La
secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, siguiendo
el guion establecido por el presidente Trump, ha manifestado que el número de
hasta “4000 terroristas” detenidos por las autoridades estadounidenses desde su
llegada al poder, ha sido en todas las entradas al territorio estadounidense y
no sólo en la frontera sur; en ese sentido, señaló que sí se ha detenido un
número importante de ellos en esa zona, sin especificar cuántos; y más
importante aún, debido a la falta de protección en esa frontera, la posibilidad
de que se infiltren por ahí, es elevada (noticia de Fox News en el programa de
Bret Baier).
Como sabemos,
está en su punto álgido la disputa entre los demócratas, ahora mayoritarios en
la Cámara de Representantes, y el presidente Donald Trump, por la negativa a aprobarle
más de 5 mil millones de dólares para la construcción del muro fronterizo.
Trump ha
insistido numerosas veces que la frontera sur de su país es un desastre, por la
que entran ilegales, drogas y hasta terroristas.
Esto último,
hasta hace poco, no era avalado por el Departamento de Seguridad Interior[1], primero, porque saben que
no es verdad; y segundo, porque hacer una afirmación así implicaría un
despliegue de seguridad muy distinto al actual, en el que predomina la patrulla
fronteriza; es decir una instancia policial. Si se habla de terroristas, el
despliegue de agentes en la frontera cambiaría por completo, dominando sobre
todo las instancias de inteligencia y las militares.
Pero a Trump
esas sutilezas le importan poco, y lo que necesita es asustar lo suficiente al
manipulable pueblo estadounidense para que se inicie una presión desde abajo,
hacia los legisladores demócratas y varios republicanos, que no ven con buenos
ojos el darle un triunfo político a Trump con el inicio formal de la
construcción del muro fronterizo; tema que lo catapultó en las primarias
republicanas, en las que finalmente consiguió la candidatura presidencial.
Como ya está
desatada la carrera por las elecciones del 2020 (se habla de más de 50
precandidatos del partido Demócrata para la presidencia), todo se analiza y
sopesa bajo este prisma, por lo que la batalla por los fondos para el muro
tiene que ver mucho más con derrotar a Trump en un tema fundamental, que le
ganó un gran apoyo entre su base nacionalista y blanca del Medio Oeste y Sur de
Estados Unidos; que con el tema de la seguridad en la frontera sur.
El problema
con esto es que si la paranoia sobre el terrorismo comienza a invadir las
relaciones México-Estados Unidos, nuestro país se va a convertir en un
escenario de disputas geopolíticas mayúsculas, pues los muchos enemigos de
Trump y de los Estados Unidos aprovecharán esta preocupación inventada y
agrandada por las luchas políticas en Washington, para generar una atención
mayor del establecimiento político-militar estadounidense en su frontera sur;
alejándolo así, aún más, de otros escenarios de conflicto en el mundo, en donde
la presencia estadounidense estorba a diferentes actores (Asia, Medio Oriente y
Africa).
El gobierno
mexicano ha decidido ignorar las repercusiones de esta batalla política
interna, con objeto de no meterse en un tema doméstico de la política
estadounidense. Pero resulta que ese tema interno, pega de lleno a México,
porque las afirmaciones que se hacen, por más que tengan una intencionalidad
política para consumo local, implican que México es un refugio y permite el
libre paso de “terroristas” que intentan ingresar a Estados Unidos para
atacarlo.
Si el
gobierno mexicano sigue dejando pasar afirmaciones tan temerarias, lo que va a
pasar en el corto plazo es que esa narrativa se va a afianzar en el discurso
político estadounidense y en el de los grandes medios de comunicación de ese
país. Y cuando el gobierno mexicano quiera revertirlo, va a ser demasiado
tarde.
Y eso le va
a pegar de lleno a la muy liberal política migratoria del presidente López
Obrador, porque si no puede convencer a las élites y a los medios
estadounidenses de que por aquí no entran, ni se esconden terroristas, entonces
las presiones para que cambien la política migratoria; y peor aún, para que la
política interior de seguridad se parezca todavía más a la paranoica política
de Estados Unidos, serán intolerables.
Es hora de
que en la cancillería y en Palacio Nacional comiencen a poner un poco de más
atención en el giro muy negativo que está tomando el discurso sobre la frontera
entre ambos países; porque ignorarlo y hacer como que no nos afecta, va a traer
enormes perjuicios para el país.
[1]
Por lo que la secretaria Nielsen ha estado a punto de ser despedida de su
puesto. Pero como ya no cuenta con su protector, el general John Kelly que
renunció como jefe de personal de la Casa Blanca, ahora sí ha asumido plenamente
la postura catastrofista de Trump.
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