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Zapata

martes, 24 de enero de 2017

LO QUE NO ACEPTARÁ EL GOBIERNO DE TRUMP

De los 10 objetivos que Peña Nieto estableció ayer para la negociación con el gobierno de Estados Unidos en los temas más relevantes de la agenda bilateral, hay varios que Donald Trump y su gabinete ni siquiera se tomaran la molestia de considerar.
Pero veámoslos uno por uno:
Que el gobierno de Estados Unidos se comprometa a dar un trato humano y respetar los derechos de los migrantes (se supone que los derechos humanos, no así los laborales, en vista de que entraron sin documentos al país).
Es factible que el gobierno de Trump señale que dará ese trato humano, pero los hechos lo van a contradecir rápidamente. Ya en la actualidad el trato que reciben los indocumentados en los centros de detención de la Unión Americana (hacinados, sin instalaciones sanitarias o camas suficientes, sin adecuada atención médica, etc.) son criticables, desde el punto de vista de los derechos humanos; por lo que esperar que la administración de Trump mejore en ese sentido, es pecar de ingenuo.
Que los procesos de repatriación se realicen de manera ordenada y coordinada, y que se mantengan los protocolos y acuerdos existentes en la materia, es uno de los puntos que seguramente Trump y su equipo van a rechazar, porque eso implica que Estados Unidos debe asumir responsabilidades y costos en dicha repatriación, y para Trump son las autoridades mexicanas las culpables principales de la migración indocumentada, por lo que debe ser nuestro país el que se haga cargo de esos costos y responsabilidades para el caso de la repatriación de los mexicanos; y también de centro, sudamericanos, caribeños y hasta de africanos, argumentando que todos ellos recibieron permisos de las autoridades mexicanas en muchos casos o entraron por territorio mexicano a la Unión Americana, por lo que es nuestro gobierno quien tiene que hacerse cargo de ellos.
Compromiso de Estados Unidos y México para trabajar de manera conjunta en el desarrollo de Centroamérica.
Otro punto que será rechazado por Estados Unidos, pues Trump ha señalado que su país ya no puede estar ayudando o interviniendo en otras regiones y países, y ahora debe concentrarse en resolver sus propios problemas. Así que se ve cuesta arriba que el gobierno estadounidense asuma un compromiso así, en la actual coyuntura política.
Lo que le va a exigir Trump a Peña es que cierre su frontera Sur, para evitar el flujo de centroamericanos (como Estados Unidos cerrará su propia frontera con México), pero no se ve cómo pueda comprometer recursos económicos para ayudar a Centroamérica; y menos en una negociación con México; en todo caso lo hará directamente con los países centroamericanos.
Asegurar el libre flujo de remesas de los indocumentados. Este punto por supuesto que no lo va a aceptar Trump, pues es su principal palanca para obligar al gobierno de Peña a aceptar concesiones en el tema comercial; y también es su mejor opción para cobrarle a México el muro fronterizo.
Ahora bien, si este objetivo es la “línea roja” del gobierno mexicano que no puede ser traspasada, en caso de que Trump se niegue a concederlo, entonces seguramente la negociación durará muy poco tiempo, pues difícilmente el gobierno de Estados Unidos le cederá este punto a nuestro país.
Detener el ingreso ilegal de armas y de dinero de procedencia ilícita. Esto es una acusación directa al gobierno de Estados Unidos que ha permitido ese flujo de Norte a Sur por décadas. El gobierno de Trump se puede comprometer a combatir ambos flujos, pero va a pedir a cambio que México cierre su frontera sur o que pague el muro; o aún más concesiones en materia de seguridad (ya tienen dos centros de “fusión de información” manejados por ellos en nuestro país; sus agentes pueden portar armas; se le compran millones de dólares en equipo para las policías y las fuerzas armadas; se capacitan a policías, soldados y marinos en Estados Unidos, etc.), lo que evidentemente subordinaría más al gobierno mexicano, respecto al aparato de seguridad estadounidense.
Preservar el libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, sin establecer cuotas o aranceles. Simplemente imposible que Estados Unidos acepte esto, pues de lo que se trata la “renegociación” para el gobierno de Trump, es precisamente revertir el superávit comercial de México en favor de Estados Unidos, y revertir la salida de inversión de la Unión Americana hacia México.
En este sentido, las cuotas y aranceles son instrumentos que deben tener los negociadores estadounidenses, y no se van a privar de ellos aún antes de sentarse a negociar. Así que, este es otro punto que no aceptarán Trump y su equipo.
Modernizar el tratado incluyendo sectores como las telecomunicaciones, la energía y el comercio electrónico. Algo que ya estaba integrado en el Acuerdo Transpacífico, por lo que los negociadores estadounidenses podrían aceptarlo, siempre y cuando las ventajas para ellos sean muy evidentes.
Un acuerdo que incluya mejores salarios para los trabajadores mexicanos. Si bien Estados Unidos puede estar de acuerdo en este punto, eso no le compete, sino a las empresas y al gobierno mexicano, por lo que a Trump este punto no le afecta.
Proteger el flujo de inversiones hacia México. Si bien nuestro gobierno buscará que este flujo siga; obviamente el de Estados Unidos buscará que se revierta en su favor, así que aquí va a ver desencuentros desde el principio de la negociación.
Trabajar por una frontera que una y no que divida. O sea, negarse al muro, que de todas formas lo va a construir el gobierno de Trump (fue su principal promesa de campaña), por lo que tampoco habrá acuerdo en este punto.
Así que seis de los 10 objetivos del gobierno mexicano van a encontrar seria oposición del gobierno de Estados Unidos (repatriación ordenada; desarrollo de Centroamérica; libre flujo de remesas; preservar libre comercio; proteger flujo de inversiones; frontera que una); 3 los puede aceptar en principio (trato humano; combate a flujo de armas y dinero; nuevos sectores en el tratado) y uno lo va a ignorar (mejores salarios para los trabajadores mexicanos en nuestro país).

Así que los negociadores mexicanos no deberían ir con grandes expectativas, ya que la mayoría de los objetivos que llevan planteados no van a ser aceptados por los estadounidenses, por lo que la posibilidad de que la negociación no se prolongue demasiado (eso suponiendo que los mexicanos cumplirán con su compromiso de levantarse de la mesa si sus “líneas rojas” de la negociación son cruzadas), y de hecho termine sin acuerdos en la mayoría de los puntos, tiene altas probabilidades de suceder. Con lo cual se deberían ir considerando planes alternativos (que seguramente nuestras ingenuas autoridades no tienen), en caso de que se presente un escenario así.

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