Venezuela amenazada
Ángel Guerra Cabrera
Estados
Unidos y sus lacayos hacen de Venezuela el blanco, hace casi 20 años, de una de
las campañas de desestabilización, guerra económica y mediática más salvajes
conocidas hasta nuestros días. La toma de posesión del presidente Nicolás
Maduro, a realizarse este jueves, ha sido el pretexto desde hace meses para
redoblar esa agresión. Ejecutada por una internacional de derecha vigilada por
Washington, ha enjaezado a ella la endeble Unión Europea y el llamado Grupo de
Lima, integrado, con la digna excepción del México lopezobradorista, por los
gobiernos más antipopulares y proyanquis de nuestra América, incluyendo el de
Brasil. Encabezado por Jair Bolsonaro, mezcla de rasgos típicos de los más
primitivos integrantes de las unidades de asalto nazis y de los coroneles esclavistas
brasileños del siglo XIX, cuyo ascenso a la cabeza del gigante sudamericano
ilustra la deriva ultraderechista con tintes fascistas a que han empujado la
ofensiva imperialista oligárquica, contra los gobiernos revolucionarios y
progresistas de nuestra región, la misma llegada de Donald Trump a la Casa
Blanca y la honda crisis mundial del capitalismo y de la globalización
neoliberal.
El
imperialismo estadunidense ha desempolvado la Doctrina Monroe (1823), concebida
para subordinar a nuestra región. Con el cínico desconocimiento de Maduro,
Washington persigue acabar con el gobierno democrático de la patria de Bolívar
y Chávez. También, aplastar la revolución venezolana con la utilización de los
tenebrosos recursos de la guerra híbrida. Si lo lograra, lanzarse al cuello de
Cuba, Bolivia y Nicaragua y apoderarse de los recursos naturales de nuestra
región. Liquidar la idea, inspirada por Bolívar y Martí y retomada e impulsada
por Fidel y Chávez, de América Latina y el Caribe unidos e integrados
económicamente en una zona de paz y cooperación. Acabar también con los
valientes gobiernos caribeños que se han resistido a servir a los planes de
Washington para aplicar a Venezuela en la OEA la injerencista Carta Democrática
Interamericana.
Para ello
están decididos a tomar una acción militar de envergadura contra Venezuela, no
necesariamente con intervención directa de grandes unidades gringas. Hay claras
evidencias de que estos malévolos trajines son concebidos y operados por el
Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, por lo menos desde que en
2016 y con la firma de su todavía jefe, el almirante Kurt Tidd, se publicara el
plan Venezuela Freedom II Operation, continuación de
una fase previa de la que informó al Senado de Estados Unidos el 12 de marzo de
2015 el entonces comandante de ese cuerpo armado, general John Kelly, hasta
hace poco jefe de gabinete de la Casa Blanca.
Estados
Unidos nunca ha negado la autoría de ese documento ni de otro más reciente
también salido del Comando Sur, el Masterstroke (Golpe
maestro), surgido debido a la derrota por el chavismo conducido por Maduro,
del Venezuela Freedom II Operation.
Al leer
actualmente el primero de esos planes la impresión que da es la de un relato
anticipado de la política real de asfixia, golpe de Estado continuado, y
aislamiento internacional contra la Venezuela bolivariana y chavista que hemos
visto poner en práctica por el imperialismo desde 2016, cuando fue concebido.
Maduro
fue relecto en paz y tranquilidad con más de 6 millones de votos el 20 de mayo
de 2018 y una participación de 46.02 por ciento, muy similar a la que se
observa en las presidenciales estadunidenses. Mayor votación y participación
que la de varios países latinoamericano cuyos gobernantes ahora pretenden
desconocerlo, en obediencia al plan golpista yanqui denunciado el 8 de enero
por Maduro, quien rechazó frontalmente la espuria declaración del bien
llamado cártel de Lima y afirmó que Venezuela está lista para
defenderse. El líder chavista recibió 67.64 por ciento de los sufragios, mientras
el candidato de oposición más votado alcanzó sólo 20.93 por ciento de los
sufragios, equivalentes a un millón 927 mil 387. El sistema que contabilizó la
elección es el mismo que ha dado la victoria a la oposición las pocas veces que
lo ha logrado, incluso cuando ganó la Asamblea Nacional. De trayectoria
abiertamente golpista desde que fue electa, como ordenaba el Venezuela
Freedom II,forzó a la Corte Suprema de Justicia a declararla en desacato.
La oposición está desarticulada y no puede ganar una elección al chavismo pese
a los graves problemas ocasionados por la guerra económica, mediática,
financiera e indudables deficiencias del gobierno. Por eso, digitada por
Washington siempre ha insistido en el camino golpista. Exigir respeto a la
soberanía de Venezuela y condenar el plan subversivo es la palabra de orden.
Así lo expresa una reciente declaración apoyada por más de 700 personalidades
convocadas por la Red de Intelectuales, Artistas y Luchadores Sociales en
Defensa de la Humanidad.
Twitter: @aguerraguerra
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