BLOQUE ANGLO
ISRAEL
¿Por qué
ubicar a Israel en el Bloque Anglo? Porque desde su creación en 1948 ha sido
aliado de Estados Unidos[1] (y también de Francia,
pero a este país se le analizará en el bloque de la Unión Europea); y podríamos
ir más allá. Los lobbies pro-Israel de los países anglos, son los que determinan
con su enorme poder financiero, influencia política y en los medios de
comunicación, la política exterior, militar y de seguridad hacia el Medio Oriente,
de los países que integran este bloque.
Desde que
Israel derrotó a la coalición formada por Egipto, Siria, Jordania e Irak en
junio de 1967 (conocida como la Guerra de los Seis Días), mediante la cual se
anexó la península del Sinaí (que una década después le regresó a Egipto como
parte de los acuerdos de Camp David), la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén
Este y los Altos del Golán, los países del Bloque Anglo han seguido las
directrices de Tel Aviv (sin importar que hayan sido gobiernos laboristas o de
derecha), para afianzar el dominio israelí sobre esos territorios. Desde los
atentados terroristas de septiembre de 2001 en Estados Unidos, se aceleró el proceso
de expansión de los asentamientos ilegales judíos en territorio palestino,
hasta llegar a la actualidad en que ya ocupan más del 85% del espacio que fuera
originalmente Palestina.
Así también,
la dirigencia política y militar israelí ha diseñado un plan estratégico para “balcanizar”
a los países considerados como sus enemigos, con objeto de debilitarlos y mantenerlos
en un permanente estado de división, guerras internas y desestabilización, que
permita a Israel mantener su hegemonía política y militar en la región.
En este
contexto, el que Israel sea el único país del área que posee armas nucleares y
el que los países del Bloque Anglo se hayan convertido en los encargados de
evitar que cualquier otro país de la región las pueda desarrollar, se ha
convertido en la piedra de toque de la supremacía israelí en Medio Oriente.
El “divide y
vencerás” que ha impulsado Israel, con las derrotas que ha infligido a los países
adversarios en el área en términos militares; junto con el temor de varios de
ellos de que la insatisfacción popular por las condiciones de vida y el
autoritarismo prevaleciente en esos países puedan generar revoluciones que
pongan en riesgo su poder, los ha llevado a acercarse a Israel, y a abandonar
su tradicional apoyo a la causa palestina (resalta el caso de Arabia Saudita y
las petro- monarquías del Golfo Pérsico).
Pero hay dos
países que se han opuesto sistemáticamente a esa hegemonía: Irán y Turquía.
El primero,
desde la revolución islámica de 1979, se ha resistido a aceptar la hegemonía
israelí, y por el contrario, ha apoyado a grupos que se oponen al expansionismo
israelí, tales como Hezbollah en Líbano y Hamas en la Franja de Gaza.
Así también,
su alianza con el gobierno de Bashar el Assad en Siria, junto con la ayuda
rusa, evitaron que este país se convirtiera en un “estado fallido”, tal como
casi lo lograron con Irak y lo consiguieron con Libia, países que los gobiernos
israelíes consideraron como competidores estratégicos por muchos años.
Pero hasta
ahora, los intentos israelíes (y de Arabia Saudita) por instigar una guerra o
invasión de Irán, al estilo de lo sucedido en Irak en 2003 contra el régimen de
Saddam Hussein, lidereada por las potencias occidentales, ha fracasado; lo que
no implica que el objetivo de “balcanizar” y destruir a Irán no siga siendo una
prioridad de los dirigentes israelíes.
Por lo que
respecta a Turquía, desde que está al frente del país Recep Tayyip Erdogan, se
ha puesto como objetivo convertir a su país en un “fiel de la balanza” en los
asuntos del Medio Oriente, por lo que el choque con Israel es inevitable,
aunque hasta el momento se ha mantenido en el terreno diplomático, con
encuentros y desencuentros.
De lo que no
cabe duda es que Israel tiene un peso específico mayor en la región y juega
también su carta militar y la de inteligencia en otras regiones (como Africa,
América Latina y su entendimiento con la India), que junto con el enorme peso
político y económico de los lobbies pro Israel en los principales países de
Occidente, le da una proyección internacional que ningún otro país de su
extensión, población y producto interno bruto, tiene en el resto del mundo.
[1]
Con Gran Bretaña pasó de una relación de confrontación antes de la fundación
del Estado de Israel, a una de decidida alianza como sucedió en 1956, cuando
junto con Francia los tres países se apropiaron del Canal de Suez; para después
de eso tener que salir ignominiosamente, ante el últimátum que Estados Unidos y
la URSS les pusieron para salir de esa zona.
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