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Zapata

jueves, 24 de marzo de 2022

 DOMINIUM MUNDI

Así se conocía la idea de dominio universal desarrollada durante los siglos XI al XIII, en plena Edad Media, que pretendía recrear un poder supremo mundial, inspirado en el Imperio Romano; y que el llamado Sacro Imperio Romano Germánico pretendió revivir en esa época; pero no pudo lograrlo, al encontrarse con la férrea oposición del papado, que buscaba lo mismo.

Lo que sucedió después fue el creciente fortalecimiento de las monarquías y posteriormente de los nacionalismos, que acabaron por desfondar la idea de un imperio universal.

Sin embargo, las viejas ideas pueden encontrar nuevos bríos en las circunstancias actuales, ya que desde el país hegemónico, Estados Unidos, se está recreando este objetivo de establecer una especie de nuevo imperio que gobierne sobre todo el mundo.

La cada vez más estancada “operación militar especial” rusa en Ucrania, está sirviendo como pretexto perfecto a Estados Unidos, para unificar bajo sus órdenes a los países de Europa, Asía-Pacífico; y espera que pronto pueda obligar a ello a los de Africa, América Latina y Medio Oriente[1].

El garlito con el que Washington pretende unificar al mundo a su alrededor es que Estados Unidos y sus vasallos europeos, representan la democracia, el respeto a los derechos humanos, y en resumidas cuentas la “civilización”.

Mientras que sus adversarios, principalmente Rusia y China (junto con Irán, Siria, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bielorrusia), representan “autocracias”, “dictaduras” y “totalitarismos”, que deben ser confrontados y derrotados, porque en esencia son presentados como los “bárbaros” que quieren acabar con la “civilización”.

Podría decirse que es un exceso de maniqueísmo lo que presentamos aquí, pero basta ver un día entero los noticieros, programas especiales, documentales, etc. sobre la situación en Ucrania, que se transmiten en la televisión abierta y los canales de paga de los países occidentales; así como los artículos y reportajes de los principales diarios de dichos países, para darse cuenta de que ese maniqueísmo se queda corto; ya que el grado de exageración al que han llegado en Occidente para presentarse como los “puros” y “buenos” vs. los “malvados” rusos y quienes se atrevan a apoyarlos, llega a extremos ridículos; pero al mismo tiempo, sumamente peligrosos.

Como de costumbre en una situación de guerra, la verdad es la primera baja, y en Occidente se han dado a la tarea de aprovechar el error estratégico ruso, al atacar a Ucrania, para conformar un bloque de países (casi mundial), bajo la égida estadounidense, que aísle por completo a Rusia de la sociedad internacional.

El objetivo no sólo es aislar totalmente a Rusia y a todos aquéllos países que se atrevan a apoyarla, sino iniciar la desaparición de dicho país, tal como lo conocemos actualmente, tratando de destruirlo económicamente, para que la insatisfacción social interna lleve, no sólo a un cambio de régimen (la caída de Putin y su coalición gobernante), sino incluso la desaparición del Estado Ruso, quizás con la intención de partirlo en varios países clientes de Occidente, que ya no puedan convertirse en una “amenaza” a su hegemonía.

Recordemos que esa ha sido la intención en Medio Oriente con las devastaciones de Irak, Libia, Siria y Afganistán (y la siempre esperada, y aún no lograda, de Irán), para dejar a Israel como el país hegemónico de la región.

Pero en los casos afgano y sirio, el plan se derrumbó, primero porque los talibanes nunca se rindieron y después de 20 años acabaron echando de su territorio a los estadounidenses y sus aliados; y en el sirio, porque además de la férrea respuesta del gobierno de Assad al intento por derrocarlo a través de terroristas y mercenarios, se adicionó la ayuda militar de Irán y Rusia.

Ahora Occidente se siente confiado en que Rusia se desgastará por meses, y porque no, durante años en Ucrania (de ahí la permanente entrega de armas a los ucranios, para mantener la guerra), ocasionándole un enorme desgaste a su aparato militar; y con las brutales sanciones económicas en su contra, se generará una crisis interna, que eventualmente puede llevar a la caída del gobierno de Putin, con lo que Occidente podría abalanzarse sobre Rusia, para dejarla nuevamente en los “huesos”; como lo hizo, una vez que desapareció la URSS en 1991.

El problema con este “magno plan” para establecer el Dominium Mundi estadounidense, es que están acorralando a una potencia que tiene 6500 armas nucleares, misiles hipersónicos y la voluntad de usar dichas armas, si el régimen actual se ve amenazado con su destrucción.

Además, Occidente ya designó a Putin y a toda la clase política, militar y económica rusa como “criminales de guerra”, por lo que en principio, los gobernantes rusos serían candidatos a ser juzgados, como lo fueron los nazis y los nacionalistas japoneses después de la Segunda Guerra Mundial (o los dirigentes serbios después de las guerras en los Balcanes, a finales del s. XX); y por lo tanto, podrían terminar fusilados o colgados.

De ahí que para la dirigencia rusa, ante estas perspectivas, no se descarta la posibilidad de desatar una guerra total, incluyendo armas nucleares, químicas y biológicas, en contra de Occidente, si siente que está a punto de ser derrotada y eliminada; lo que implica un riesgo real que puede llevar a la humanidad a su extinción. en una Tercera Guerra Mundial con armas de destrucción masiva.

Los dirigentes occidentales, en su infinita arrogancia y sentido de superioridad, están muy seguros de que Putin no se atreverá a iniciar una guerra nuclear. Se equivocan por completo.

Más vale que gobernantes con cabeza fría comiencen a tomar las decisiones en Washington, Londres, Bruselas, Paris, Tokio, Berlín y Tel Aviv; de lo contrario, indefectiblemente, el mundo se dirige a su destrucción.



[1] En la próxima reunión del G20 en Indonesia, se buscará expulsar a Rusia de ese grupo, y al mismo tiempo presionar a los países que hasta ahora se han negado a sancionar a Rusia, por su intervención militar en Ucrania (entre otros, India, Brasil, Argentina, México, y por supuesto China), para que se sumen a las draconianas sanciones impuestas por Occidente.

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