De los 10 objetivos que Peña Nieto estableció ayer para la
negociación con el gobierno de Estados Unidos en los temas más relevantes de la
agenda bilateral, hay varios que Donald Trump y su gabinete ni siquiera se
tomaran la molestia de considerar.
Pero veámoslos uno por uno:
Que el gobierno de
Estados Unidos se comprometa a dar un trato humano y respetar los derechos de
los migrantes (se
supone que los derechos humanos, no así los laborales, en vista de que entraron
sin documentos al país).
Es factible que el gobierno de Trump señale que dará ese
trato humano, pero los hechos lo van a contradecir rápidamente. Ya en la
actualidad el trato que reciben los indocumentados en los centros de detención
de la Unión Americana (hacinados, sin instalaciones sanitarias o camas
suficientes, sin adecuada atención médica, etc.) son criticables, desde el
punto de vista de los derechos humanos; por lo que esperar que la administración
de Trump mejore en ese sentido, es pecar de ingenuo.
Que los procesos de
repatriación se realicen de manera ordenada y coordinada, y que se mantengan
los protocolos y acuerdos existentes en la materia, es uno de los puntos que
seguramente Trump y su equipo van a rechazar, porque eso implica que Estados
Unidos debe asumir responsabilidades y costos en dicha repatriación, y para
Trump son las autoridades mexicanas las culpables principales de la migración
indocumentada, por lo que debe ser nuestro país el que se haga cargo de esos
costos y responsabilidades para el caso de la repatriación de los mexicanos; y
también de centro, sudamericanos, caribeños y hasta de africanos, argumentando
que todos ellos recibieron permisos de las autoridades mexicanas en muchos
casos o entraron por territorio mexicano a la Unión Americana, por lo que es
nuestro gobierno quien tiene que hacerse cargo de ellos.
Compromiso de
Estados Unidos y México para trabajar de manera conjunta en el desarrollo de
Centroamérica.
Otro punto que será rechazado por Estados Unidos, pues Trump
ha señalado que su país ya no puede estar ayudando o interviniendo en otras
regiones y países, y ahora debe concentrarse en resolver sus propios problemas.
Así que se ve cuesta arriba que el gobierno estadounidense asuma un compromiso
así, en la actual coyuntura política.
Lo que le va a exigir Trump a Peña es que cierre su frontera
Sur, para evitar el flujo de centroamericanos (como Estados Unidos cerrará su
propia frontera con México), pero no se ve cómo pueda comprometer recursos
económicos para ayudar a Centroamérica; y menos en una negociación con México;
en todo caso lo hará directamente con los países centroamericanos.
Asegurar el libre flujo
de remesas de los indocumentados. Este punto por supuesto que no lo va a aceptar Trump, pues
es su principal palanca para obligar al gobierno de Peña a aceptar concesiones
en el tema comercial; y también es su mejor opción para cobrarle a México el
muro fronterizo.
Ahora bien, si este objetivo es la “línea roja” del gobierno
mexicano que no puede ser traspasada, en caso de que Trump se niegue a
concederlo, entonces seguramente la negociación durará muy poco tiempo, pues
difícilmente el gobierno de Estados Unidos le cederá este punto a nuestro país.
Detener el ingreso
ilegal de armas y de dinero de procedencia ilícita. Esto es una acusación directa al
gobierno de Estados Unidos que ha permitido ese flujo de Norte a Sur por
décadas. El gobierno de Trump se puede comprometer a combatir ambos flujos,
pero va a pedir a cambio que México cierre su frontera sur o que pague el muro;
o aún más concesiones en materia de seguridad (ya tienen dos centros de “fusión
de información” manejados por ellos en nuestro país; sus agentes pueden portar
armas; se le compran millones de dólares en equipo para las policías y las
fuerzas armadas; se capacitan a policías, soldados y marinos en Estados Unidos,
etc.), lo que evidentemente subordinaría más al gobierno mexicano, respecto al
aparato de seguridad estadounidense.
Preservar el libre
comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, sin establecer cuotas o
aranceles.
Simplemente imposible que Estados Unidos acepte esto, pues de lo que se trata
la “renegociación” para el gobierno de Trump, es precisamente revertir el
superávit comercial de México en favor de Estados Unidos, y revertir la salida
de inversión de la Unión Americana hacia México.
En este sentido, las cuotas y aranceles son instrumentos que deben tener los negociadores estadounidenses, y no se van a privar de
ellos aún antes de sentarse a negociar. Así que, este es otro punto que no
aceptarán Trump y su equipo.
Modernizar el tratado
incluyendo sectores como las telecomunicaciones, la energía y el comercio
electrónico. Algo
que ya estaba integrado en el Acuerdo Transpacífico, por lo que los
negociadores estadounidenses podrían aceptarlo, siempre y cuando las ventajas
para ellos sean muy evidentes.
Un acuerdo que incluya
mejores salarios para los trabajadores mexicanos. Si bien Estados Unidos puede estar
de acuerdo en este punto, eso no le compete, sino a las empresas y al gobierno
mexicano, por lo que a Trump este punto no le afecta.
Proteger el flujo de
inversiones hacia México. Si bien nuestro gobierno buscará que este flujo siga; obviamente el de
Estados Unidos buscará que se revierta en su favor, así que aquí va a ver
desencuentros desde el principio de la negociación.
Trabajar por una
frontera que una y no que divida. O sea, negarse al muro, que de todas formas lo va a
construir el gobierno de Trump (fue su principal promesa de campaña), por lo
que tampoco habrá acuerdo en este punto.
Así que seis de los 10 objetivos del gobierno mexicano van a
encontrar seria oposición del gobierno de Estados Unidos (repatriación ordenada;
desarrollo de Centroamérica; libre flujo de remesas; preservar libre comercio;
proteger flujo de inversiones; frontera que una); 3 los puede aceptar en
principio (trato humano; combate a flujo de armas y dinero; nuevos sectores en
el tratado) y uno lo va a ignorar (mejores salarios para los trabajadores
mexicanos en nuestro país).
Así que los negociadores mexicanos no deberían ir con grandes
expectativas, ya que la mayoría de los objetivos que llevan planteados no van a
ser aceptados por los estadounidenses, por lo que la posibilidad de que la
negociación no se prolongue demasiado (eso suponiendo que los mexicanos
cumplirán con su compromiso de levantarse de la mesa si sus “líneas rojas” de
la negociación son cruzadas), y de hecho termine sin acuerdos en la mayoría de
los puntos, tiene altas probabilidades de suceder. Con lo cual se deberían ir
considerando planes alternativos (que seguramente nuestras ingenuas autoridades
no tienen), en caso de que se presente un escenario así.
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