Migración invertida y crecimiento poblacional
Editorial La Jornada
Viernes 20 de noviembre de 2015
Un estudio realizado por el Centro de Investigación Pew reveló que por
primera vez la cifra de mexicanos que vuelven de Estados Unidos a su país es
mayor a la de los que llegan a la nación vecina. Entre 2007 y 2014 el número de
mexicanos que viven del otro lado de la frontera –de manera autorizada o no–
cayó de su máximo histórico de 12.8 millones a sólo 11.7 millones. En el mismo
sentido, Pew informó que desde la década de 1990 no se presentaba una afluencia
tan baja de mexicanos hacia territorio estadunidense como la que tiene lugar en
la actualidad.
Este retorno sin precedente no parece encontrar
explicación en el mejoramiento de las condiciones de vida en México, sino en la
contracción del mercado laboral por la lenta recuperación de la economía
estadunidense, en el endurecimiento de la aplicación de las leyes migratorias
experimentado durante la administración de Barack Obama –en 2014, mil 100
mexicanos eran deportados cada día por el gobierno de Estados Unidos–, y en el
racismo y la xenofobia que se ciernen sobre nuestros connacionales en el vecino
país.
Más allá de sus causas, el retorno de los mexicanos
que migraron por razones económicas o de otro tipo debe ser visto con
beneplácito, ya que la población constituye la principal riqueza de las
naciones y su regreso es causa de satisfacción para sus comunidades y
familiares que permanecieron en México.
El hecho es que, incluso si se tratase de un
fenómeno temporal, este retorno masivo –había 12.8 millones de mexicanos al
norte del río Bravo en 2007, y 11.7 millones el año pasado, lo que significa
1.1 millones de personas más en el país– genera presiones insoslayables para la
economía. Por principio de cuentas, los cálculos gubernamentales tendrían que
prever una disminución en las remesas, las cuales han sido un sostén
fundamental para millones de familias y una inyección de divisas de primer
orden para el quehacer económico en general.
Adicionalmente, esta inversión de los flujos
migratorios tradicionales, que equivale a un aumento poblacional relativamente
drástico, debe conllevar un esfuerzo adicional a fin de proveer empleo,
vivienda, salud, educación y otros servicios básicos a una población mayor que
la calculada en las proyecciones estadísticas, cuando faltan aún cinco años
para que se realice el próximo Censo de Población y Vivienda. No hacerlo así
implicaría ampliar la cifra de aquellos millones de individuos a quienes, en
los hechos, el país les niega sus derechos básicos e irrenunciables.
No debe soslayarse que México pasa por una
circunstancia particularmente desfavorable por el estancamiento económico, la
devaluación del peso frente al dólar, la caída de los precios petroleros y la
persistencia de la inseguridad, la corrupción y la impunidad. Sin embargo,
tanto el gobierno federal como el Legislativo deben tomar cartas en el asunto
para impulsar, en lo inmediato, la generación de empleos y la expansión de los
servicios de educación y de salud. Los descontentos económicos y sociales son ya
graves y extendidos, y si no se actúa en el sentido mencionado el retorno de
población mexicana podría ser un factor adicional en la generación de
situaciones explosivas y en nuevas circunstancias de ingobernabilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario