un Parlamento sumiso, con
una aplanadora legislativa conseguida de modo artificial, al servicio de la
Presidencia.
Dos. La elección de 2024
estuvo marcada por la inequidad y la conducta ilegal del presidente. Como si
eso no fuese grave, ahora buscan capturar a consejeros y magistrados
electorales: votados popularmente, todos deberán su cargo al partido que los
lleve a ganar. Adiós al árbitro independiente y a las elecciones íntegras.
Tres. Someter al Poder
Judicial. Jueces, ministros y magistrados, también electos popularmente,
pertenecerán a la mayoría política. Nunca cuestionarán la actuación abusiva del
poder. Sería el fin de la certeza jurídica y de la independencia del Poder Judicial.
Cuatro. Desaparecer a los
órganos autónomos. Vuelve la discrecionalidad y la opacidad en el ejercicio del
poder reconcentrado en la Presidencia.
Cinco. Perseguir a la prensa
crítica. Las revelaciones de investigaciones desde la Unidad de Inteligencia
Financiera contra periodistas y medios críticos son prueba de la determinación
de callar a quien revele abusos del poder. No habrá cabida para el periodismo
libre.
Una agenda de destrucción de
la democracia desde su interior, por quienes se beneficiaron de ella para
llegar al poder. Así es como se fraguan las autocracias de nuestro tiempo.
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