EL ONCE DE SEPTIEMBRE
A 20 años de
los ataques terroristas en Estados Unidos que desataron la “Guerra Global
contra el Terror” (Global War on Terror, GWOT), los saldos para la
humanidad han sido desastrosos, pero para quienes idearon e instrumentaron esta
política han sido, en general, redituables económica y políticamente.
Desde ese
martes 11 de septiembre del 2001 cuando en vivo y a todo color el mundo vio
como aviones de pasajeros se estrellaban contra las Torres Gemelas de Nueva
York, y después se derrumbaban en segundos, en una demolición controlada; cómo
era atacado el Pentágono[1] y, otro avión,
supuestamente dirigido a la Casa Blanca, terminaba estrellándose en una zona
rural de Pennsylvania[2], han surgido cualquier
cantidad de versiones y teorías sobre quiénes fueron los autores intelectuales
y materiales de los ataques; y de cómo y porqué lo hicieron.
Pero la
teoría de la conspiración más bizarra, absurda y estúpida de todas es la que
han mantenido como versión oficial el gobierno de Estados Unidos, sus medios de
comunicación vasallos y los gobiernos de los países aliados y subordinados de
la superpotencia.
Y es que
creer que un grupúsculo de radicales islámicos -por cierto, originalmente
financiados y apoyados por Estados Unidos para combatir al ejército de la Unión
Soviética que ocupó Afganistán entre 1979 y 1989- conocido como Al Qaeda, tuvo
los medios materiales, financieros, logísticos y de inteligencia para realizar
un ataque de esa magnitud, burlando a las 17 agencias de seguridad de Estados
Unidos; todo controlado desde una cueva en Tora Bora, Afganistán, y realizado
por 19 “árabes” que subieron a los aviones de pasajeros, los secuestraron con
unos cuantos “cutters”, los pilotearon como expertos (después de recibir algunas
clases de vuelo, en avionetas en la Florida) y los estrellaron a cientos de
kilómetros por hora, bajando casi en picada contra las Torres Gemelas en Nueva
York y el Pentágono en Washington, es tener una imaginación que raya en la
locura.
Realmente
hay que ser verdaderamente estúpido para creer eso, y aún más, aceptar que el
edificio World Trade Center 7 se derrumbó horas después, sólo por que cayeron
algunos escombros que incendiaron muebles del edificio y ello llevó a que se
desintegrara en caída libre en menos de 7 segundos. Bueno, que todo un país, y
una buena parte de la población de “Occidente” (cualquier cosa que eso
signifique) acepte esa versión, implica que las élites políticas y económicas
que idearon esto, tienen un control orwelliano sobre las desinformadas y
borreguiles masas de sus países.
Cui bono.
Por ello, en
todo crimen, hay que analizar, antes que nada, quién o quiénes se beneficiaron
de él; y eso da la clave de quiénes estuvieron detrás de los ataques.
¿Para qué
querría Osama bin Laden, llevar a cabo un ataque de esta magnitud (bueno, ni
siquiera tendría los medios para realizarlo)[3], que sólo desataría, como
sucedió, una respuesta brutal de la principal potencia militar del mundo y de
sus aliados y vasallos, lo que seguramente llevaría a la destrucción de su
organización? Según la interpretación de los “expertos”, con los ataques y la
reacción de Estados Unidos, se generaría más odio hacia este país y así se
incrementaría la membresía y el apoyo a Al Qaeda[4]. Visto lo que ha sucedido
durante 20 años, Al Qaeda no se fortaleció[5], eliminaron a bin Laden, y
surgieron otros grupos terroristas[6], ayudados y protegidos en
sus inicios por Occidente[7], como el Estado Islámico[8], que sirvió para
justificar la intervención militar en Siria y en Irak, con el verdadero y único
objetivo de acabar con el gobierno de Bashar el Assad en Damasco, lo que hasta
ahora no han conseguido.
¿Para qué
querría apoyar el gobierno de Arabia Saudita, o para el efecto alguna facción
dentro del mismo, un ataque así a quien ha sido su principal aliado militar y
económico, y especialmente durante la presidencia de George W. Bush, cuya
familia ha sido aliada y socia de la familia real saudita? No tiene ningún
sentido.
En cambio,
si vemos lo que significa para dos grupos de actores el que se lleve a cabo una
permanente intervención militar de Estados Unidos en Medio Oriente, se podrá
comprender mejor de dónde vino la idea, la planeación y la ejecución de este
crimen de lesa humanidad[9].
Según la
Universidad Brown[10], la Guerra Global contra
el Terrorismo ha costado 8 trillones de dólares (8 millones de millones de
dólares), ocasionando más de un millón de muertos y 38 millones de refugiados,
durante los últimos 20 años.
Los que han
recibido la mayor parte de esa descomunal cantidad de dinero han sido las
empresas dedicadas a la fabricación de armas[11], los contratistas y
empresas de seguridad privada que trabajan para las fuerzas armadas de Estados
Unidos y sus aliados; las empresas consultoras; los “think tanks” que asesoran
a las empresas armamentistas y al gobierno estadounidense; y por supuesto, las
burocracias de las fuerzas armadas y las agencias de seguridad e inteligencia
del gobierno estadounidense que han acumulado presupuestos estratosféricos
durante estas dos décadas; además de los intereses generosísimos que los bancos
de Wall Street han cobrado (1.1 trillones de dólares) por los préstamos que han
hecho al gobierno por esta “noble causa” y el aumento del valor de las acciones
de las empresas que forman parte del complejo militar-industrial- y de
seguridad (del orden de 870% de ganancia en 20 años)[12].
Así también,
las agencias de seguridad e inteligencia ampliaron ad nauseam sus
atribuciones, creando verdaderos “estados policía”, big brothers, para
controlar a las masas[13] y seguir inflando sus
presupuestos con el pretexto de la “amenaza terrorista”. Además de las
sistemáticas violaciones a los derechos humanos que toda esta política generó
en distintas regiones del mundo, a través de prácticas de tortura en centros de
detención como Guantánamo, Bagram, Abu Ghraib, etc.
Los otros
beneficiarios de esta guerra permanente han sido el gobierno de Israel, el
lobby pro-Israel de Estados Unidos y los neoconservadores (que en su mayoría
son israelí-estadounidenses), que han promovido y presionado para que
“Occidente” le haga el trabajo sucio a Israel, destruyendo a los países que
considera sus enemigos.
En gran
parte lograron su objetivo, pues la GWOT llevó al derrocamiento y ejecución de
Saddam Hussein en Irak[14]; al derrocamiento y
asesinato de Muamar Gaddafi en Libia; y a la casi destrucción de Siria, lo que
finalmente fue evitado por la intervención de Rusia e Irán en favor del régimen
de Bashar el Assad.
Y con la
presidencia de Trump (y ahora con la de Biden), han asegurado el mantenimiento
de su Estado apartheid en Israel, la completa subyugación de los palestinos y
el expansionismo sin pausa de los asentamientos ilegales en tierra palestina[15]; así como el
convencimiento de varias petro-monarquías árabes de abandonar a los palestinos
y, en su lugar, establecer relaciones diplomáticas formales, y en los hechos,
alianzas con el etno-nacionalista Estado de Israel.
Así que los
grandes ganadores de lo que resultó de los ataques del once de septiembre de
2001 fueron el complejo militar-industrial-y de seguridad de Estados Unidos,
que ahora tiene un presupuesto para las fuerzas armadas de casi 800 mil
millones de dólares anuales; y el gobierno de Israel, junto con sus
subordinados del lobby pro-Israel y los neoconservadores en Estados Unidos, que
han logrado aplastar, destruir y/o generar caos en el vecindario del Estado de
Israel, con lo que éste se ha fortalecido militar, política y económicamente
sobre el resto de países de la región.
Por ello,
queda más que claro quiénes tenían los medios materiales, financieros,
logísticos y el poder político para realizar un ataque de la magnitud y
significación del sucedido hace 20 años y quiénes, por lo tanto, se
beneficiaron enormemente de dichos trágicos sucesos.
[1]
Meyssan, Thierry; (2002) La Terrible Impostura: 11 de septiembre de 2001; 1ª. Ed.;
Buenos Aires; Editorial El Ateneo.
[2]
El cual fue literalmente “tragado” por la tierra, sin dejar prácticamente
rastro alguno de su existencia. Increíble.
[4]
https://original.antiwar.com/Joshua_Mawhorter/2021/09/09/the-no-second-9-11-argument/
Según estos estudios, la principal razón del aumento
del terrorismo suicida ha sido en los últimos 20 años, las guerras y la
ocupación de Siria, Afganistán, Irak, Libia y Yemen, realizadas por Estados
Unidos y sus aliados.
[5]
“Y lo que es peor, es la historia de cómo, después de los ataques, Estados
Unidos no consiguió eliminar el movimiento de Al Qaeda, que se transformó en
una amenaza dispersa y escurridiza, de cómo en cambio, iniciamos el
contraproducente fiasco de Irak; de cómo el gobierno de Bush politizó el
antiterrorismo para asegurarse victorias electorales; de cómo persisten las
vulnerabilidades en materia de seguridad nacional.”; Richard A. Clark; “Contra
todos los enemigos”; Editorial Taurus (2004): p. 11
[6]
https://www.counterpunch.org/2021/09/03/rogue-nations-and-failed-states-america-doesnt-know-the-difference/
[9]
Constituyen crímenes de lesa
humanidad los actos cometidos como parte de un ataque generalizado o
sistemático contra una población civil y que respondan a una política de Estado
o de sus agentes; de grupos armados organizados o de grupos organizados que
detenten un poder de hecho que favorezca la impunidad de sus actos ...
[10]https://www.mintpressnews.com/ludicrous-cost-of-afghanistan-war-revealed/278294/?fbclid=IwAR14fUlFqUl9EzNTY3RACs7wieagduPPyS-LmnqZKm2wGHPJZ8ZvQuThzQc
[11]
https://responsiblestatecraft.org/2021/09/02/top-defense-firms-see-2t-return-on-1b-investment-in-afghan-war/
[12]
Ibidem.
[13]
https://original.antiwar.com/mbenjamin/2021/09/09/how-can-america-wake-up-from-its-post-9-11-nightmare/
[14]
“Luego me di cuenta (lo que me produjo un profundo dolor, casi físico) de que
Rumsfeld y Wolfowitz iban a tratar de aprovechar esta tragedia nacional para
sacar adelante sus planes sobre Irak. Desde el inicio de la legislatura, e
incluso bastante antes, habían estado presionando para que se declarara la
guerra a Irak…la mañana del día 12 el objetivo del Departamento de Defensa era
comenzar a distanciarse de Al Qaeda…La tarde del miércoles, el secretario
Rumsfeld ya hablaba de ampliar los objetivos de nuestra respuesta e ‘ir por Irak’…Más
tarde aquel mismo día, el secretario Rumsfeld se quejó de que no había objetivos
en Afganistán que mereciera la pena bombardear y que deberíamos plantearnos
bombardear Irak.” Richard A. Clark. Ibidem. Pp. 31-32
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