Caravanas de migrantes, ¿llegaron
para quedarse?
Jorge Durand
En
diversos medios, académicos y políticos, se afirma que la emigración masiva y
en caravana es un fenómeno que llegó para quedarse. No estoy tan seguro. Habrá
que ver y analizar cómo se concretará la política migratoria mexicana y qué
sucede con la caravana que se anuncia para el 15 de enero.
Por el
momento estamos en la etapa de las declaraciones. Olga Sánchez Cordero afirmó
que La política migratoria está cambiando radicalmente. Está alineada a la
convención de Marrakech que se acaba de firmar por México por lo que la entrada
al país será ordenada, segura y regulada.
Hasta el
momento, el único cambio radical que se conoce, es la aceptación por parte de
México de que los migrantes que tramitan refugio en Estados Unidos sean
devueltos para que esperen en México. Esto como respuesta humanitaria a la
decisión unilateral de EU de aplicar la disposición 235 B2C de la Ley de
Inmigración y Nacionalidad de Estados Unidos.
Esta
medida, si se aplica, será muy complicada para los migrantes que solicitan
refugio y, en el mejor de los casos, México les podría dar una visa humanitaria
que les permita trabajar. Es lo que hace normalmente EU, los libera o los
entrega a los familiares en caso de que sean menores, para que los acojan, se
encarguen y asistan a sus citas correspondientes con el juez de migración (75
por ciento lo hace).
Quedarse
en México a esperar podría ser considerada por los migrantes como una medida de
contención, una política disuasiva a la que México contribuye. De perdida, lo
que ellos buscan es poder trabajar un par de años en EU. ¡No en México¡
Por otra
parte, el comisionado del INAMI, Tonatiuh Guillen afirmó que ya no se
aplicarían medidas de contención. En referencia quizá a la manera en que se
trató de detener al éxodo hondureño de migrantes cuando presionaron en el puente
fronterizo con Guatemala. Habría que preguntar y evaluar si esto implica que no
habrá deportaciones de migrantes en situación irregular, especialmente
centroamericanos y si se va a dejar pasar las nuevas caravanas.
El
respeto irrestricto a los derechos humanos de los migrantes no está reñido con
la aplicación de la ley migratoria. Hasta el momento los centroamericanos
requieren de visa para ingresar a México. Y una caravana, como las que hemos
visto, difícilmente puede cumplir las condiciones establecidas por el nuevo
gobierno de ser una migración ordenada, segura y regulada.
En la
práctica la migración centroamericana se ajustará, a su manera, a las nuevas
políticas migratorias, aprovechará los resquicios y evadirá ciertos controles,
con la meta de llegar a EU. Los mexicanos hicimos lo mismo por más de un siglo.
También
se podría pensar que el éxodo hondureño de 2018 no se volverá a repetir. Tuvo
un éxito inusitado hasta que llegó a Tijuana y se topó con el muro. El balance
es positivo en cuanto al tránsito, la difusión mediática y la solidaridad
conseguida. Pero es negativo por el despertar de la xenofobia, la imposibilidad
de forzar la entrada en Tijuana, por la crisis generada en la ciudad fronteriza
y por sus múltiples contradicciones internas. Tampoco hay dividendos claros en
el panorama político hondureño.
La
insistencia en que se trataba de un éxodo sin Moisés, sin dirigentes
visibles y menos aún reconocidos y con decisiones tomadas en asambleas, derivó
en la ausencia de estrategia común y de salidas coherentes con el propósito
inicial. La caravana se desintegró en cuatro grupos: los que regresaron, los
que cruzaron, los que esperan en Tijuana y los que solicitaron refugio o visas
humanitarias en México y de una manera u otra piensan quedarse.
El grupo
que logró cruzar es minoritario y los sueños se harán añicos, si regresan a
México a esperar para las audiencias programadas. Tendrían que vivir en la
frontera y luego trasladarse al lugar y juez que les asignen en Estados Unidos.
México no
es un país atractivo para los migrantes, por eso fracasaron los ofrecimientos
de Peña Nieto que promocionaba programas de refugio y empleo. Un trabajador en
Honduras gana unas 800 lempiras a la semana, lo que equivale a 664 pesos, más
que el salario mínimo mexicano propuesto para 2019 en la zona centro y
equivalente al de la frontera. Según afirmaba, Bartolo Fuentes, líder político
hondureño, en la maquila se pagan salarios de hambre de 8 mil lempiras al
mes, unos 320 dólares, lo que a pesos mexicanos son 6 mil 400 y se quejaba de
que un ingeniero gana el equivalente a mil dólares, unos 20 mil pesos.
La
diferencia con México es la infraestructura de país y las opciones de salud y
educación. Pero sobre todo las opciones de subsidios y política social, que
prácticamente son inexistentes en Centroamérica. El salario no es una variable
relevante, sí lo es en el caso de Estados Unidos.
Por lo
pronto, una consecuencia no anticipada por los miembros de las caravanas y sus
promotores es la posibilidad, de quedarse atascados frente al muro.
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