PATÉTICO
Así es,
patético fue ver como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador
(AMLO) se arrodilló (figurativamente) ante los señores del dinero, es decir los
banqueros, en la Convención de la Asociación de Banqueros de México, realizada
en Acapulco, pidiéndoles perdón porque, en su infinita verborragia, adelantó en
su “mañanera”, que el Banco de México había subido 50 puntos base la tasa de
interés (de 6 a 6.5 por ciento), antes de que el propio banco central lo diera
a conocer.
Sin duda fue
una falta, pues el secretario de Hacienda, Rogelio Ramirez de la O, que asiste
a las reuniones del banco central en donde se decide la política monetaria,
informó al presidente de ese hecho; y éste, indebidamente (según él, porque creyó
que la información ya era pública) dio la información en su diaria conferencia
de prensa.
Yo quiero
ver quién va a acusar al presidente de haber violado la confidencialidad que
debe privar en materia monetaria (y por lo tanto la ley), sobre las decisiones
del Banco de México, cuando dicha institución está dirigida por la ex subsecretaria
de Hacienda, Victoria Rodríguez, nombrada por el propio AMLO; cuando el propio
presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar es aliado incondicional de AMLO;
cuando el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz, fue propuesto y ha
sido apoyado políticamente por el presidente López Obrador; y cuando las
mayorías en las cámaras de Diputados y Senadores son del partido creado por el
presidente y que ahora es el partido oficial, Morena.
Pero esto no
es lo más grave del asunto; lo realmente grave es que por primera vez en su
vida política, AMLO aceptó públicamente haber cometido un error; y lo peor de
todo, es que se fue a disculpar de ese error, ante los banqueros de México.
Unos verdaderos “chupasangre”, que en su mayoría son representantes de
instituciones extranjeras[1], que el año pasado
obtuvieron una utilidad récord de $182,000 millones de pesos; un 65.7% más que
los 102,000 millones de pesos de utilidad que obtuvieron en 2020.
Es decir, en
plena pandemia, la banca “mexicana” ha obtenido de utilidad 284,000 millones de
pesos, mientras que la sociedad mexicana se hundía en la peor crisis económica de
los últimos 90 años.
Y ante esos
esquilmadores, AMLO se fue a postrar, por primera vez en su carrera política,
para pedirles perdón porque adelantó el alza en la tasa de interés del banco
central; y lo volvió a hacer el día siguiente (hoy) en una gira por el estado
de Morelos.
Además,
reiteró su indeclinable respeto por la autonomía del Banco de México, que se rige
de facto por lo que la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos y el Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea, Suiza
(es el banco de bancos centrales) le ordenan.
Las reservas
internacionales del Banco de México, que no de México, suman hoy 200,976
millones de dólares, que están depositadas en bancos de Estados Unidos y el
Reino Unido. Es decir, si quiere disponer de ellas, debe pedirlas a estos
bancos (que por cierto, no se sabe cuáles son, porque es considerada
información “confidencial”); en donde además, no gana intereses; por el
contrario, debe pagar una cantidad variable cada año, para que le “cuiden” sus
reservas. Un verdadero atraco.
Por cierto,
una cantidad que ronda entre 4 y 5 mil millones de dólares de esas reservas,
supuestamente están depositadas en el Banco de Inglaterra, en oro macizo[2]; pero da la casualidad de
que las autoridades mexicanas nunca han podido ver el famoso “oro”, y sólo les
muestran certificados que avalan que está ahí. Lo más probable es que la “Pérfida
Albión” ya haya dispuesto del oro mexicano, que las confiadotas autoridades del
Banco de México depositaron hace muchos, muchos años en esa institución; y que
seguramente nunca más lo volverán a ver.
Pues bien,
ante estos explotadores AMLO se presentó para asegurarles que en lo que queda
de su lamentable gobierno, no habrá ley o reglamento alguno que los perjudique,
especialmente sus ganancias; ni nada que los pueda molestar en sus negocios.
Sólo les fue a pedir que por favor, den más crédito al campo y a las clases más
desfavorecidas del país, lo que seguramente ha de haber causado una enorme
hilaridad entre los presentes de la malhadada convención.
Para nada hubo
un reclamo de que se ponga orden en la prepotente y penetrada por el crimen
organizado, banca “mexicana”, en donde se estafa a los clientes, hay robos de
identidad, se cobran comisiones estratosféricas, etc. La Condusef recibe más de
3 millones de reclamaciones por fraude en un año, lo que demuestra que la mayor
parte de la banca mexicana (ya sean directivos y/o empleados) están coludidos
con el crimen organizado, para robar a los cuentahabientes.
Pero AMLO,
ni siquiera de pasada hizo referencia a eso, y sólo fue a pedir perdón por
haber mancillado un poquito, la sacrosanta autonomía de una institución que
trabaja para el gran capital internacional, y a la que le importa un pepino el
pueblo de México, del que tanto se preocupa AMLO.
PATËTICO.
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