En 1992, Bill Clinton buscaba el eje de su campaña
presidencial para poder derrotar al presidente George H.W. Bush en las
elecciones de noviembre de ese año, cuando uno de los principales estrategas
del gobernador de Arkansas, de nombre James Carville, se impacientó y les gritó
al resto de sus compañeros “¡es la economía…estúpido!”, subrayando que en esos
momentos el tema que más preocupaba a los estadounidenses era la economía, y no
el terrorismo, o la situación en el Medio Oriente o el mundo de la posguerra
fría.
Pues bien, para las elecciones presidenciales del 2018, tanto
el PRI, como los esfuerzos del PAN y PRD por conformar un frente opositor, y
los de los supuestos “candidatos independientes” están enfocados a la lucha
descarnada por el poder. Esto es, el PRI y sus aliados, mantenerse, como sea,
en él; y la “oposición” sacarlo del mismo.
Sólo tocan superficialmente los temas principales que agobian
a la mayoría de la población y la tienen hundida en la desesperación, la apatía
y la frustración tales como la inseguridad, la violencia, la impunidad, la
pobreza, la desigualdad, la marginación, la corrupción, etc.
Todos ellos buscan fórmulas de mantenerse en el poder o de
llegar a él; e incluso la principal formación política que se enfrenta tanto al
PRI, como al resto de los supuestos partidos de oposición, está centrando su
tema principal de campaña para el 2018 en el combate a la corrupción.
Sin embargo, el verdadero causante de los más graves
problemas del país, que ha provocado la brutal concentración del ingreso en una
minoría; que ha generado enormes desigualdades económico-sociales entre clases
sociales y regiones; el que ha devastado los recursos naturales; el que ha
explotado brutalmente la mano de obra del país; y el que sigue demandando
concesiones y rendiciones de parte de la mayoría de la población es el sistema
económico impuesto al país desde hace 35 años: el neoliberalismo.
La causa profunda de los principales problemas de México es
un sistema económico diseñado y operado para beneficio de una minoría de
plutócratas nacionales, grandes empresas trasnacionales y una casta de
políticos corruptos, que a cambio de dicha corrupción han permitido la
devastación del país, el saqueo de sus finanzas públicas y la explotación
inmisericorde de su mano de obra.
Por lo tanto, lo que no se atreven a decir ninguno de los
partidos políticos, y que en el fondo ha empujado a la búsqueda desmedida de la
ganancia, incluyendo en ello el crecimiento y la colusión de las organizaciones
criminales con el poder político y económico, es el sistema neoliberal, que
funciona en busca de la mayor ganancia, por encima de cualquier necesidad
humana o del propio equilibrio y sustentabilidad medio ambiental.
Y todos los partidos y grupos políticos, unos más que otros;
no se atreven a retar abiertamente a los detentadores del poder de este sistema
(el sistema financiero internacional y las grandes corporaciones
trasnacionales), por lo que prefieren irse “por las ramas”, y señalar que con
nuevas “reformas” o aplicando eficientemente las que ya se han aprobado, con el
tiempo (25 a 50 años) se irán resolviendo los problemas. O, como en el caso de
Morena, que un gobierno honesto y eficaz “limará” las aristas más nocivas del
sistema neoliberal.
La verdad es que dicho sistema no va a permitir ninguna “limadura”,
como ya lo ha demostrado fehacientemente en los casos brasileño, argentino,
venezolano, etc. Sino por el contrario, va a utilizar a su subordinado aparato
de represión para evitar cualquier intento de disminuir sus estratosféricas
ganancias y la concentración de las mismas en la minoría expoliadora
cosmopolita que lo dirige.
Lo demás (gobiernos de coalición, segundas vueltas, etc.),
son cuentos engañabobos para mantener en su lugar lo que realmente les importa
y que no debe cambiar: el sistema de explotación económica, denominado
neoliberalismo.
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