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Zapata

miércoles, 13 de octubre de 2021

 EL DEDAZO EN FAVOR DE SHEINBAUM

Está más que cantada la postulación de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, como la candidata presidencial de Morena para las elecciones del 2024, por más que el presidente López Obrador (AMLO) insista en que será la “gente” la encargada de elegir a él o a la candidata presidencial, mediante una o varias encuestas.

Al principio de la administración de AMLO el canciller Marcelo Ebrard se perfilaba como el más viable sucesor, ya que el presidente lo fortaleció con innumerables funciones y tareas, más allá de las propias de secretario de Relaciones Exteriores, como las de definir la política migratoria, dejando fuera a la “cabeza de sector”, la Secretaría de Gobernación; la de establecer el cómo y el cuánto de la adquisición de vacunas contra el Covid-19; y finalmente, pero quizás lo más relevante de todo, permitió que un incondicional de Ebrard, el impresentable “veleta” y “yesman” Mario Delgado, quedara al frente de Morena, con manga ancha para “negociar” con grupos priistas, panistas, perredistas, verdes, etc. para incorporarlos a la coalición gobernante, sin importar su pasado corrupto o incluso ligado al crimen organizado, con tal de ganar, “haiga sido como haiga sido “ (Calderón dixit) elecciones estatales, municipales y para el Congreso.

Pero, todo fue una “cortina de humo” para tratar de que su verdadera candidata, la jefa de gobierno de la CDMX, pudiera evitar, en alguna medida, la dura lucha que representa la sucesión presidencial.

Sin embargo, la poca experiencia de Sheinbaum, la incompetencia de su equipo en la CDMX y la realidad de una ciudad con cada vez más problemas y deficiencias en todos los ámbitos, estaban devastando su posible candidatura.

Así, el aumento de la inseguridad alcanzó su clímax, cuando el mismo secretario de Seguridad de la ciudad, uno de los funcionarios más cercanos a Sheinbaum, Omar García Harfuch (proveniente de una familia política priista), sufrió un atentado contra su vida (26/06/2020), en una de las colonias en donde viven los ricos y poderosos de la ciudad (las Lomas de Chapultepec), perpetrado por el cártel de narcotráfico más violento del país, el Jalisco Nueva Generación, echando por tierra con ello las reiteradas afirmaciones gubernamentales de que en la capital del país no tenía presencia.

Después, el incendio en instalaciones del Metro y posteriormente el accidente mortal en la Línea 12 (3/05/2021), demostró la falta de mantenimiento y de responsabilidad de las actuales autoridades en este servicio de transporte público; lo que además se agravó con la torpe defensa que la propia jefa de gobierno hizo de la entonces directora del Metro, Florencia Serranía, quien en sus declaraciones confirmó su incompetencia y falta de conocimiento para dirigir tan importante sistema de transporte para la capital del país.

Así, en menos de un año, la posible candidatura de Sheinbaum se derrumbaba, lo que obligó a López Obrador a entrar a su rescate y ante los ataques a Sheinbaum desde fuera del gobierno, pero también desde el interior, decidió abrir definitivamente el juego sucesorio, poniendo a la jefa de gobierno claramente como su preferida (por más que lo niegue).

Ahora también ya señaló inequívocamente que la forma de elegir a su candidata será por encuestas, lo que ha generado enorme insatisfacción al interior de Morena, dada la opacidad de dicho método, pues la dirigencia en turno es la que decide quiénes hacen las mentadas encuestas, cómo y en dónde se hacen y, peor aún, la forma en que se dan a conocer los resultados, sin aclarar la metodología, presentar los cuestionarios realizados, los criterios para elaborar los mismos, etc.

Es decir, la encuesta ya realizada (no negociada primero con los posibles precandidatos sobre la metodología, las preguntas, el tamaño de la muestra, la encuestadora, etc.) es presentada como “fait accompli”, que debe ser aceptado por los perdedores sin inconformidad alguna.

Ya el lacayuno Delgado señaló que todos los aspirantes deben aceptar lo que diga el presidente López Obrador, así como los resultados que en su momento se obtengan de las encuestas que se realicen para elegir candidato presidencial, porque debe prevalecer la unidad y claro, todos están en Morena no por puestos públicos o protagonismos, sino para transformar al país.

El único precandidato que formalmente no lo es, porque AMLO no lo considera así, el líder del Senado, Ricardo Monreal, ya se manifestó a favor de que la elección del candidato presidencial sea mediante primarias y ha propuesto que sea un Congreso partidario el que defina el método; implícitamente negándole a AMLO su “autoridad” para definirlo unilateralmente, dando a entender que si no se “democratiza” al partido, se corre el riesgo de afectar su unidad. Una nada velada amenaza de que si se le excluye de la lucha sucesoria, como pretende AMLO, Monreal puede iniciar un proceso de división al interior de Morena.

Pero todo indica que AMLO está dispuesto a correr el riesgo de enfrentarse con Monreal, pues supone que una vez que él lo expulse del paraíso lopezobradorista, nadie seguirá al senador zacatecano, lo que sólo le dejará abierto el “expediente” Ebrard, de quien por cierto ya afirmó lo siguiente : “Recordó que él mismo se midió en 2011 frente a Marcelo Ebrard para la elección presidencial, y aunque él ganó la encuesta con poco margen, el entonces jefe de gobierno aceptó el resultado (añadiendo)….Cosa que no es fácil, sobre todo en ambiciosos vulgares (¿Se habrá referido a Monreal?) que ‘soy yo o hay conflicto’, ‘o me voy de candidato’ expresó respecto del actual canciller”.[1]

Con ello le envía un inequívoco mensaje a Ebrard de que va a tener que aguantarse de nuevo, como en el 2011, su derrota, porque si no, él lo considerara un “ambicioso vulgar”, y quién sabe, por ahí surge algún expediente sucio, muy sucio del canciller, como en su momento le tocó al entonces ex gobernador del Estado de México, Arturo Montiel, que intentó ser candidato presidencial del PRI contra Roberto Madrazo en 2005, y su pasado corrupto se hizo público, desbaratando así sus ambiciones presidenciales.

Pero lo que no tiene en cuenta, o cree que lo puede manejar a su antojo AMLO, es que el presidente del partido en el poder es todavía (falta ver si de aquí al 2024 sigue siendo así) un incondicional de Ebrard; Mario Delgado, bien podría manipular la encuesta para que favorezca al canciller.

En todo caso, Ebrard ya comenzó a lanzar “misiles” no tan secretos, contra AMLO, pues al terminar una reunión con Monreal en el Senado, supuestamente para darles a conocer a los senadores el nuevo marco de cooperación en seguridad con Estados Unidos, manifestó que la reforma constitucional en materia eléctrica, propuesta por AMLO, no choca con el T-MEC, ya que las empresas que se sientan afectadas pueden acceder a los paneles de controversias que contempla el mencionado tratado.

Como ya lo hemos advertido docenas de veces en este blog, esos paneles de controversias son un mecanismo para rendir al Estado Mexicano ante las demandas, apetencias y exigencias de las empresas trasnacionales; tan injusto mecanismo, que incluso Canadá, en la renegociación de su tratado comercial con Estados Unidos, puso como condición para aprobarlo, que esos paneles desaparecieran; lo que Estados Unidos aceptó, por lo que serán los tribunales canadienses los que decidan en controversias entre el gobierno y empresas que se sientan afectadas por leyes de ese país.

No es el caso de México, que ya está siendo demandado por miles de millones de dólares, por varias empresas estadounidenses y canadienses que afirman que las leyes mexicanas, o la justicia mexicana están afectando sus intereses; y los famosos paneles, indefectiblemente les están dando la razón a dichas empresas.

Así, Ebrard, aprovechando la ignorancia de López Obrador en tan crucial tema (pues cándidamente el presidente afirmó que la reforma eléctrica en nada afecta lo establecido en el T-MEC, lo que por supuesto es falso), ya dio el aviso a las trasnacionales de que él sí está en favor de que demanden al Estado Mexicano por miles de millones de dólares, si se aprueba la reforma eléctrica de AMLO.

Lo que se percibe con esta oportunista y anti nacional postura del canciller es que si no le favorece el “dedazo” presidencial para la candidatura, él estará más que dispuesto a ayudar, asesorar y guiar a las empresas trasnacionales para devastar las finanzas públicas del país con frívolas y exageradas demandas contra el Estado Mexicano, ya sea por la reforma eléctrica o por cualquier otra ley o decisión del gobierno de AMLO; y así, Ebrard se cobraría en dólares su venganza contra AMLO y su sucesora, por haberlo dejado fuera de la candidatura presidencial.

El otro punto “ciego” de AMLO en la sucesión es que, como la mayoría de sus antecesores en el cargo, ilusamente cree que el colaborador más lacayuno, servil, “leal”, obediente, etc. es el indicado para sucederlo.

Así lo pensó Díaz Ordaz de Echeverría, y así le fue. Así lo pensó Salinas de Colosio, y éste apenas pudo, durante la campaña presidencial se comenzó a alejar de él y de José Córdoba (alter ego de Salinas), lo que derivó en su asesinato; y después, Salinas pensó que el muy dócil Zedillo sería el indicado para sucederlo, y así le fue (encarceló a Raúl Salinas y prácticamente exilió al propio Carlos).

Todo ello sin mencionar que el último presidente que pudo dejar a su sucesor designado, como primer mandatario, fue Miguel de la Madrid en 1988 (Carlos Salinas); pues Salinas no pudo dejar a su primera opción, Colosio (asesinado); Zedillo pretendió que su sucesor fuera Francisco Labastida, y perdió en las elecciones con Fox; éste pretendió que su sucesor fuera Santiago Creel, y perdió en la primarias internas del PAN con Calderón; por su parte Calderón creyó que podía dejar como su sucesor a Juan Camilo Mouriño (fallecido en accidente aéreo), y después a Ernesto Cordero, pero perdió en las internas del PAN con Josefina Vázquez Mota; y Peña Nieto, pretendió que su sucesor fuera Luis Videgaray, pero no pudo imponerlo, entonces se decantó por José Antonio Meade, que perdió en la elección presidencial con López Obrador.

Así que el presidente López Obrador no la tiene nada fácil para dejar a su preferida Sheinbaum, no sólo como candidata de su partido (eso quizá sea lo que le resulte más difícil, dada la competencia que se está presentando internamente), sino incluso como sucesora en la presidencia. Veremos.

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