La
contundente derrota que Bashar el Assad, Putin, Irán, Irak y Hezbollah
propinaron a las petromonarquías del Golfo (Arabia Saudita, Emiratos Arabes
Unidos, Bahréin y Qatar)[1], Israel, los
neoconservadores, el complejo militar-industrial-de seguridad, Gran Bretaña,
Francia, Egipto, Jordania y hasta Turquía, han dejado histéricos, fuera de sí,
a la mayoría de estos actores; que ya se frotaban las manos con la
balcanización de Siria, el reparto de su territorio y de sus recursos naturales;
y por supuesto, la muerte del presidente sirio.
La
dispersión y/o destrucción de la mayoría de los grupos terroristas y mercenarios
apoyados por estos países, que fueron desmantelados o debilitados por la
coalición siria-rusa-iraní-iraquí-palestina, apoyada en algunas regiones del
Este y Norte de Turquía por los kurdos, generó una nueva realidad geopolítica
en el Medio Oriente[2].
El slogan
“Assad debe irse”, ya quedó superado. Por ello, especialmente los
neoconservadores que manejan como títere a Trump (Pompeo y Bolton
principalmente; apoyados por los senadores Graham, Rubio, Schumer, Cardin,
entre otros), junto con el titiritero mayor, Benjamín Netanyahu, decidieron que
no iban a retirarse derrotados e impulsaron una estrategia de involucramiento
directo de las fuerzas armadas estadounidenses, francesas y británicas, para
seguir hostilizando al régimen de Bashar el Assad, a las milicias iraníes y a
Hezbollah. Por su parte, Israel ha mantenido sus bombardeos a instalaciones
militares sirias y a posiciones iraníes dentro de territorio sirio[3].
Así, el
objetivo es no permitir una victoria completa de Siria y sus aliados; mantener
en el caos y la guerra permanente al régimen de Assad; y empantanados en esta
región a Rusia e Irán.
Pero Trump
ya se está hartando de esta “estrategia” que no tiene fin, y por ello, sin
consultar con sus “amos”, decidió informar el retiro del simbólico contingente
de 2000 soldados que Estados Unidos mantiene en Siria, y que cumple la función
de “disuasor” contra los contingentes iraquíes y las milicias iraníes, evitando
que establezcan un puente permanente entre Irak y Siria para conectarse con el
ejército de Assad. Esto es, lo que buscan es bloquear lo que los estrategas
israelíes han definido como “la creciente chií”[4].
No es que
tan pequeño contingente militar constituya un factor determinante, sino que
está siendo utilizado como “paraguas” de protección para evitar que la
coalición ganadora ocupe la mayor parte del territorio sirio, pues cada vez que
sirios o rusos han querido rodear la base el Al Tannf[5], en donde se encuentra la
mayor parte de las tropas estadounidenses, estas atacan o amagan con atacar a
quien lo intente.
Asimismo,
neoconservadores e israelíes no quieren que los kurdos queden a merced de un
ataque turco, ya avisado por el presidente Erdogan, en vista de que han sido
los aliados preferidos de Israel y de Estados Unidos en su lucha contra el gobierno
de Assad; y, de hecho, es el único ejército que les queda en el terreno para
mantener presión sobre el gobierno sirio.
Pero resulta
que tanto Putin como Assad[6], están ofreciendo una
alianza a los kurdos para que, a cambio de que no exijan la independencia
respecto a Siria, se les ofrezca una región autónoma, que estaría protegida por
sirios y rusos, contra cualquier ataque turco; obviamente ello alejaría a los kurdos
de sus tradicionales aliados estadounidenses e israelíes; y con ello, uno de
los objetivos para mantener a las tropas americanas ahí, es decir la supuesta
“protección” a sus aliados kurdos, se desvanecería.
Todo este
escenario tan complejo para los neoconservadores y para Netanyahu los ha
llevado a conformar un escenario en el que obliguen a Trump a actuar, una vez
más, en favor de su estrategia de caos y balcanización del Medio Oriente.
Ahora, desde
el Deep State estadounidense (el FBI) y los medios controlados por estos
actores (Washington Post, New York Times y Wall Street Journal), se ha lanzado
una campaña para acusar a Trump, nuevamente, de aliarse con Putin, a raíz de
que no dio a conocer “plenamente” el contenido de su conversación privada con
el líder ruso en Helsinki; y que hay en curso una investigación de
“contrainteligencia” sobre Trump, en el FBI, por sus supuestos vínculos con
Rusia.
Poco antes
de ello, Pompeo y Bolton fueron a Israel a afinar la estrategia y recibir
instrucciones de Netanyahu para acorralar a Trump con dos objetivos; primero,
tratar de revertir la decisión de retirar las tropas de Siria, lo que en
principio ya consiguieron, pues lo “convencieron” de que la retirada se alargue
por 4 meses; y segundo, iniciar toda una campaña contra Irán (con la próxima
reunión anti-iraní a realizarse en Varsovia, Polonia)[7], con objeto de obligar a
Trump a iniciar ataques contra este país, sin que exista ninguna razón válida.
La que ha esgrimido Pompeo es para obligar a Teherán a “comportarse”, es decir
a inclinarse ante el imperio estadounidense y su amo Netanyahu.
La presión
para Trump con la investigación del FBI y las acusaciones sobre su reunión con
Putin llevan la intención de “ablandarlo”, con objeto de que acepte mantener
las tropas en Siria indefinidamente; y sobre todo, de que ordene ataques contra
Irán.
A cambio,
los neoconservadores y Netanyahu “le bajarán” el volumen a las acusaciones de
colusión con Rusia, y dependiendo del nivel de compromiso de Trump con la
destrucción de Irán, bien podrían desaparecer por completo la investigación de
Robert Mueller y del FBI.
En resumidas
cuentas, Trump está, como siempre lo ha estado, atrapado en la red de los
neoconservadores, que reciben sus directrices de Netanyahu quien sigue dictando
a placer la política estadounidense en el Medio Oriente.
Se avecina
una etapa de gran riesgo ante la posibilidad de que estos psicópatas inicien
una guerra contra Irán, con todas las graves consecuencias que ello tendrá en
el mundo.
[1]
Por más que ahora Qatar sea visto como un enemigo por parte de Riad.
[3]
https://www.timesofisrael.com/outgoing-idf-chief-israel-struck-thousands-of-iranian-targets-in-syria/
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