Dudas acerca del T-MEC
* Jorge Santibáñez
En una de sus recientes conferencias de prensa matutinas, Andrés Manuel
López Obrador (AMLO) y funcionarios que lo acompañan, expresaron con optimismo
que el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), sustituto del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que entró en vigor en 1994, sería
aprobado por el Congreso estadunidense en las próximas semanas.
En cuanto a su contenido y aprobación, el T-MEC se presenta como una muy
buena noticia para México y un logro del gobierno de AMLO, a pesar de que
durante muchos años el hoy presidente mexicano fue uno de los críticos mas
acérrimos del TLCAN y de las políticas de libre mercado que este tipo de
tratados impulsan y de que esa aprobación está lejos de ser evidente. En este
contexto surgen varias dudas.
El T-MEC no nace como una propuesta mexicana para mejorar las
condiciones de vida, empleo y desarrollo de los mexicanos. Basta leer la prensa
estadunidense y tener un poco de memoria para darse cuenta que el T-MEC es una
reacción a la iniciativa de Trump de sacar a Estados Unidos del TLCAN del cual
es enemigo declarado y lo ha llamado el peor acuerdo comercial en la historia
de Estados Unidos.
Esencialmente, lo acusa de ser el causante de que muchos empleos
estadunidenses hayan sido desplazados a naciones que ofrecen mano de obra mas
barata. Prometió en campaña que terminaría con él, y en esa lógica, la llegada
del T-MEC sería para Trump el cumplimiento de una promesa y un muy buen
argumento en favor de su relección. Ese es precisamente el principal tema detrás
del aparente retraso en su aprobación.
La posición de los demócratas, mayoría en la Cámara de Representantes
encargada de aprobar o no el T-MEC, es un cálculo teóricamente muy sencillo.
¿qué le restará mas a Trump en su campaña de relección? ¿no aprobar el T-MEC y
que entonces los acuse de no proteger a los trabajadores estadunidenses?
¿modificarlo lo suficiente como para evitar que lo presente
como su logro y cumplimiento de una promesa de campaña? ¿o irse a la
segura y posponer su aprobación hasta después de las elecciones de 2020? Eso es
lo que está realmente en juego y de la respuesta depende esencialmente su
aprobación.
En México se nos quiere hacer creer que la instrumentación de lo que el
gobierno de López Obrador llama la reforma laboral, juega un papel central en
esa aprobación y que en esta lógica la carta que recientemente envió a la líder
demócrata de la Cámara de Representantes y las negociaciones de los
funcionarios mexicanos han sido el factor detonante de la inminente aprobación
del T-MEC.
Si uno lee los análisis que al respecto se hace en los medios
estadunidenses, ese es sólo uno de los factores que más bien suena a pretexto
de los demócratas para articular su estrategia política, para nada juega un
papel relevante y las visitas de los negociadores mexicanos ni siquiera son
reportadas por medios los locales.
Pero supongamos que se aprueba y pasemos a su contenido.
La lógica de Trump en el T-MEC, la que vendió en campaña, es beneficiar
al trabajador estadunidense –no al mexicano–, y que regresen los empleos que
salieron de Estados Unidos –a México entre otros países. Una lectura no
especializada del acuerdo permite distinguir claramente cómo Donald Trump
pretende lograr ese objetivo. Por ejemplo se establece que 75 por ciento de las
componentes de un automóvil, para estar en el paraguas del acuerdo, debe ser
producido en México, Estados Unidos o Canadá y que 45 por ciento debe ser
elaborado por trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora, es decir
obreros que ganen mensualmente algo así como 50 mil pesos mensuales.
Evidentemente ese tipo de empleos son para trabajadores en Estados
Unidos, no en México. Ni siquiera me quiero imaginar que ocurriría si esos
salarios se empiezan a pagar a los obreros de línea en México y lo que pasaría con
la inflación. En el TLCAN en el que también se prometieron muchas cosas, México
compitió básicamente con mano de obra barata que es precisamente lo que ahora
Trump quiere evitar.
Para abordar este tema, en la carta de AMLO a Nancy Pelosi, líder de la
Cámara de Representantes, promete que anualmente incrementará el salario de los
obreros mexicanos en 2 por ciento por encima de la inflación. Con esa medida
nos tardaríamos muchísimos años en pasar de los 3 mil 600 pesos mensuales que
hoy es el salario mínimo en la zona fronteriza –la mejor pagada–, a los 50 mil
pesos del T-MEC y competir entonces por los buenos empleos de ese acuerdo.
Ignoro además si alguno de sus asesores ya informó al Presidente mexicano los
efectos en la inflación y economía mexicanas de una medida como la prometida en
esa carta.
Existen muchos asuntos en el T-MEC que deberían ser analizados con más
detenimiento. Aspectos técnicos en los que no es evidente lo que México gana.
Se nos vende la ilusión de una aprobación como el gran éxito político y
económico, como si automáticamente, al aprobarse, los mexicanos inmediatamente
vamos a vivir mejor y tendremos mejores salarios.
¡Ojalá fuera cierto!
* Presidente de Mexa Institute
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