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Zapata

miércoles, 23 de enero de 2019

INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN VENEZUELA

Durante años los gobiernos demócratas o republicanos de Estados Unidos intentaron derrocar a Hugo Chávez en Venezuela (en 2002, durante unos días lo lograron, pero la movilización popular y los militares nacionalistas lo impidieron), pero fracasaron. Desde la muerte de Chávez, han intentado derrocar a su sucesor Nicolás Maduro, sin conseguirlo.
La reelección de Maduro como presidente de Venezuela y su toma de protesta el pasado 10 de enero detonaron un nuevo intento de golpe de Estado en su contra, coordinado y dirigido por el gobierno de Donald Trump, con el objetivo de imponer como supuesto presidente de transición, a un títere de Washington y del golpista dirigente opositor (en prisión domiciliaria), Leopoldo López, de nombre Juan Guaidó, quien encabeza la golpista opositora Asamblea Nacional.
Hoy 23 de enero, que se conmemora el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, se escogió como el día para “desconocer” (aunque ya lo habían hecho desde su triunfo electoral en mayo del año pasado) al gobierno de Maduro por parte de Estados Unidos y sus lacayos europeos y latinoamericanos, y dar su “reconocimiento” al presidente de pacotilla que estos gobiernos y los fascistas venezolanos, intentan imponer.
En los últimos días, las fuerzas armadas venezolanas desarmaron y aprehendieron a un grupo de 27 soldados que seguramente perpetrarían asesinatos contra los opositores de Maduro, para que de esa manera la prensa y los medios de comunicación que forman parte del establecimiento político-militar estadounidense, se lanzaran a acusar a Maduro de “genocida” y así justificar una intervención militar “humanitaria”. El mismo esquema que los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes y el Pentágono han utilizado en los cambios de régimen en Ucrania, Libia y el que fracasó después de años de financiar a terroristas y mercenarios, en Siria.
Pero la actuación oportuna de los servicios de inteligencia venezolanos y de las fuerzas armadas leales a Maduro, detuvieron esa matanza que realizarían los testaferros de Washington.
Como ese plan se les vino abajo, ahora sin ambages, están apoyando abiertamente al golpista Guaidó, “reconociéndolo” como gobernante de Venezuela; y al mismo tiempo, este títere, ha hecho aprobar en la Asamblea Nacional golpista, un decreto de amnistía para todos los militares, con objeto de que se pasen al lado opositor, y así no teman persecución alguna, una vez logrado el derrocamiento de Maduro. Evidentemente, una vez que se lograra su objetivo, los principales generales que han apoyado a Maduro, serían pasados por las armas; y ellos lo saben perfectamente.
Toda la maquinaria propagandística de Occidente se ha puesto en funcionamiento para acusar a Maduro de estar aliado con “terroristas” como Hezbollah; de estar detrás del atentado contra la academia de policía en Bogotá (por cierto, el derechista gobierno de Duque, aprovechando este ataque, está solicitando la extradición de los dirigentes del Ejército de Liberación Nacional que están en Cuba, que seguramente se negará, y eso será el pretexto para un nuevo aislamiento internacional del gobierno de La Habana; otra pinza más para acorralar a Maduro); y, de “proteger y estar coludido con narcotraficantes”; además de ser “aliado” de Irán, Rusia y China.
El gobierno de Trump y la derecha venezolana, esperan que las clases medias de ese país salgan a la calle para protestar; y que las fuerzas armadas, con la amnistía prometida, le den la espalda a Maduro, para con ello lograr su derrocamiento y la toma del poder por parte de los títeres de Washington.
Las próximas horas serán decisivas para saber qué tanto apoyo tiene aún Maduro en las fuerzas armadas para contener esta ofensiva de Occidente en su contra; qué tanto la población que apoya el proyecto chavista, está dispuesta a defenderlo con las armas en la mano; y cuántos gobiernos títeres de Estados Unidos estarán dispuestos a enviar tropas, en caso de que se los ordene su amo, para “terminar el trabajo”, si es que la movilización interna, pagada y organizada por Washington, resulta insuficiente.

Prueba de fuego para el gobierno de López Obrador, ya que Trump ha hecho un llamado a los gobiernos latinoamericanos a “reconocer” al gobierno del títere Guaidó. México deberá insistir en la Doctrina Estrada, y en que cualquier intervención extranjera en los asuntos venezolanos, es inaceptable. Si cambia su posición para avalar el golpe de Estado en Caracas, habrá quedado claro que en términos de política exterior no hay, ni habrá cuarta trasformación. Ojalá no sea el caso.

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