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Zapata

viernes, 27 de octubre de 2017

CATALUÑA DECLARA SU INDEPENDENCIA Y MADRID LA DESAPARICIÓN DEL GOBIERNO AUTÓNOMO

Hoy el Parlamento Catalán ha declarado formalmente la independencia de Cataluña, con una votación de 70 a favor y 10 en contra (los partidos de la oposición se ausentaron); mientras que en Madrid se aprobaba la intervención del gobierno autonómico catalán, de acuerdo con el artículo 155 de la Constitución, con 214 votos a favor y 47 en contra en el Senado[1].
La balanza de poder está claramente en favor del gobierno central, en vista de que la mayor parte de España aprueba o al menos no se opone a las medidas intervencionistas; y de la misma manera, los principales partidos políticos, que tienen mayoría en el Congreso español, se oponen a la independencia catalana.
Así también, una parte no desdeñable de la población de Cataluña[2] (varían las cifras, pero van entre el 40 y el 50% de la población), la mayoría de los cuales provienen de otras partes de España o son extranjeros avecindados ahí, se han manifestado categóricamente contra la independencia.
Además, Madrid ya tiene en Cataluña miles de policías (que han tenido que pernoctar en cruceros atracados en Barcelona, ante la imposibilidad de conseguir espacio en hoteles o instalaciones gubernamentales), y con la aplicación del artículo 155, mediante el cual desaparece el gobierno autonómico de Cataluña, se tendrán que enviar a cientos de funcionarios del gobierno central, para hacerse cargo de la administración, lo cual implicará que las instalaciones y oficinas deberán ser desalojadas por los funcionarios locales; quienes podrían negarse a ello, con el apoyo de la población que favorece la independencia y eso puede generar violencia en su contra, de parte de la policía del gobierno central, e incluso con la intervención del ejército español.
Los políticos catalanes que han impulsado la independencia, encabezados por Carles Puigdemont, han señalado que Cataluña ha ido perdiendo sus facultades autonómicas ante el gobierno central, que fue el que cambió las reglas del estatuto de autonomía hace 11 años (especialmente durante el gobierno de Mariano Rajoy) y se ha negado sistemáticamente a entrar en negociaciones para recuperar esas facultades y especialmente la gran cantidad de recursos económicos que Cataluña aporta a España, mientras que recibe una parte muy inferior en reciprocidad.
No cabe duda que la rivalidad entre Barcelona y Madrid (que se refleja en lo futbolístico, por supuesto), por ser la ciudad líder en España, que termina favoreciendo a la capital española, en vista de que ahí residen los poderes centrales, se ha ido intensificando a lo largo de los años, desde que España dejó la dictadura franquista hace 4 décadas.
Finalmente, la insensibilidad de los gobiernos del Partido Popular (Aznar y Rajoy), y la inefectividad y complacencia de los gobiernos del Partido Socialista Obrero Español (Rodríguez Zapatero), fueron llevando a Cataluña a llamar la atención sobre la inequidad con la que ellos sentían se les trataba; y ya el anterior presidente del gobierno catalán, Artur Mas había convocado a un referéndum para la independencia en 2014, el cual fue prohibido por el gobierno español (aunque se realizó una consulta, tal como la llevada a cabo por Pugidemont, que dio por resultado un sí, a favor de la independencia).
El gobierno de Rajoy se ha atrincherado en la “aplicación de la ley”, sin querer considerar las razones profundas que han llevado a que la mayoría de la clase política catalana, y al menos la mitad de la población, hayan decidido dar un paso tan arriesgado como declarar la independencia.
Para la clase política y los grandes empresarios españoles, Cataluña sólo es una parte más de su dominio económico, del cual extraen muchos más recursos que los que aportan a esa región[3], por lo que no están interesados en entrar en debates sobre si esto es justo o injusto. Su interés es que las cosas sigan igual, para mantener la explotación de una rica región, en beneficio de las clases elevadas de España.
Hay que preguntarse porque al menos la mitad de las municipalidades (si no es que más) de Cataluña apoyan la independencia, ya que no reciben los recursos y el apoyo necesario para su desarrollo, en vista de que el gobierno central aporta a la Generalitat catalana mucho menos de lo que ésta aporta a España.
Y no sólo es una cuestión de recursos económicos y distribución de los mismos; los gobiernos del Partido Popular, herederos del franquismo, se han significado por un desdén (por decir lo menos), por la cultura y las lenguas propias de las regiones autónomas, que evidentemente éstas resienten, en especial en las pequeñas comunidades y pueblos, donde las tradiciones son más arraigadas.
El pronóstico no es bueno para Cataluña, pues prácticamente está sola en esta lucha, y lo más probable es que el gobierno central tome las riendas del gobierno catalán (incluso a sangre y fuego, si fuera necesario), y desde ahí convocará a elecciones, tratando de que los partidos opuestos a la independencia triunfen. Pero de no ser así, y en caso de que los partidos por la independencia vuelvan a ganar, la crisis permanecerá, pues Madrid no querrá soltar el control del gobierno catalán y eso podría llevar a una respuesta violenta, de parte de los independentistas. Recordemos que la cerrazón y la represión de Madrid contra las provincias vascas, provocó el surgimiento de ETA, y con ello décadas de actos terroristas y de represión contra la población vasca. Ojalá quepa la prudencia en Madrid (se ve difícil, con un gobernante tan autoritario y falto de miras como Rajoy) y en Barcelona, para evitar un baño de sangre en esa región.



[2] El 43.1% de la población usa habitualmente el catalán como su idioma; el resto lo conoce y/o lo habla. https://es.wikipedia.org/wiki/Catalu%C3%B1a

[3] Cataluña, a diferencia del País Vasco y Navarra, carece de autonomía fiscal.

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