El Pétain mexicano
John M. Ackerman
La Jornada 14 de Agosto de 2017
La indigna subordinación de Enrique Peña Nieto a Donald Trump nos
pone en grave peligro a todos. Trump es un agresivo fascista que acaba de
amenazar con invadir simultáneamente a Venezuela y a Corea del Norte. Es
también un violento racista cuyas bases de apoyo asesinaron un manifestante en
Charlottesville, Virginia, este fin de semana. Para el ocupante de la Casa
Blanca, México y los mexicanos no somos más que carne de cañón en su lucha por
expandir el poderío mundial de Washington y defender los privilegios de
la raza blanca en Estados Unidos.
Trump cumple hoy la misma función que
Adolfo Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Ambos líderes responden a la
decadencia del poder económico y político de sus respectivas naciones con
ataques desesperados simultáneamente dentro y fuera de sus territorios. Hitler
atacaba a Polonia, Francia y Rusia mientras se lanzaba contra los judíos y los
comunistas en su país. Trump interviene militarmente en Asia, América Latina y
Medio Oriente, mientras agrede a los musulmanes y los mexicanos al norte del
río Bravo.
Peña Nieto hoy jugaría entonces el
mismo papel que el general Philippe Pétain, quien gobernó el sur de
Francia desde la ciudad de Vichy por dos años después de la derrota de ese país
por Alemania el 22 de junio de 1940. Hitler permitió a Pétain mantenerse como
el líder de la zona libre para dar la impresión de que una parte del
país todavía mantenía su independencia y soberanía. Pero en realidad Pétain
compartía la ideología fascista de Hitler y su gobierno siguió estrictamente
las órdenes de Berlín.
Los franceses hoy recuerdan con una
sensación de profunda vergüenza y aflicción la experiencia de la Francia
Vichy. Durante dos años un pueblo noble con una gran historia toleraba la
ocupación nazi con el pretexto de que por lo menos una parte del país todavía
mantenía una independencia nominal. Aunque muchos resistían activamente tanto
la ocupación alemana como el gobierno de Pétain, la gran mayoría prefirió el
confort de la ignorancia y los beneficios de la pasividad.
Muchos mexicanos hoy juegan el mismo
papel que los colaboracionistas franceses. Prefieren negociar en lugar de
confrontar al nuevo líder del fascismo y se conforman con la mera apariencia de
la soberanía nacional.Así colocan la soga a sus propios cuellos y facilitan la
destrucción de los principios internacionales de democracia, justicia y respeto
mutuo que surgieron precisamente en respuesta a la tragedia de la Segunda
Guerra Mundial.
No podemos cerrar los ojos frente a la
cruda realidad. Trump no sólo prepara una posible invasión a Venezuela, sino
también a México. El ocupante de la Casa Blanca lanzó la amenaza
correspondiente en su conversación con Peña Nieto el pasado 27 de enero. Tal y
como reveló la transcripción del intercambio (véase: http://ow.ly/tjll30en6lC),
Trump dijo que, frente a la inefectividad de las fuerzas de seguridad
mexicanas, él prepara un operativo de grandes ligas en que los
militares estadunidenses apoyarían cien por ciento con la eliminación
de los “ tough hombres” en México. En otras palabras, las
tropas estadunidenses pronto estarían realizando operativos dentro del
territorio mexicano como si fuera su propia casa.
Mientras, en respuesta a las cobardes
amenazas de intervención militar contra Venezuela, el canciller Luis Videgaray
se limitó a emitir un escueto comunicado que no menciona a Trump ni a Estados
Unidos, sino que simplemente señala, de manera hipócrita y engañosa,
que México continuará trabajando por una solución pacífica a la crisis en
Venezuela(véase: http://ow.ly/Hwxm30en7jh).
Pero aún más grave es el congelamiento
unilateral de las cuentas y los activos de Rafael Márquez y Julión Álvarez en
México por órdenes de Washington. La lista de sospechosos de la Oficina de
Control de Bienes de Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del
Departamento del Tesoro de Estados Unidos no está respaldada por juicio alguno
y solamente aplica a los extranjeros. Más allá de la culpabilidad o la
inocencia de estos dos personajes cercanos a Felipe Calderón y Peña Nieto, como
mexicanos en su país cuentan con el derecho constitucional a la presunción de
inocencia.
Al tratar a estos dos personajes como
si fueran extranjeros en su propio país, el gobierno mexicano viola
flagrantemente el estado de derecho y comete un acto de deleznable servilismo
que no tiene parangón en la historia reciente de la nación.
Por obra y gracia del Pétain mexicano,
Trump ahora tiene el poder despótico e imperial de congelar las cuentas, y
eventualmente también confiscar los bienes, de cualquier mexicano dentro o
fuera del territorio nacional, sin ofrecer prueba alguna de que el indiciado
hubiera cometido alguna irregularidad. Si bien este poder ahora se utiliza para
supuestos narcotraficantes, mañana podría aplicarse a cualquier
persona incómoda para el régimen.
Bajo la mirada impávida de los
colaboracionistas y los negociadores, México se nos va.
Twitter: @JohnMAckerman
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