El gobierno de Peña Nieto sigue con su propaganda sobre las bondades que las reformas aprobadas, especialmente la energética, traerán a la economía. Ayer se reunió con los hombres más ricos y poderosos del país, agrupados en el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), para alabarlos y asegurarles que vendrán todavía más negocios jugosos para los bolsillos de estos megamilloniarios.
Así también, ayer el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, se reunió con los miembros de la directiva de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), que son empresarios menos poderosos que los del CMHN, para asegurarles también que los "riesgos del 2013" -¿a riesgos se referiría a la oposición de buena parte de la población a sus reformas?- habían sido superados, y que podía esperarse un ambiente muy favorable para los negocios este año, que permitirá un crecimiento de la economía de entre el 3 y el 4 %.
Es lógico que el gobierno se ponga a las órdenes de los "señores del dinero", pues la complicidad entre ambos permite succionar gran cantidad de recursos de la sociedad en favor de la élite económica y de la clase política.
Consideremos tan sólo que de acuerdo a la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), "los trabajadores
asalariados del país contribuyeron con 48 por ciento de la recaudación del
impuesto sobre la renta (ISR) a lo largo de los últimos 13 años, una vez que
sus aportaciones para sostener al gobierno federal a través de este gravamen
superaron en más de 560 mil millones de pesos a las realizadas por empresas y
otras personas morales, (cifras trimestrales reportadas por la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público a la Cámara de Diputados).
Esa diferencia
equivale a unos 48 mil 800 millones de dólares al tipo de cambio promedio del
periodo que abarca de 2001 a septiembre de 2013. El pago del ISR por las
empresas representó 39.3 por ciento de la recaudación total del impuesto que
constituye el principal gravamen de la estructura tributaria del país.
Sin excepción, año tras
año la recaudación del ISR obtenida de las empresas y otras personas morales ha
sido menor a la contribución de los asalariados, en particular durante los dos
gobiernos surgidos del Partido Acción Nacional. Pero en el primer año del
retorno del PRI al gobierno federal, se mantuvo esta característica.
De acuerdo con datos
de la Secretaría de Hacienda, entre 2001 y 2006 en el gobierno encabezado por
Vicente Fox Quesada se obtuvieron a través del ISR alrededor de 2 billones 58
mil millones de pesos, de los cuales 38 por ciento fue cubierto por las
empresas y 50.1 % por los asalariados. Los trabajadores pagaron unos 249 mil 400
millones de pesos más que las compañías en las que laboran.
En 2004 fue cuando se
registró la menor contribución de las empresas y personas morales de ese
sexenio, pues aportaron 35.85 por ciento del total de la recaudación del ISR,
mientras los asalariados contribuyeron con 55 por ciento. El resto correspondió
a retenciones a residentes en el extranjero.
De 2007 a 2012,
durante el gobierno de Felipe Calderón, se recaudaron 3 billones 718 mil
millones de pesos a través del ISR. De esa cantidad 39.3 por ciento fue
cubierta por las empresas, 47.5 por ciento por los asalariados y el resto
correspondió a pagos realizados por otras personas físicas y morales y a
retenciones a residentes en el extranjero.
En ese sexenio se
reportó la más baja contribución al ISR de empresas y otras personas morales
durante los 13 años que lleva el siglo XXI. Fue en 2009, el año de la gran
recesión, cuando este tipo de contribuyentes encontró la manera de aportar sólo
35.71 por ciento de la recaudación total del gravamen más importante de la
estructura tributaria del gobierno federal, mientras, sin posibilidades de
eludir la carga, los asalariados participaron con 49.30 por ciento" (La Jornada, 15 de Enero del 2014, p.30).
Se aprecia así cómo son las aportaciones de los trabajadores las que sostienen en mayor medida la marcha del país, pero hay que escuchar a los líderes empresariales desgañitarse diciendo que ellos son los que crean la riqueza; que ellos son los que crean los empleos; que ellos son los que pagan impuestos, cuando está claro que los datos duros los desmienten. Ellos son los que se llevan el beneficio del trabajo de la sociedad (junto con el corrupto gobierno en turno, sea del PRI o del PAN), y todavía exigen más y más prebendas y privilegios.
Otro dato que demuestra que los empresarios (especialmente los grandes), no crean empleos, ni oportunidades para los mexicanos, es la cifra altísima de la economía informal, ya que la población no encuentra empleos decentes, bien pagados y con prestaciones.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el último mes del 2013 el 59% de la población ocupada laboraba en el sector informal de la economía; alrededor 29 millones 250 mil personas. La economía informal considera a personas que laboran por su cuenta, sin estar afiliadas a la seguridad social, ni al fisco; micronegocios no registrados y agricultura de subsistencia.
Así, 6 de cada 10 personas en edad laboral trabaja en la economía informal, y además 2 millones, 223 mil personas estaban abiertamente en el desempleo (el 4.25% de la población económicamente activa) en el último mes del año pasado.
La clase política y los grandes empresarios se "frotan las manos" con los grandes negocios que seguirán haciendo en los próximos años, sin que eso se refleje en un aumento del nivel de vida de la mayoría de la población, que seguirá auto empleándose o trabajando en empleos con salarios raquíticos, y tendrán que esperar, al menos, hasta el año ¡2050! para ver los "beneficios" de las reformas aprobadas, según declaraciones del secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el mexicano (ex secretario de Hacienda y Crédito Público), José Angel Gurría Treviño.
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