La disputa que se está dando dentro de la coalición
neoliberal gobernante para nombrar al próximo fiscal general, que estará en el
cargo 9 años, tiene distintos ángulos de análisis.
Por un lado, como lo establecimos en la anterior entrega de
este blog, dos facciones de la coalición neoliberal se están disputando el
poder político, con objeto de seguir profundizando el modelo expoliador y depredador
impuesto al país los últimos 30 años. No es una batalla entre distintas
propuestas ideológicas o de proyecto de país, sino sólo una lucha para ver
quien administra el saqueo institucionalizado que prevalece actualmente.
En un segundo nivel, el nombramiento del próximo fiscal, que
supuestamente sería independiente, resulta una variable clave para resguardar
las espaldas a un gobierno tan marcadamente corrupto como el de Peña Nieto; y
por ello, no desea dejar ese flanco abierto, ni siquiera para que lo ocupe un
panista aliado, ya que no está dispuesto a arriesgarse a que lo traicionen y en
el curso del siguiente sexenio se abran investigaciones en contra de él, su
familia y su grupo político en los temas de corrupción, narcotráfico,
violaciones a los derechos humanos, etc.
Y en este sentido Peña ha decidido aliarse con la facción
calderonista del PAN para derrotar a Anaya, y con ese pacto con el fascista ex
presidente Calderón, cubrirse las espaldas ambos (en el remoto caso de que la
opción de izquierda real, o sea López Obrador, triunfe en las elecciones
presidenciales), para evitar investigaciones en su contra; y al mismo tiempo,
Peña le abre la opción a Margarita Zavala (esposa de Calderón) de ser la
candidata presidencial, derrotando así a la facción anayista, para lo cual el gobierno
federal ha iniciado su ofensiva con los reportajes sobre la riqueza de la
familia de Anaya; y ahora, sobre el espionaje de Moreno Valle a diferentes
miembros de la subclase política corrupta.
El pacto Peña-Calderón se confirma, pues 12 senadores calderonistas
no están dispuestos a seguir a su
presidente en la “guerra” que le ha declarado al PRI y al gobierno; y
marcadamente 3 ex funcionarios del gobierno de Calderón ( Ernesto Cordero, ex secretario de Hacienda y de Desarrollo Social; Roberto Gil Zuarth,
que fue su secretario particular; y el ex priista, señaladamente corrupto y
autoritario, muy dado a la traición, Javier Lozano, ex titular de Trabajo y Previsión Social con Calderón), criticaron fuertemente a Anaya y
dieron a entender que votarán favorablemente por Cervantes para Fiscal General.
Así que Peña se encarga de ayudar a Calderón a limpiarle el
terreno dentro del PAN, en favor de su esposa (Margarita Zavala), con las
acusaciones de enriquecimiento a Anaya y de espionaje a Moreno Valle, a cambio
de que los calderonistas apoyen a Cervantes como Fiscal General; y de esa forma
Peña y Calderón se cubren las espaldas por 9 años.
Muy dura la lucha entre facciones de la coalición neoliberal,
que bien puede llevar a mayores rupturas y con ello al debilitamiento de las
dos facciones que se disputan el poder político; la encabezada por Peña, ahora
en alianza con el ex presidente Calderón; y la que está conformando el
presidente del PAN, Ricardo Anaya con la presidenta (muy debilitada) del PRD,
Alejandra Barrales.
En una coyuntura así, López Obrador y Morena deberían
despegar aún más en las preferencias electorales, pero su muy mal manejo de la
designación de su candidata al gobierno de la ciudad de México, y la probable
salida de Ricardo Monreal de dicho partido, en desacuerdo por la forma en que
se realizó este proceso, ponen en riesgo el triunfo de Morena en la capital, y
con ello, debilitan las preferencias electorales de López Obrador.
Aún falta ver lo que sucederá con el Frente Amplio Opositor o
Democrático, como sea que se llame, y si finalmente podrá contar con un candidato
presidencial consensuado; de lo contrario, la facción Peña-Calderón tendrá la
ventaja dentro de la coalición neoliberal gobernante, y lanzará sendos
candidatos (PRI y partidos bonsái; y PAN), que si bien puede dividir el voto
pro régimen, también puede resultar que a último momento el peor posicionado
recule y le deje el campo al más adelantado.
Además, Peña supone que Mancera, jefe de gobierno de la
ciudad de México, en caso de no ser el candidato del frente opositor, se irá
por la libre, y le quitará votos tanto a Morena como al PAN, con lo que se generará
un escenario similar al del Estado de México, en donde el candidato del PRI,
con todo el aparato del Estado a su favor, y la división de la oposición, logró
un “triunfo”, que ahora ha sido avalado por las complacientes y cooptadas
autoridades electorales.
Eso es lo que espera Peña que suceda, falta ver qué talento y
capacidad políticas tiene para lograrlo. Visto lo que ha sucedido durante el
sexenio, habría que dudar en ambos casos.
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