Iconos

Iconos
Zapata

viernes, 1 de octubre de 2021

 

¿HACIA DONDE VAMOS?

Estamos en México a la mitad del camino, en un sexenio acortado (el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no durará 6 años, sino 5 años 10 meses), pues el 1º. de octubre de 2024, un nuevo presidente o presidenta (por primera vez, en México), tomará posesión del Poder Ejecutivo Federal.

López Obrador (AMLO) llegó a la presidencia con la promesa de que terminaría con los gobiernos neoliberales que se dedicaron a concentrar la riqueza en una minoría de plutócratas mexicanos[1], de grupos políticos corruptos y de organizaciones del crimen organizado, que han devastado al país durante las últimas tres décadas y media (1982-2018).

Pero para lograrlo, tuvo que pactar con una parte del establecimiento político-económico existente y con la potencia hegemónica del momento (Estados Unidos), lo que ha condicionado el desarrollo de la administración de López Obrador.

Para evitar que el imperio predominante en esta etapa histórica, es decir, los Estados Unidos, se dedicara a obstaculizar y detener el proyecto de redistribución del ingreso que se proponía el gobierno de AMLO en lo interno, aceptó mantener la subordinación lacayuna que los gobiernos priistas y panistas mantuvieron con Washington durante tres décadas; es decir, ratificó los términos de la subordinación mexicana a los Estados Unidos a través del nuevo tratado de libre comercio, el T-MEC, sin importar las cláusulas leoninas[2] que obligarán al gobierno mexicano a aceptar la tutela de Estados Unidos en prácticamente todos los rubros de la relación económica bilateral (comercio, finanzas, turismo, infraestructura, medio ambiente, política laboral, etc.).

López Obrador, por ignorancia supina, aceptó la subordinación completa de México ante los Estados Unidos, tal como la habían diseñado los neoliberales durante tres décadas, con tal de que Washington no se metiera en la definición interna de la distribución del poder político, que dependería de aquello que decidiera López Obrador.

Así, el ignorante presidente mexicano, cedió la soberanía nacional a Washington, a cambio de que lo dejaran definir (hasta cierto punto) la distribución del poder político en México (básicamente, la reconstitución del sistema priista, pero ahora con una nueva denominación, Morena).

Ahora nos enfrentamos a un futuro mediocre e incierto, en el cual México optó por ser un protectorado de Estados Unidos, en su lucha por la hegemonía mundial contra China y Rusia, a cambio de absolutamente nada. Es decir, nuestro vasallo gobierno (tal como los gobiernos neoliberales), decidió que debía subordinarse a Washington; no a cambio de algún beneficio o quid pro quo que favoreciera en algo a México, sino a cambio de que las lacayunas élites políticas y económicas mexicanas, no sean expulsadas del “paraíso” gringo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario