Iconos

Iconos
Zapata

sábado, 11 de enero de 2014

¿Nueva Guerra? (11 de Enero 2014)

Está en riesgo el acuerdo entre Irán y el denominado P5+1 (los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania), sobre el programa nuclear de ese país, ya que el lobby pro Israel en Washington (AIPAC)  torció el brazo o convenció (con promesas de más contribuciones para las venideras campañas electorales) a 53 senadores para que copatrocinen una nueva ley que impondrá más sanciones a Irán, si no renuncia definitivamente a su programa nuclear; y peor aún, establece que el gobierno de Estados Unidos estaría "obligado" a ayudar a Israel si este país decide unilateralmente atacar a Irán (aunque supuestamente esa parte de la propuesta no tiene un carácter vinculatorio). Un total de 58 senadores (contando los 53 que copatrocinan el proyecto), han asegurado que lo votarán a favor.

El presidente Obama ha señalado que vetaría una ley que ponga en peligro las negociaciones con Irán, pero el número de senadores que apoya esta nueva legislación que descarrilaría por completo los acuerdos con las autoridades de Teherán y pondría de nuevo como única opción la militar, se acerca a los 2/3 que se requieren para superar el veto presidencial (sólo faltan nueve senadores más).

Esta batalla está definiendo un aspecto central de la política exterior y militar de Estados Unidos y esto es ¿quién decide sobre dichas políticas en el caso del Medio Oriente: Washington o Tel Aviv?

Se acusó, y con razón, a George W. Bush (2001-2009) de haber sido manipulado por una corriente ideológica dentro del propio gobierno y el establishment político de Washington, denominada neoconservadora, que presionó desde principios de los años noventa para que Estados Unidos interviniera militarmente en Medio Oriente, con objeto de reorientar a los regímenes autoritarios de esa región, supuestamente para democratizarlos y así evitar que siguieran siendo, desde la óptica estadounidense, patrocinadores de "grupos terroristas".

Esta corriente fue la promotora del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (Proyect for a New American Century), en donde se plantea la conveniencia de que un suceso extraordinario, como lo fue en su momento Pearl Harbor, cambiara la percepción de los estadounidenses sobre el intervencionismo militar de su país, tal como sucedería después con los ataques del 9/11.

El punto es que la mayoría de estos neoconservadores son judíos o israelíes/estadounidenses (doble nacionalidad), con fuertes vínculos con la derecha política israelí, la que siempre ha propugnado por mantener "a raya" a los que considera países hostiles,  por lo que llama continuamente a usar el poder militar de Estados Unidos para lograr ese objetivo.

Bush inició así las costosas guerras en Afganistán e Irak, convencido y manipulado por los neoconservadores, que se ha comprobado, sólo lograron desestabilizar más la región, convertirla en espacio de actuación de grupos terroristas que antes no tenían esa libertad de maniobra (significativamente Al Qaeda), y profundizar la división entre las ramas sunni y chiita del Islam.

Para Israel dichos resultados podrían parecer poco favorables en vista de que ahora tiene en sus fronteras conflictos serios, ya que en Siria la lucha entre el gobierno de Bashar el Assad y los grupos rebeldes ha relajado el control que este gobierno tenía en los límites con Israel (el territorio ocupado por Israel desde 1967, las alturas del Golán); mientras que en Líbano la lucha entre las facciones pro Assad  (Hezbollah) y los opositores al régimen de Damasco, están extendiendo la violencia hacia la frontera con Israel.

Sin embargo, para los estrategas israelíes es preferible que regímenes que ellos han considerado hostiles, como el de Siria, en su momento el de Irak y por supuesto el de Irán, se encuentren en medio de guerras civiles o ante intolerables presiones internacionales (como los iraníes), pues eso permite a Israel evitar que cualquiera de ellos se fortalezca política, económica y militarmente. Para los israelíes lo mejor es mantener enfrentados entre sí, divididos y débiles a todos los países islámicos que los rodean (sean chíitas o sunníes), pues ello abona a su ventaja en materia militar y económica.

De ahí que para Israel un acuerdo de las principales potencias mundiales con Irán en relación a su programa nuclear, permitiría a este país un respiro después de 35 años de presiones y ostracismo, que han afectado su desarrollo económico, social y militar. Ello ayudaría al régimen de Teherán a reconstruir sus relaciones económicas, especialmente con Europa, Rusia y China, y su influencia en el Medio Oriente crecería, con lo que Israel vería mermada su hegemonía en esta región.

Los mismos riesgos ve Arabia Saudita, que pretende mantener el liderazgo del mundo musulmán, y contener lo más que se pueda la expansión de la versión chiita del islamismo, que es encabezada por los iraníes.

¿Qué ganaría Estados Unidos arrinconando nuevamente a Irán, con lo que se aseguraría que su programa nuclear continuara, ya que es posible que retirara a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica, todo lo cual daría el pretexto a Israel para optar por un ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, arrastrando así a otra guerra a Washington?

Para el gobierno de Obama el que Israel y su poderoso lobby (que como se ve, controla al Congreso de ese país) imponga su política, demostraría la debilidad del Jefe del Ejecutivo del país más poderoso del mundo y avalaría las versiones que han señalado desde el inicio de este siglo, al menos, en el sentido de que las políticas exterior y la militar hacia Medio Oriente no se definen en Washington sino en Tel Aviv (tesis de los profesores Stephen Walt de la Universidad de Harvard y John Mersheimer de la Universidad de Chicago, en su libro "The Israel Lobby and US Foreign Policy" publicado en Agosto de 2007), y que es la "cola la que mueve al perro" y no viceversa (como siempre lo ha afirmado Noam Chomsky, es decir, que es Israel el "peón" de Estados Unidos en el Medio Oriente, algo que cada vez más se evidencia como una falacia).

Queda poco tiempo para que se defina esta situación, que se verá contaminada con el inicio (si es que inician) de las conversaciones entre el gobierno sirio y algunas de las facciones rebeldes (pues hay una gran división entre ellas, y se combaten militarmente entre sí en el terreno), el próximo 22 de enero en Ginebra. Es, sin duda, un punto de inflexión para la política exterior y militar estadounidense, que en caso de que quede subordinada (una vez más), a las prioridades israelíes, quedará claro que los principales problemas en la región no podrán ser resueltos, en vista de que la potencia número 1 del mundo, no cuenta con opciones propias para enfrentar los retos de la volátil y siempre peligrosa región del Medio Oriente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario