El suicidio del PAN y los retos de la 4T
John M.
Ackerman
https://www.jornada.com.mx/2021/09/06/opinion/019a2pol
El pacto
entre dirigentes del PAN y el partido neofascista español Vox, firmado la
semana pasada en las instalaciones del Senado de la República, implica el fin
de cualquier fantasía con respecto a la supuesta vocación
democrática de este partido opositor creado en 1939 para combatir las
políticas revolucionarias del general Lázaro Cárdenas del Río.
Y el circo
mediático armado por Lía Limón y otros alcaldes electos del PAN en las
inmediaciones del Congreso de la Ciudad de México, evidencia la desesperación
de una oposición capitalina que si bien tuvo victorias electorales importantes
en las elecciones pasadas no cuenta con una visión de futuro ni proyecto político
propio.
El PAN está
destinado a convertirse en un partido marginal que agrupa un pequeño porcentaje
de la población convencido de la necesidad de defender sus privilegios y
prebendas de las supuestas
políticas populistas o comunistas de los gobiernos de
Morena.
La principal
oposición a la Cuarta Transformación (4T) durante los próximos años no
provendrá de la esfera partidista o electoral, sino de las instituciones
heredadas del viejo régimen. Por ejemplo, la elección del fiel calderonista,
Reyes Rodríguez Mondragón, como presidente de la sala superior del TEPJF, así
como las nuevas multas del INE a Morena y el PT, señalan el recrudecimiento de
las estrategias de guerra jurídica, o lawfare, contra el
obradorismo.
Mientras, el
PRI va encaminado a ser el nuevo partido satélite de Morena. La negociación
reciente que colocó a Rubén Moreira como presidente de la Junta de Coordinación
Política de la Cámara de Diputados demuestra que este viejo partido de Estado
prefiere formar parte de la coalición gobernante encabezada por López Obrador a
aliarse con los neofascistas del PAN. El descalabro de los dinosaurios en las
últimas elecciones los ha dejado en una situación de debilidad extrema que los
obliga a pactar con el poder para sobrevivir.
Se configura
entonces una situación de polarización política cada vez más pronunciada entre
Morena y sus aliados del PT, PVEM, PES y PRI, por un lado, y el PAN junto con
sus aliados de la oligarquía empresarial, como Claudio X. González, y del
golpismo institucional, como Reyes Rodríguez y Lorenzo Córdova, por el otro.
El
obradorismo saldrá avante. Las altas tasas de popularidad para López Obrador,
de entre 60 y 70 por ciento, aseguran que el Presidente mantendrá la sartén por
el mango con respecto al manejo de los escenarios político, económico y
mediático durante los próximos años. No hay mayor duda con respecto a su
victoria en el ejercicio de revocación de mandato en marzo de 2022 y todo
parece indicar que Morena tiene en la bolsa el triunfo en las elecciones
presidenciales de 2024.
Sin embargo,
no queda claro cuál sería el papel del pueblo mexicano en esta lucha histórica.
Hasta hoy hemos tenido un rol importante pero pasivo. Respondemos a encuestas,
nos desahogamos en las redes sociales y acudimos a las urnas para expresar
nuestras opiniones.
Sin embargo,
el nuevo sistema político todavía no ofrece espacios para la confluencia, el
debate, y la discusión pública de los grandes temas nacionales. Tampoco existen
nuevos mecanismos para la toma de decisiones de manera participativa y popular
desde las bases. Brillan también por su ausencia las grandes manifestaciones
populares en las calles en favor de la 4T y su agenda de reformas políticas,
económicas y sociales.
En suma,
todavía no se consolida el sujeto histórico que pueda garantizar la continuidad
del proyecto de transformación más allá del sexenio actual. Esta ausencia
preocupante es resultado del burocratismo, el elitismo y la operación de sectas
y grupos de poder dentro de Morena. El tan anhelado y
anunciado partido-movimiento se ha quedado en puro discurso, sin
hechos que lo respalden.
La mayoría
de los gobiernos de Morena también nos han quedado a deber. Las consultas
populares constituyen un buen paso, pero no dejan de ser ejercicios electorales
en que la población es convocada a opinar de manera coyuntural sobre un tema
específico. Hace falta impulsar procesos más constantes e integrales de
participación para generar un verdadero empoderamiento popular.
Este
inmovilismo es también responsabilidad de la falta de mayor trabajo
organizativo desde la misma sociedad civil, desde luego. En lugar de esperar
las convocatorias de Morena o del gobierno, las organizaciones sociales
(estudiantiles, campesinas, obreras, urbanas, magisteriales, etcétera) tendrían
que abrazar el momento histórico para construir directamente el poder popular
desde abajo.
Los
espectaculares éxitos de la gestión de López Obrador merecen tener continuidad
en los próximos sexenios. Pero ello no ocurrirá por arte de magia. Tenemos tres
años para construir entre todos una fuerza social con suficiente poder para
obligar a los futuros gobiernos de Morena a mantenerse fieles a la causa de la
4T.
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