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Zapata

lunes, 27 de enero de 2014

Wall Street (27 de Enero 2014)

Los escándalos por fraudes y utilización de información privilegiada, así como sobornos y violación de innumerables leyes relativas al mercado de valores son la norma, no la excepción en esa "cueva de ladrones" que es Wall Street.

De ahí que no debería sorprender lo que se presenta en la película "El Lobo de Wall Street", protagonizada por Leonardo Di Caprio, en el papel del corredor de bolsa Jordan Belfort y dirigida por Martin Scorsese.

Sin embargo, el nivel de cinismo con el que éste judío-estadounidense (1) presume su vida llena de excesos (adicto a las drogas y al sexo), su absoluta indiferencia por el daño que causaba, su demencial apetito por más dinero y lujos y su total desprecio por la ley, resulta verdaderamente nauseabundo.

Belfort fundó una compañía llamada Stratton Oakmont, un nombre que tenía la intención de ocultar el origen judío de sus fundadores, con objeto de convencer a los ilusos y codiciosos "wasps" (White Anglo Saxon Protestants), para que invirtieran en compañías desconocidas, sin capital, ni estructura organizacional y mucho menos ventas reales (eran empresas prácticamente de "garage", o como las denominamos en México "patito"), que supuestamente aseguraban retornos muy por encima del que ofrecían las acciones de las grandes empresas, pero por lo mismo implicaban un pago de comisión al intermediario, en este caso Belfort y su empresa, de hasta ¡el 50%! de la inversión.

Belfort realizó sus fraudes en los años noventa y debido a sus descuidos y excesos, provocados por su adicción a las drogas (tanto de él, como de sus socios), finalmente fue descubierto por el FBI y condenado a tres años de prisión; además de haber proporcionado información para el encarcelamiento de algunos de los directivos de Stratton Oakmont.

Sin embargo, Belfort señala en su libro y en la película, que a pesar de la multa y la obligación que se le impuso de restituir parte de lo defraudado (2), durante su estancia en una prisión federal de Nevada pudo "comprar", con los muchos millones que le permitió conservar el gobierno de Estados Unidos, una estancia bastante cómoda en prisión y salir por "buena conducta" a los 22 meses (14 meses antes de lo establecido en su sentencia).

Ello demuestra que los defraudadores de Wall Street tienen la benevolencia de las autoridades de Washington, primero con una regulación tan laxa, que les permite especular y digámoslo con todas sus letras, robar el dinero de los clientes e inversionistas, sin una verdadera supervisión y aplicación de la ley por las prácticas ilegales que realizan; y después, cuando el tamaño del robo es difícil de ocultar o justificar, las "autoridades" llegan a acuerdos con los defraudadores para que "den información confidencial" que por supuesto, no sirve de gran cosa, les obligan a pagar multas (con el dinero defraudado o robado) y reciben "condenas" reducidas, que todavía se acortan más por la "buena conducta" de estos criminales.

Por supuesto hay muchos más ejemplos, como fue el caso de la empresa Drexel Burnham con los llamados "bonos chatarra" en los años ochenta, otro fraude instrumentado (nuevamente) por tres financieros judíos: Iván Boesky, Michael Milken y Dennis Levine (por cierto este último originario de Bayside, Queens, lugar en donde se crió Belfort).

El peor de todos fue el del también judío Bernard Madoff (3), que durante medio siglo estableció un esquema de "pirámide" (en inglés es conocido como "Ponzi scheme"), mediante el cual defraudó miles de millones de dólares a cientos de estadounidenses, incluidos muchos influyentes miembros de la propia comunidad judía (Madoff, por cierto, otro originario de Queens).

Relacionadas con el fraude de Madoff están las multas por casi 13 mil millones de dólares aplicadas al banco JPMorgan Chase, ya que cubrió y legitimó en distintas operaciones, el dinero defraudado por Madoff a miles de inversionistas, sin que la autoridad regulatoria de Estados Unidos hiciera algo por evitarlo.

Y así podríamos seguir con muchos más casos que involucran a las grandes firmas financieras de Wall Street (significativamente a Goldman Sachs, que enfrenta decenas de investigaciones y demandas por fraudes y malas prácticas financieras), que con el pago de algunos cientos o miles de millones de dólares (del propio dinero que han obtenido ilícitamente), se libran de condenas criminales o de que les sean retiradas sus licencias para operar, por lo que el imperio especulativo y fraudulento de Wall Street seguramente volverá a llevar al mundo a una depresión mayúscula en relativamente poco tiempo, sin que ningún gobierno u organismo internacional tenga el poder para detener la nueva crisis, que ya se está fraguando en los corredores y oficinas de los bancos y casas de bolsa de Nueva York. 

(1) Tenemos que enfatizar su pertenencia étnica, puesto que todo el esquema para defraudar a miles de inversionistas se basó en el reclutamiento de sus "amigos judíos" como socios y empleados principales, como el mismo Belfort lo reconoce en el libro que dio origen a la película.
(2)  La realidad es que el daño patrimonial que causó fue superior a los mil millones de dólares, y sólo se le condenó a regresar 110 millones de dólares, que por cierto aún no ha terminado de devolver, después de más de 10 años que dejó la cárcel.
(3) El escritor judío Rob Eshman afirma en un artículo para el Jewish Journal, comentando la película, que los judíos deberían hacerse las preguntas ¿Cómo es la manera correcta de ganar dinero? ¿Cuánto dinero es "suficiente"? Y al mismo tiempo señala que vivimos una época de "riqueza y poder sin precedentes de los judíos...que se han beneficiado de una estructura económíca cada vez más y más injusta...y mientras ellos (los judíos) tienen una riqueza sin parangón, millones luchan para vivir con salarios mínimos, enfrentan hambre, desempleo, eliminación de beneficios sociales y falta de hogar."  Por ello, Eshman subraya que los judíos prefieren no cuestionarse cómo obtienen su riqueza, y en cambio escogen hablar sobre Israel, mientras en sus comunidades en Estados Unidos, se están formando los nuevos Belfort y Maddox.
En el portal Ynetnews.com (10/26/11) Tani Goldstein señala que un estudio del Pew Forum en 2008 señalaba que el grupo religioso más rico de los Estados Unidos (siendo sólo el 1.8% de la población total), era el judío, pues mientras sólo el 19% de los no judíos gana 100 mil dólares o más al año, el 46% de los judíos logra esa cifra. Además 100 de los 400 billonarios son judíos (con más de mil millones de dólares), en Estados Unidos, esto es el 25% (con sólo el 1.8% de la población total).

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