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Zapata

jueves, 10 de septiembre de 2020


ALEMANIA
La canciller Angela Merkel está en una encrucijada, en buena medida por su indeclinable apego a la hegemonía estadounidense y a su recelo respecto a Rusia, visto que ella se formó en la antigua República Democrática de Alemania, que estuvo por más de cuarenta años bajo el dominio soviético.
Al presidir al Consejo de la Unión Europea (UE) desde el 1º de Julio de este año y hasta el 31 de diciembre, Merkel tiene que enfrentar, no sólo la pandemia del coronavirus, que por lo visto está resurgiendo en el continente con una segunda ola de contagios durante el verano; sino las medidas para la recuperación económica de la UE; la salida de Gran Bretaña de la propia Unión; la crisis política en Bielorrusia; el conflicto entre Grecia y Turquía por los derechos para la explotación de hidrocarburos en el Mediterráneo Oriental; y las difíciles relaciones de la Unión con el gobierno de Putin.
En el último tema, el muy extraño, y aún no explicado envenenamiento del principal político opositor de Putin, Alexander Navalny, durante un vuelo de Siberia hacia Moscú, sobre el que la prensa y la mayoría de los gobiernos occidentales han señalado como responsable al gobierno ruso; han obligado a Merkel a exigir una investigación y explicación a fondo al gobierno de Putin, incluso amenazando (en voz de su Ministro de Asuntos Exteriores, Heiko Mass), sobre la posibilidad de que el gasoducto (a punto de ser terminado, pues sólo le faltan 160 kilómetros, de un total de 2,360) Nord Stream 2, que llevará miles de millones de metros cúbicos de gas de Rusia a Alemania, pueda quedar suspendido, en tanto no se aclara lo sucedido a Navalny.

La construcción de dicho gasoducto ha sido un punto de conflicto entre los gobiernos de Trump y Merkel, dado que el presidente de Estados Unidos, como parte de su estrategia de presión hacia el gobierno de Putin (por su intervención en Siria y su anexión de la península de Crimea; así como por las absurdas acusaciones del Deep State estadounidense sobre la inventada intervención rusa en las elecciones presidenciales del 2016; y ahora también en las de este año), desde el 2018 advirtió a Merkel que no siguiera con el proyecto del gasoducto, pues ello ayudaría a la economía rusa; y llegó a decir que Alemania estaba dominada económicamente por Rusia. Trump en cambio, sugirió que los alemanes compraran el gas (más caro, por la distancia que tendrían que recorrer los buques tanque desde América hasta el Mar Báltico) a los Estados Unidos.
Los legisladores estadounidenses también tienen preparadas varias medidas legislativas para sancionar a las empresas alemanas y europeas que continúen con su participación en el mencionado gasoducto[1].
Así también, Trump ha presionado a Merkel para que aumente el gasto militar, como país miembro de la OTAN[2], hasta el 2% de su PIB; puesto que Alemania actualmente gasta sólo el equivalente al 1.35%.
Alemania se ha comprometido a aumentar su gasto hasta el 1.5%, y en varios años más llegar al 2%; algo que no satisfizo a Trump, por lo que señaló que retiraría de Alemania hasta 12 mil soldados de los que mantiene en ese país; enviando 5,600 de ellos a otros países de Europa del Este. Estados Unidos tiene actualmente 47 mil soldados y personal civil en Alemania.[3]
En Estados Unidos y en la Gran Bretaña ha sido una prioridad, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, “mantener dentro de Europa a Estados Unidos; fuera a la Unión Soviética (hoy Rusia) y abajo a Alemania”; tal como lo afirmara en su momento el Primer Ministro británico Winston Churchill.
Es decir, para las potencias anglófonas, Europa debe seguir siendo no sólo aliada de Estados Unidos y Gran Bretaña, sino el primer dique de contención de dos países que han retado la hegemonía de Washington y Londres; es decir, Alemania y Rusia.
Por ello es que Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, han tenido como prioridad mantener una Alemania sumisa y dependiente militar y políticamente de los países occidentales, vencedores en la Segunda Guerra Mundial; y lo más alejada y controlada posible a la potencia del Este, es decir Rusia (antes la Unión Soviética).
Por lo mismo, cualquier acercamiento o peor aún, alianza política, económica y/o militar entre Berlín y Moscú[4], sería un reto monumental a la hegemonía estadounidense, pues uniría el poder militar, los recursos naturales y científico-tecnológicos de Rusia; con la avanzada industria, ciencia y tecnologías alemanas, lo que bien podría convertirse en un eje de poder, que podría equiparar o hasta eclipsar al de los países anglos y Francia.
El anterior canciller alemán (1998-2005), Gerhard Schroeder dio algunos pasos para acercar, en términos económicos a Rusia y Alemania, pues fue él quien, antes de dejarle su puesto a Angela Merkel (del Partido Demócrata Cristiano), formalizó la construcción del primer gasoducto entre ambos países, el Nord Stream, que comenzó a funcionar en 2012, con una capacidad de 27,500 millones de metros cúbicos por año.
Shroeder, miembro del Partido Social Demócrata, forjó una gran amistad con Putin, y se ha convertido en uno de los principales promotores del acercamiento entre ambos países; al grado de que fue nombrado presidente de la petrolera rusa Rosneft, que está fuertemente vinculada a la construcción del Nord Stream 2, que sumaría otros 27,500 millones de metros cúbicos de gas, con lo que se satisfaría hasta la mitad del consumo de gas de Alemania.[5]
Así, Merkel se encuentra entre dos fuegos, por un lado, quiere seguir quedando bien con la potencia hegemónica, Estados Unidos, que ha mantenido miles de tropas en Alemania desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, como disuasión a cualquier intento de la antigua Unión Soviética (URSS) de invadir Europa Occidental. Pero una vez desaparecida la URSS (1991), la permanencia de las tropas estadounidenses en suelo alemán, tienen que ver más con disuadir a la propia Alemania de intentar convertirse nuevamente en una potencia militar y política. Washington, Londres y Paris prefieren mantener a Alemania como una enana política y militar, que dependa en ambos campos del poder, de los antiguos aliados occidentales en la última guerra mundial.
No es por nada que Hollywood y la mayoría de la industria del cine de los países occidentales, que tienen una influencia desproporcionada por parte de los lobbies pro-Israel, producen centenas de películas, series, programas, documentales, etc. cada año, sobre los nazis, el holocausto y la Segunda Guerra Mundial, como si hubieran terminado apenas ayer, con objeto de mantener en la opinión pública mundial, la idea de que Alemania es un peligro existencial permanente para la humanidad, y por ello debe seguir maniatada por las potencias occidentales.
Por otro lado, el poderío económico alemán, que nuevamente sitúa a este país como la primera potencia en Europa; así como su desarrollo social, científico-tecnológico y su política exterior menos beligerante que la de sus aliados occidentales, le han ido ganando una estatura internacional que supera por mucho la que Washington, Londres y Paris desearían que tuviera Berlín.
Veremos hasta donde está dispuesta Merkel a seguir las directrices de Washington con el asunto Navalny, que por lo demás parecería tremendamente estúpido de parte de Putin (y si algo ha demostrado el presidente ruso, es que de estúpido no tiene un pelo), realizar algo así, cuando lo que menos necesita ahora es que la construcción del gasoducto se detenga (por ello parecería más lógico que los servicios de inteligencia occidentales y/o su aliado del Mossad israelí, hayan estado detrás del asunto).
En todo caso, las clases política y económica alemana han demostrado con creces que temen demasiado una confrontación con Washington y con los lobbies pro-israelíes de Occidente (que no dejan de señalar falsamente a Alemania como una fuente de anti-semitismo), por lo que Merkel tendrá que sopesar muy bien si el caso Navalny vale el dejar de recibir la cuarta parte del gas que Alemania necesita, y plegarse una vez más a las órdenes y exigencias estadounidenses.


[1] https://www.niusdiario.es/internacional/europa/alemania-toca-madera-trump-sancione-segundo-gasoducto-rusia_18_2992770233.html
[2] Organización del Tratado del Atlántico Norte.
[3] https://www.france24.com/es/20200729-eeuu-retiro-tropas-alemania
[4] Y si le sumara a este eje China.
[5] https://www.eltiempo.com/mundo/europa/alemania-amenaza-por-primera-vez-a-rusia-con-interrumpir-nord-stream-2-536383

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