SE VA A QUEDAR MUY SOLO
López
Obrador (AMLO) sigue en su cruzada contra todas las instituciones “clase
medieras” que no se subordinan a sus dictados. Desde hace unos días sus ataques
se han centrado en contra de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
su alma mater, a la que acusa de haberse “derechizado” durante el
periodo neoliberal; y falsamente afirmó que dicha institución educativa no
criticó esa política, cuando desde la UNAM surgieron los principales críticos
del mencionado modelo económico.
Todo parece
indicar que las autoridades centrales de la UNAM y de varias facultades e
institutos de investigación han hecho valer su autonomía y su libertad de
cátedra e investigación, ante reiterados llamados primero, y presiones después,
del gobierno de AMLO, para que salgan a defender y avalar todas las políticas
públicas impulsadas por el gobierno actual.
Da la
casualidad de que directivos, profesores e investigadores han señalado fallas,
sesgos y deficiencias en dichas políticas públicas (por ejemplo en distintos
programas sociales, en el Tren Maya, en el Proyecto del Istmo de Tehuantepec,
en política ambiental, etc.), lo que ha enfurecido a López Obrador, que
esperaba una sumisión total de la máxima casa de estudios del país a sus
directivas, exigencias, ocurrencias y demandas.
Así, la UNAM
salió a defender a los científicos y académicos acusados por el CONACYT y por la
fiscalía General de la República de “lavado de dinero y delincuencia
organizada”, lo que en el ámbito universitario se consideró un exceso.
Pues bien,
AMLO no esperaba otra cosa de la UNAM que su apoyo incondicional a tan
exagerada acusación.
De la misma
manera, las autoridades universitarias consideraron que las condiciones para el
regreso a clases presenciales aún no eran las óptimas, a pesar de las continuas
presiones de AMLO para que lo hicieran lo antes posible; de ahí derivó su
vitriólico ataque a los académicos de la UNAM, al acusarlos de cobrar sin
trabajar, cuando lo que ha estado sucediendo es que las clases en línea se han
mantenido, y los profesores han estado dando clases, por lo que han seguido
cobrando sus sueldos, como debe ser.
En cambio,
AMLO defiende con todo a su amigo y aliado Carlos Slim, el hombre más rico de
México y América Latina, cobijándolo en el caso de la Línea 12 del Metro en el
que su empresa CICSA tuvo que ver en la deficiente construcción de dicha línea;
pero AMLO convino con Slim en que no se le acusaría de nada; a cambio, de que
se comprometa a repararla con sus propios recursos, y con ello también se libró
de la acusación penal que la fiscalía de la Ciudad de México, supuestamente
autónoma, endilgó contra 10 ex funcionarios en el gobierno de Marcelo Ebrard
(2006-2012) como los únicos responsables de la mala construcción de la línea
(dejando fuera a los gobiernos de Miguel Angel Mancera y el actual de Claudia
Sheinbaum en el tema del mantenimiento), y por lo tanto del desplome del 3 de
mayo del 2021 que provocó 26 muertos y más de 90 heridos.
Así también,
después de criticar hasta el cansancio durante su etapa de opositor político,
el que el gobierno de Carlos Salinas concesionara la empresa Teléfonos de
México a Carlos Slim; ahora considera excelente que se ratifique dicha
concesión, y defiende el actuar de Slim contra cualquier crítica o
cuestionamiento. Cómo cambian las cosas una vez que se está en el poder.
Lo que es
indudable es que las animadversiones, odios y complejos que carga AMLO lo están
llevando a atacar a cada vez más actores y sectores de la sociedad mexicana,
muchos de los cuáles se la jugaron con su candidatura presidencial en 2018,
pero se han ido desencantando, desilusionando y decepcionando de AMLO, por lo
que, a medida que avanza su periodo gubernamental y se acerca su fin (a menos
que intente un golpe de mano para permanecer en el poder; a lo mejor por eso
habla tanto últimamente con Evo Morales), se irá quedando cada vez más y más
solo, especialmente cuando llegue a su fase final la lucha por la sucesión
presidencial; y entonces todos sus odios y filípicas contra medio mundo, se le
van a revertir de una manera muy amarga. Al tiempo.
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