La farsa de la Guardia Nacional
La creación
de la Guardia Nacional y la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de
seguridad pública ha sido un fracaso rotundo. ¿Cómo una nueva ley cambiaría el
rumbo?
septiembre 12, 2022
El traslado
de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional fue consumado con
el voto mayoritario de Morena y sus partidos satélites, contraviniendo la
Constitución. Se consumó una farsa monumental, con un discurso presidencial
tramposo y una oposición que no supo responderle y cayó en su juego, aunque
votara en contra. El argumento era simple: la creación de la Guardia Nacional
en 2019 y la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública,
en este gobierno, ha sido un fracaso rotundo. ¿Cómo una nueva ley cambiaría el
rumbo?
En una gira
por Jalisco este fin de semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo
que ya se habían “domado” la inseguridad y la violencia. “Con realismo, sin
triunfalismo, ya estoy percibiendo que estamos domando el problema de la
inseguridad y de la violencia porque están dando efecto estas acciones de
bienestar, las acciones para mejorar la situación económica, social de nuestro
pueblo”, afirmó. El manejo del verbo recuerda cuando en abril de 2020 aseguró
que ya se había podido “domar la pandemia” de Covid-19.
Aquello fue
un discurso engañoso; éste también. La pandemia creció, se desbordó y hoy
México tiene la cuarta mortalidad más alta del mundo, con alrededor de 700 mil
fallecimientos, por el exceso de mortalidad por enfermedades relacionadas con
el Covid-19. “Domar” es un déjà vu. Al corte del 20 de agosto, el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tenía
registrados 21 mil 48 homicidios dolosos durante el primer semestre, y el
Presidente afirmó que era una reducción de 2.8 por ciento de los homicidios
dolosos respecto a los primeros cuatro años del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Las cifras
son ciertas, pero descontextualizadas. En los primeros cuatro años de Peña
Nieto, hubo 85 mil 384 homicidios dolosos, mientras que en los tres primeros
años y medio del gobierno de López Obrador sumaban, hasta julio, 130 mil 107.
No está claro de dónde sacó la reducción porcentual que mencionó en su cuarto
Informe de Gobierno, salvo que haya comparado los 12 meses de 2016 (24 mil 559
homicidios dolosos) con los seis primeros de 2022 (21 mil 48). En todo caso,
hay que esperar el cierre de año para hacer la analogía correcta.
En lo que
fueron iguales fue en la estrategia: no combatir a los criminales, porque,
argumentaron ambos, eso genera más violencia. La inacción de Peña Nieto produjo
que se desbordara la violencia y le entregara un país a López Obrador bañado en
sangre. En lugar de aprender, el Presidente profundizó. El Cártel de
Sinaloa goza de casi total impunidad, y hay confrontación limitada
contra el Cártel Jalisco Nueva Generación. Incluso, pese a que la
Marina conoce la ubicación donde se esconde su jefe, Nemesio Oseguera, el Mencho,
las instrucciones son de no detenerlo.
Si López Obrador
hace lo mismo que Peña Nieto, el resultado será no igual, sino peor, porque el
día de campo a los cárteles de las drogas les ha permitido avanzar su control
territorial en el país por el abandono institucional. La farsa del traslado de
la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional radica en la
justificación de que la doctrina y la disciplina van a mejorar la seguridad y
reducir la violencia. Eso no sucederá porque su comandante en jefe, el
Presidente, les ha ordenado que no enfrenten a criminales. Si no se cambian las
órdenes, la violencia seguirá y los homicidios dolosos aumentarán en las cifras
absolutas. No hay mucha ciencia en ello. Lo extraordinario es que el discurso
oculte el Sol.
Lo único que
cambió la semana pasada fue que un decreto presidencial se sobrepuso,
ilegalmente, a la Constitución. La Ley de la Guardia Nacional, publicada en
mayo de 2019, establece que la Guardia Nacional sería una institución de
seguridad pública de carácter civil, adscrita como órgano desconcentrado de la
Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Eso nunca fue.
La Guardia
Nacional estaba bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional. Su
comandante en jefe, el general Luis Rodríguez Bucio, la cara de ese cuerpo
paramilitar, recibía instrucciones del alto mando del Ejército, y el general
brigadier Inocente Prado López es el comisario en jefe de la Coordinación
Policial de la Guardia Nacional, un cargo que combinaba con su trabajo como
comandante de la Policía Militar del Ejército.
La Guardia Nacional
se nutrió fundamentalmente de la Policía Militar, y conformó un cuerpo
paramilitar en forma y militar en fondo, que no ha sido capaz de pacificar al
país, como prometió el Presidente, quien emplea siempre un discurso mareador.
En Jalisco afirmó que la reducción porcentual en la violencia era resultado de
los programas sociales, sin aportar evidencia de que esto sea cierto. Para que
tuviera éxito esa estrategia, se requeriría que la acompañaran por un largo
tiempo de otra que combata a delincuentes. El plan vigente está trunco y corre
al fracaso.
Los criminales han tenido el mejor sexenio en su historia por la omisión deliberada del Presidente de enfrentarlos. Pelean entre ellos en los mismos campos de batalla desde hace 15 años. Durante el gobierno peñista, las entidades con el mayor número de homicidios arriba de la tasa nacional fueron Baja California, Colima, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit y Oaxaca. Los militares de López Obrador no han hecho mucho al respecto. Los primeros ocho estados son los mismos y en igual orden, en la misma estadística, y sólo los últimos cambiaron por Quintana Roo y Sonora.
El único
triunfo presidencial ha sido retórico. Presume que, como nunca antes, a diario
se reúne el gabinete de seguridad, y la Guardia Nacional tiene más de 120 mil
elementos desplegados, casi seis veces más que la vieja Policía Federal. ¿Por
qué entonces, si hay mayor presupuesto, mayor despliegue territorial y más
atención pública al tema, la violencia se mantiene en máximos históricos, con
tendencia a empeorar? Por la simple razón de que todo es simulación.
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