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Zapata

viernes, 3 de enero de 2014

Crisis de Seguridad (3 de Enero 2014)

La revista The Economist ha incluido a México en su lista de países que van a enfrentar disturbios sociales durante el 2014, haciendo referencia a las movilizaciones de los maestros en contra de la reforma educativa, de los anarquistas en distintas fechas emblemáticas y a los opositores a la reforma energética.

Es factible que se presenten diversas protestas sociales a lo largo del año, en vista de que el gobierno de Peña Nieto ha profundizado la aplicación de medidas económicas lesivas para la mayoría de la población, como el aumento del precio de la gasolina y el gas al inicio de este año, sumándole además el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, lo que llevó a un aumento del 20% en estos insumos básicos (además, ambos precios se irán ajustando al alza a lo largo del año, según anunció el propio gobierno).

La mayoría de la gente va a comenzar a percibir en su poder adquisitivo estos aumentos -así como los nuevos impuestos aprobados- en las siguientes semanas, lo que sumado a los bajos salarios que prevalecen en el país (el peor de América Latina en este rubro según la CEPAL), y la limitación de derechos laborales que ha significado la nueva legislación laboral aprobada a fines del 2012, van a ir provocando, lenta pero de manera segura, una gran frustración, desesperación y enojo en grandes sectores de la población, que apenas pueden pagar sus cuentas mes tras mes, y que con las nuevas alzas de precios, tarifas e impuestos, verán mermado aún más el poder adquisitivo de sus escasos ingresos.

Todo esto va a contrastar con la engañosa propaganda gubernamental que habla sobre un año maravilloso, en donde el ingreso de las familias mexicanas va a aumentar, y sin decir cuando, ni en qué proporción, gracias a la reforma energética, van a bajar las tarifas de gas y electricidad.

La mayoría de la población no cuenta con el conocimiento, ni la información suficientes para saber que si alguna vez se dan esas rebajas (lo dudamos mucho), serán dentro de 2 ó 3 años, cuando efectivamente las inversiones de empresas privadas en esos rubros comiencen a dar sus frutos, y siempre y cuando se eleve la oferta sustancialmente y se propicie una sana competencia, de lo contrario todas esas promesas se evaporarán rápidamente.

Mientras tanto, la mayoría de la población se va a dar cuenta de que no hay relación entre la propaganda extremadamente optimista del gobierno y su realidad cotidiana, y ello por supuesto que va a provocar más enojo e inconformidad.

Si a lo anterior se le agrega la fallida estrategia gubernamental para controlar y disminuir la violencia y la inseguridad en el país, lo que está generando que proliferen más grupos de autodefensa surgidos de la propia sociedad civil, desgastando con ello todavía más el monopolio legítimo de la fuerza por parte del Estado, nos vamos a encontrar con un país envuelto en permanente conflicto por cuestiones económicas, sociales y de seguridad.

Ante esto, la oposición de izquierda, que como ya analizamos en otro artículo de este blog (Izquierda balcanizada), se encuentra dividida y sin un planteamiento programático que le permita enfrentar de manera unificada el embate de un gobierno capturado por los intereses empresariales y subordinado a las políticas establecidas por Washington, podría quedar rebasada ante una serie de protestas de diversa índole, sin poder encauzarlas de tal forma que tengan un impacto en el proceso político y en el sistema económico, para así evitar que se pierdan en la irrelevancia, y peor aún, que queden a merced de la ya anunciada política represiva por parte del gobierno, hacia aquellos grupos u organizaciones que se opongan al proyecto depredador y de capitalismo salvaje que se le ha impuesto al país. 

Además, los grupos armados (antiguos y nuevos), se van a ir haciendo presentes, no sólo con comunicados, sino eventualmente con ataques a instalaciones estratégicas o a fuerzas del orden, como lo han hecho en el pasado, lo que si bien no es un riesgo sistémico, sí se suma al sentimiento generalizado de inestabilidad, especialmente para las empresas internacionales que quieran invertir en el sector energético, pues recordemos por ejemplo en Colombia el denominado "Ejército de Liberación Nacional" se dedicó por muchos años a sabotear la infraestructura petrolera y eléctrica del país, como parte de su oposición a la explotación irracional de los recursos naturales colombianos por parte de las empresas transnacionales.

Lo peor de todo es que el gobierno de Peña Nieto va a responder a estos retos a la gobernabilidad con descalificaciones y represión, lo que sólo va a añadir más "combustible" a una "pradera" que se puede incendiar en cualquier momento y que ya de por sí está muy seca.




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