Camino Rojo: ecocidio en tiempos
de la 4T
Juan Carlos Ruiz
Guadalajara *
https://www.jornada.com.mx/2020/09/27/opinion/013a1pol
La herencia envenenada que en
materia de megaminería recibió el presidente López Obrador (AMLO) por parte del
neoliberalismo a la mexicana, así como las contradicciones de su gobierno en la
preservación de los sistemas ambientales del país, comienzan a dar sus primeros
frutos podridos. El caso más reciente lo encontramos en la minera canadiense
Orla Mining y su proyecto de tajo a cielo abierto Camino Rojo, el cual fue
aprobado el pasado mes de agosto, en plena pandemia, por la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales. La misma trasnacional dio la noticia a sus
inversionistas desde Vancouver, garantizándoles que cuenta ya con las
autorizaciones necesarias para iniciar la construcción de la mina e informó,
además, que la pandemia en curso no representa obstáculo al proyecto porque el
gobierno de México declaró a la minería como actividad estratégica, lo que le
permitirá producir sus primeras onzas de oro en 2021.
Ubicado a
tan sólo tres kilómetros de la comunidad de San Tiburcio en el municipio
zacatecano de Mazapil y a 50 kilómetros al sur de Peñasquito (una de las minas
a cielo abierto más grandes y destructivas del planeta), el proyecto Camino
Rojo desarrollará, con el aval de la Cuarta Transformación, un enclave
neoporfirista (AMLO dixit) sobre una superficie de mil 828
hectáreas, de las cuales 812 serán destinadas a obras e instalaciones. Entre
éstas se incluyen un tajo a cielo abierto de 33 hectáreas y 250 metros de
profundidad, patios y alberca de lixiviación, depósito de cianuro, polvorín
para explosivos, estación de gasolinas propia, tepetateras, apilamientos de
material de baja ley, almacén para residuos peligrosos, nuevos caminos y pista
privada de aterrizaje. Todo esto sobre tierras de un Sistema Ambiental Regional
que alberga diversas especies de reptiles, anfibios, mamíferos y aves, muchas
de ellas catalogadas en riesgo, así como decenas de especies vegetales de
las cuales ocho se encuentran bajo categoría de protección, el peyote incluido.
Orla
Mining ha calculado en 12 años la duración de su proyecto, nueve de ellos de
vida útil de la mina, periodo durante el cual se utilizarán casi 23 mil
toneladas de explosivos para destruir el territorio y formar el tajo, además de
26 mil toneladas de cianuro para lixiviar. El proyecto consumirá un total aproximado
de 110 millones de litros de diesel y 3.5 millones de litros de gasolina para
mover maquinaria, vehículos y generadores de electricidad. Con ello, la empresa
aspira a procesar más de 44 millones de toneladas de mineral, con un consumo
anual de un millón de metros cúbicos de agua que serán obtenidos del
sobreexplotado acuífero profundo y de la destrucción del manto freático de la
región.
De todo
ello, Orla Mining calcula obtener como botín 660 mil onzas de oro y 3.5
millones de onzas de plata. A cambio ofrecerá 460 empleos directos en su etapa
operativa, la mayoría para trabajadores foráneos ante la falta de personal
capacitado en las comunidades rurales aledañas al proyecto: San Tiburcio (mil
habitantes), El Berrendo (200) y Los Quijano (52). Los ejidatarios de estas
poblaciones han arrendado sus tierras a la trasnacional, que las devolverá
destruidas, contaminadas y desertificadas en menos de 15 años. Un saqueo
redondo. El gerente de Camino Rojo ha llegado al absurdo de declarar que el
objetivo de la empresa es dejar el lugar como estaba, incluso mejor,
apreciación contraria a los datos técnicos de la Manifestación de Impacto
Ambiental, donde se especifica que las consecuencias del proyecto cambiarán por
completo y para mal el territorio, forma elegante de decir que se trata de su
sentencia de muerte. Con este ecocidio en curso aumentarán los daños
irreversibles que la megaminería de tajo a cielo abierto ha provocado sobre los
frágiles sistemas ambientales del norte del estado de Zacatecas y del altiplano
potosino.
Hace
pocos días, AMLO reiteró que en su gobierno no se han dado ni se darán
concesiones mineras y que no cancelará las existentes, e hizo de nuevo un
llamado a las mineras extranjeras para aplicar en México las normas que siguen
en sus países de origen para cuidar el medio ambiente. El presidente está muy
mal informado, pues su gobierno ha otorgado varias concesiones mineras de las
que existen pruebas irrefutables, pero también muestra ignorancia al considerar
que las mineras actúan correctamente en sus países: por ejemplo, los ecocidios
y arbitrariedades que las mineras canadienses han cometido en territorios
indígenas de Canadá están plenamente documentados y denunciados. Además, la
irresponsable postura presidencial en materia minera ha estimulado a los
corporativos y a sus cómplices para avanzar en sus negocios ecocidas. La
situación que se vive en Ixtacamaxtitlán o en los Chimalapas, entre muchos
otros lugares del país, dan cuenta de ello.
A la par
del apoyo incondicional a AMLO en su proyecto anticorrupción y en su revolución
ético-política, surge también mi indignación ante fracasos ambientales tan
desoladores como el representado por Orla Minig y el ecocidio de Camino Rojo,
derrota nacional pero de consecuencias globales para un planeta que se dirige
hacia un cambio irreversible, desconocido y nada estimulante para las especies
que lo habitamos.
* Investigador
de El Colegio de San Luis
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