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Zapata

viernes, 17 de septiembre de 2021

 POLÍTICA EXTERIOR CON PIES DE BARRO

Este 16 de septiembre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pronunció uno de los discursos más agresivos y hasta groseros contra Estados Unidos, en lo que va de su administración[1].

El objetivo fue atacar al gobierno de Estados Unidos por el mantenimiento del bloqueo económico a Cuba; su intención de provocar con ello un “cambio de régimen”, y señalar los graves daños que todo ello ha ocasionado al pueblo cubano.

El discurso de AMLO no pareció uno dedicado a la independencia de México, sino a la de Cuba.

Y además lo hizo frente al nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien un par de días antes acababa de presentar sus cartas credenciales al presidente.

Ahora se va a realizar en nuestro país la reunión de presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la que nuestro país es el presidente pro tempore (hasta fin de año), y que AMLO está tratando de impulsar como substituta de la OEA, a la que considera un instrumento al servicio de Estados Unidos (lo que así es, efectivamente).

El problema con esta iniciativa presidencial es que tiene “pies de barro”.

Primero, no todos los países del área latinoamericana y del Caribe apoyan esta iniciativa, que ven no sólo como un proyecto de los gobiernos “izquierdistas” de la región (México, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Perú y Bolivia; en menor medida, Argentina); sino también, como una muy mal disfrazada estrategia mexicana para colocarse como el interlocutor privilegiado de la región con Estados Unidos y Canadá.

Así, gobiernos de derecha como los de Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay no parecen muy dispuestos a seguirle el juego a México, y lo más probable es que no se sumen a la propuesta de vaciar a la OEA y sustituirla con la CELAC.

Ya presidentes con vena populista como la de AMLO, tales como Luis Echeverría Alvarez con su Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados; y José López Portillo, con su Plan Mundial de Energía y su Diálogo Norte-Sur, fracasaron intentando colocar a México como un supuesto líder internacional a través de dichos proyectos; que finalmente se vinieron al suelo, dado que México era, es y seguirá siendo, un vasallo de Estados Unidos, que cada vez más se ata a su economía, política, sociedad y ahora también a sus disputas hegemónicas (contra China y Rusia), por lo que la supuesta independencia y autonomía de la política exterior mexicana es una falacia, que depende de la buena voluntad de Washington.

De ahí que esta fuga hacia adelante de AMLO, en materia internacional, es una más de esas fanfarronadas mexicanas que pretenden ser “candil de la calle y oscuridad de la casa”, para cubrir lo que sí es real, que México ha sucumbido por completo ante la hegemonía de Estados Unidos con el T-MEC, con la supervisión de sus políticas económica, de seguridad, migratoria y laboral por parte de la superpotencia; y que nuestro gobierno ha aceptado la tutela estadounidense, por lo que en los hechos, ya es un protectorado de Washington.

Las balandronadas contra Estados Unidos, la apasionada defensa de Cuba, los ataques a la OEA y su “sustitución” con la CELAC, son las patadas de ahogado de un país que ya ha cedido lo fundamental de su soberanía al coloso del Norte, y éste benignamente le deja pretender que aún es un país soberano, cuando en realidad este gobierno y los anteriores del periodo neoliberal, rindieron por completo dicha soberanía a las apetencias, exigencias y necesidades de los Estados Unidos.

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