Aún antes de tomar posesión, Trump está haciendo una labor de
zapa contra México en materia de inversiones, amenazando a General Motors y a
Ford (ya lo había hecho durante la campaña), con aplicarle tarifas (aranceles)
a los autos que produzcan en México y quieran venderlos a Estados Unidos. Y
ambas empresas harán caso al nuevo presidente de ese país.
Como lo hemos comentado reiteradamente en este blog, a Trump
y a su coalición de millonarios, generales y xenófobos-racistas, les importa un
pepino el derecho internacional, los organismos internacionales y los tratados
multilaterales. Aún son la primera potencia económica y militar del mundo y
pretenden ejercer ese privilegio hasta sus últimas consecuencias.
Han escogido a México como el conejillo de indias en el que van a demostrar ese poder, con la
esperanza de que eso convenza al resto del mundo de que van en serio.
Y es que el caso de México es bien fácil para ser usado por
Trump y compañía, ya que la servil, vasalla y corrupta subclase política
mexicana, sus socios oligarcas-depredadores y del crimen organizado, han hecho
sus fortunas bajo la protección del imperialismo estadounidense, que les ha
permitido enriquecerse a costillas del pueblo mexicano, mediante la corrupción,
los abusos, los oligopolios, los fraudes y la explotación brutal del
acomplejado, manipulado, coaccionado y “satisfecho” pueblo mexicano. A cambio
de ello, la superpotencia tiene como vecino a un país que hace lo que se le
ordene en materia económica, política y militar.
De ahí que Trump sabe que aún puede exprimir mucho más a
México y sobre todo culparlo de casi todos los problemas que tienen los
estadounidenses, como la migración indocumentada, que según ellos quita
trabajos a los estadounidenses, aumenta los crímenes violentos y deprime los
salarios; la crisis de la industria manufacturera, ocasionada por el NAFTA,
debido a la salida de industrias hacia México; así como una parte importante
del déficit comercial del país; y, por si fuera poco, también la crisis de
drogadicción que sufre Estados Unidos, es atribuida a los cárteles mexicanos
que trafican la droga por la frontera entre ambos países.
Es decir, junto con China y los terroristas “radicales
musulmanes”, México es la principal amenaza para Estados Unidos, y estos tres
factores externos, más la incompetencia de los políticos tradicionales de
Washington, son los causantes de los problemas de los estadounidenses.
Con ello las élites de ese país le lavan la cara al
depredador sistema económico capitalista, que provoca la mayoría de las
desventuras económicas de las clases medias y trabajadoras estadounidenses; y
de la misma forma, le lavan la cara al complejo-militar-industrial-de
seguridad, que es el que constantemente crea e inventa las “amenazas” a la
seguridad de Estados Unidos, con lo que la máquina de billones y billones de
dólares que da vida al monstruo armamentista, puede seguir funcionando.
Qué mejor que tener un débil, incompetente y aquiescente
vecino que está dispuesto a ser culpado por todos los males habidos y por haber
en Estados Unidos, y que puede ser convenientemente aplastado económica y
políticamente, para demostrar el poder de la superpotencia al resto del planeta,
sin que ningún país levante un dedo para evitarlo o protestar, en vista de que
desde hace mucho tiempo el mundo entero sabe que México es menos que el
traspatio de Estados Unidos, es su WC.
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