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Zapata

viernes, 28 de octubre de 2022

 EL PROYECTO DE LÓPEZ OBRADOR PARA 2024

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ya dio por terminada su “obra transformadora”, en vista de que se ha embarcado en su proyecto político-electoral para las elecciones federales del 2024.

Su principal objetivo es que su movimiento político, que no partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), junto con sus aliados del Partido del Trabajo (PT), Verde Ecologista (PVEM) y Encuentro Solidario (ES) ganen la presidencia de la República en el 2024, mantengan la mayoría en el Congreso -de preferencia logren la mayoría calificada- y casi todas las gubernaturas (ahora detentan 20 de 32).

Así, lo fundamental ahora es mantener el poder, a como dé lugar (así sea desapareciendo al Instituto Nacional Electoral)[1]. Los problemas de la inseguridad y la violencia, la falta de crecimiento económico e inflación; de una economía basada en el subempleo y en empleos formales muy mal pagados; de emigración de decenas de miles de mexicanos a Estados Unidos: de deterioro ambiental imparable, de inveterada corrupción e impunidad; son dejados a un lado, minimizados y hasta ridiculizados por el presidente y su gabinete. Lo único que importa ahora es asegurar un amplio frente político-económico-social y hasta criminal[2] que logre los triunfos electorales en 2023 en dos gubernaturas, y en el 2024 en las elecciones federales y en 9 gubernaturas más, para consolidar el poder del actual grupo gobernante.

Así, AMLO espera dejar como candidata a la presidencia a su favorita, la jefa de gobierno de la ciudad de México Claudia Sheinbaum, para lo cual requiere, primero, que su movimiento y aliados se comprometan con esa candidatura, para lo cual ha estado acercando a la jefa de gobierno a actores políticos (gobernadores, legisladores) y económicos (grandes empresarios, como Carlos Slim), para que se establezcan alianzas con ella.

Y segundo, está socavando las ambiciones de otros precandidatos, como el senador Ricardo Monreal, a quien ha puesto a pelear con la gobernadora de Campeche, Layda Sansores (aliada de Sheinbaum), acerca de las ilegales intrusiones en las comunicaciones privadas del senador, con lo que lo mantendrá desgastado y ocupado un tiempo, mientras el presidente sigue consolidando la candidatura de su preferida.

Por lo que respecta al canciller Marcelo Ebrard, fuera de algunos amarres con empresarios, no cuenta con base social propia, y su responsabilidad en materia internacional lo mantiene continuamente fuera del país, con lo que poco puede hacer para impulsar su candidatura internamente.

El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, hace lo que el presidente le ordena, que es aparentar que compite por la candidatura, pero en realidad su papel es alinear a todos los gobernadores y grupos políticos del oficialismo tras el presidente, quien en su momento dará la orden de apoyar incondicionalmente la candidatura de Sheinbaum.

El problema lo va a tener Sheinbaum para el 2024, pues todos esos apoyos esperan ser retribuidos con puestos en el gabinete, en el Congreso federal, en las gubernaturas, legislaturas locales, presidencias municipales, y ya de perdida en embajadas y consulados. Además, de que se establezcan compromisos económicos con los grupos y corporativos que den su apoyo a Sheinbaum, a través de contratos y concesiones; los militares y marinos exigirán que cuando menos se les respete el enorme poder que han acumulado en el gobierno de AMLO, a instancias del propio presidente (227 funciones que no tienen que ver con las originales planteadas en la Constitución), así como el enorme presupuesto que ya manejan: los cárteles “aliados” del gobierno mantendrán su exigencia de impunidad, protección para sus actividades y combate por parte del gobierno a los grupos enemigos del crimen organizado; y por supuesto, el gobierno y las grandes empresas de Estados Unidos, no esperarán menos que el continuo vasallaje de México a las directrices de Washington en materia comercial, de inversiones (especialmente en materia de energía), financiera, de seguridad, laboral, ambiental y hasta educativo-cultural.

Sheinbaum también tendrá que pagar la lealtad de Ebrard y López Hernández (suponiendo que Monreal finalmente salga de Morena) con posiciones para ellos y sus equipos; mantener los programas clientelares para 25 millones de personas, que constituyen las bases sociales del oficialismo; y también, tendrá que apaciguar a la siempre ambiciosa y demandante comunidad empresarial judía, que querrá sacar “raja” del hecho de que Sheinbaum es judía-mexicana.

Demasiados compromisos y una “cobija” presupuestal y política muy pequeña para atenderlos; además de la falta de experiencia y de eficiencia que ha demostrado Sheinbaum en sus diferentes puestos públicos.

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