El narco se acerca a Palacio Nacional
La difusión
de correos electrónicos ‘hackeados’ a la Sedena exponen los vínculos de los
cárteles de la droga con dirigentes, candidatas y candidatos de Morena.
octubre 06,
2022
Raymundo
Riva Palacio
Desde la
campaña presidencial de 2018 hubo momentos que, por lo inédito, generaron mucha
extrañeza. En dos ocasiones, una en Tamaulipas y otra en San Luis Potosí, el
automóvil donde viajaba el candidato Andrés Manuel López Obrador se tuvo que
detener en retenes de narcotraficantes. No lo retuvieron ni lo entretuvieron.
En uno pasó casi en automático, y en el otro, uno de los criminales habló por
radio antes de dejarlo pasar inmediatamente. Más adelante propuso una amnistía
para los narcos, y como Presidente decidió, unilateralmente, que no los
combatiría.
Rarezas como
su deferencia con Joaquín el Chapo Guzmán, al que siempre se
ha referido como “señor”, o con su madre; la benevolencia con su hijo Ovidio y
la construcción de dos carreteras en la sierra de Durango, donde opera
hegemónicamente el Cártel de Sinaloa, lo que llevado al centro de
una discusión que sintetizaron hace cuatro meses dos políticos experimentados,
Porfirio Muñoz Ledo y Francisco Labastida, concluyeron que López Obrador tenía
un pacto con el narcotráfico. “Que dejen de calumniar”, les respondió, “si
tienen pruebas, que las presenten”.
Pruebas no
tenían. Labastida dijo que lo que existían eran indicios. Su gobierno y voceros
criticaron soezmente al columnista de El Universal, Héctor de
Mauleón, y a quien esto escribe, por señalar presuntos vínculos del crimen
organizado con candidatas y candidatos de Morena en los últimos procesos
electorales, en particular en Tamaulipas, y negaron cualquier nexo atacando a
los periodistas. Paradójicamente, en estos días aparecieron los síntomas de un
cáncer que va a carcomer a Morena y, eventualmente, podría ir consumiendo a
López Obrador.
Información hackeada a
la Secretaría de la Defensa Nacional comenzó a producir las cargas de
profundidad contra López Obrador y su gobierno, con la difusión de correos
electrónicos donde se van exponiendo los vínculos de los cárteles de la droga
con dirigentes, candidatas y candidatos de Morena. Un correo incluye el informe
del Centro Regional de Fusión de Inteligencia Sureste, localizado en
Coatzacoalcos, que tiene bajo su mirada a siete entidades de la región, pero
que se enfocó sólo en cuatro gobernadas por Morena o sus satélites: Campeche,
Chiapas, Veracruz y Tabasco.
El correo
detalla la operación y estructura de la delincuencia organizada y los vínculos
que podrían tener gobernadores y alcaldes con los criminales. En otros correos
se refiere a la complicidad de funcionarios de Veracruz, gobernado por
Cuitláhuac García, de quien López Obrador ha dicho regularmente que es honesto,
con el Cártel Jalisco Nueva Generación, al que le abrieron la
puerta. También hay un reporte de Tabasco, hasta hace no mucho gobernado por el
secretario de Gobernación, Adán Augusto López, donde revela que 63 por ciento
del territorio está ya en poder de esa organización.
Los
correos hackeados empiezan a mostrar el andamiaje criminal que
se ha expandido bajo gobiernos de Morena, que incluye otras entidades, como
Nayarit, donde identifican a una candidata a regidora, María del Carmen
Castellanos, como integrante de la estructura del Cártel de los Hermanos
Beltrán Leyva. Asimismo, identifican al exfiscal Édgar Veytia, actualmente
preso en Estados Unidos, de haber sido el protector de esa misma organización,
en contradicción con lo que piensa López Obrador, que tiene lazos muy fuertes
con el estado, que afirma que fue acusado injustamente. Nayarit es una de las
entidades menos vistas dentro del enorme rompecabezas del narcotráfico y su
penetración institucional, donde saldrá mucha información, por lo que se puede
inferir, a partir de lo ya difundido, que tocará a alcaldes y alcaldesas que han
estado bajo sospecha por los órganos de seguridad del Estado en los dos últimos
años.
La
información se va a ir desdoblando y se van a ir conectando eventos y personas,
en tiempo y en espacio. El hackeo arrojará muchos más detalles
de la narcopolítica. Hasta ahora han salido menos de 10 correos donde se
relaciona o presuntamente se vincula a políticos de Morena con el narcotráfico,
y faltan por explorarse, literalmente, millones de correos adicionales. Lo que
está surgiendo permite asomarse también a algunas de las técnicas que utilizó
el Ejército en la recopilación de la información, donde además de la
inteligencia humana, hay intercepciones telefónicas de gobernantes en distintos
niveles.
Lo que ya
asomó a partir de las búsquedas de diferentes medios de comunicación son
algunos correos que detallan la penetración institucional de los criminales,
que se sustentan y ratifican en mapas de riesgos elaborados por algunos
gobiernos estatales en el pasado o por la Marina. Un ejemplo es el informe de
inteligencia militar elaborado tras la desaparición de los normalistas de
Ayotzinapa, cuya matriz la realizó la fiscalía de Guerrero, donde establecen
vínculos de 20 alcaldes de distintos partidos con organizaciones criminales.
Los correos
difundidos permiten establecer también algunos de los métodos utilizados por el
Ejército para obtener información en campo, que se considera de seguridad
nacional. Por ejemplo, ya salió cómo funcionó el Presidente y el gabinete de
seguridad el 17 de octubre de 2019, cuando se dio el ‘culiacanazo’, pero no
aparecen aún los correos de la preparación del operativo y la secuela del
fiasco. De la misma manera, como se puede apreciar en algunos correos, los
métodos empleados, la preparación de las visitas presidenciales a Badiraguato,
consideradas dentro del Ejército con la más alta prioridad de seguridad
nacional, arrojarán detalles de cómo dos gobernadores pudieron haber negociado
con el Cártel de Sinaloa los viajes del Presidente.
López
Obrador dijo el viernes, un día después de que inició la difusión del hackeo,
que no había nada nuevo, y tampoco qué temer. No se sabe si sus consideraciones
cambiaron, pero sí hay novedades que provienen de una fuente intachable para
él, el Ejército, y sí hay razones para temer, cuando menos políticamente, por
el énfasis que se aprecia en los correos publicados sobre la preocupación
militar sobre el narco en las entrañas de Morena. Cosas fuertes deben haber
visto para haber hecho de ello una prioridad de inteligencia. Cosas fuertes nos
vienen a todos.
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