El rey
de los Dragones
Raymundo Riva Palacio | Viernes 28 de
abril, 2017 ejecentral.com
Luis Carlos Castillo Cervantes nació en Valle Hermoso, una comunidad
tamaulipeca que ha sido escenario en los últimos años de una guerra sin fin
entre cárteles de la droga. De ahí huyó a Texas en los 90s para librarse de la
justicia al haber estado involucrado en un accidente de tránsito donde murieron
dos jóvenes, y regresó años después con la representación de Cutler Repaving
Inc., la empresa de reciclaje más antigua en Estados Unidos, que desarrolló una
tecnología para asfaltar mediante una máquina multiusos que conforme avanzaba,
trituraba y mezclaba en un solo movimiento. Esa maravilla de la construcción le
permitió a Castillo Cervantes despegar y conectarse con gobernadores de todos
los partidos, y su volumen de contratos multimillonarios hizo que lo llamaran
“el rey de los Dragones”, porque Dragón es como se conoce a esa máquina en la
industria.
Castillo Cervantes fue detenido en McAllen, Texas, en noviembre de 2016,
acusado de lavado de dinero, y en unas cuantas semanas prefirió soltar todo lo
que sabía en la Corte Federal en Corpus Christie, donde se integró un
expediente de 30 mil fojas de las cuales, 79 fueron desclasificadas esta
semana. Castillo Cervantes, se puede presumir, alcanzó un acuerdo con los
fiscales federales de aportar información a cambio de reducción de su pena. Lo
que dibuja este nano volumen de documentos de su caso, es una historia de
horror sobre los niveles de corrupción a los que ha llegado la clase política
mexicana.
Ochenta millones de pesos le entregó por una sola obra al ex gobernador
de Coahuila, Humberto Moreira, y a su sucesor, Jorge Juan Torres, le dio 6.8
millones de dólares en sobornos, además de haberle ayudado, al igual que al ex
gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, a lavar “decenas de millones de
dólares” en el International Bank, del que tenía 7% de sus acciones, donde
también lavó tres millones de dólares para el ex gobernador de Aguascalientes,
Luis Armando Reynoso Femat. Otro ex gobernador tamaulipeco, Tomás Yarrington,
quien está detenido y acusado de ser parte orgánica de los cárteles
tamaulipecos, también fue involucrado por Castillo Cervantes, aunque en la
documentación pública no se precisan los detalles.
Cinco gobernadores son un exceso de corruptos, o presuntos corruptos
mientras no sean sentenciados, quienes se suman a una lista importante de ex
mandatarios metidos en problemas con la justicia. En la cárcel se encuentra el
de Sonora, Guillermo Padrés, y el de Michoacán, Jesús Reyna. Javier Duarte de
Veracruz está en una cárcel guatemalteca en espera de su extradición, mientras
que el de Chihuahua, César Duarte, está por convertirse en prófugo de la
justicia, como es el destino mediato de Roberto Borge de Quintana Roo. Rodrigo
Medina, de Nuevo León, lleva casi un año defendiéndose de ir a la cárcel en
forma definitiva ante lo que se acusa a la mayoría, desvío de recursos. Qué
sistema político tan podrido es bajo el cual se rigen más de 120 millones de
mexicanos.
Castillo Cervantes, que tiene 56 años y corría el riesgo de ser
sentenciado a 20 años de prisión, optó por hablar y declararse culpable, para
convertirse en un testigo protegido del Departamento de Justicia de Estados
Unidos. Entre las relaciones que tuvo, de acuerdo con los documentos de la
Corte Federal, aparecen varios ex gobernadores, como Enrique Peña Nieto del
estado de México, aunque no hay insinuación en lo que se conoce públicamente de
ningún acto de corrupción o desvíos de dinero. No existe señal alguna sobre qué
más pudiera aparecer en las 30 mil fojas del expediente, pues si bien “el rey
de los Dragones” trató con políticos y empresarios de todo el país, no
significa que se dieran irregularidades en cada contrato que obtuvo.
Un paisano suyo lo ayudó a introducirse en los grandes círculos del
poder, Juan Armando Hinojosa, del Grupo Higa, y los ex gobernadores, Enrique
Martínez y Martínez de Coahuila, y Alfredo del Mazo González del estado de
México, lo llevaban con gobernadores para ofrecer sus servicios. Castillo
Cervantes solía invitar a reuniones de negocios a una de sus casas en Texas a
gobernadores mexicanos, a quienes les enviaba sus aviones para que los
transportaran sin mayor problema. Cuántos de quienes estuvieron ahí
participaron de actos delictivos, no se sabe.
Lo que sí aparece con detalle en el expediente, son los diferentes
modelos de creación de empresas fantasmas para triangular operaciones
financieras ilegales con cuatro de los cinco ex gobernadores que supuestamente
participaron del multimillonario esquema de corrupción que se extendió durante
casi 15 años y que utilizó paraísos fiscales en el Caribe. La ingeniería
financiera que describió Castillo Cervantes involucra a empresarios en varios
estados y a secretarios de Finanzas en las entidades señaladas, pero también
arroja elementos que llaman la atención, como el que varias cuentas a las que
se transfirieron recursos ilegales, según la justicia estadounidense,
estuvieran a nombre de algunos de los ex gobernadores.
El descuido para cubrir las huellas de actos criminales habla de
negligencia y hasta una tontería, pero sobre todo de la idea de impunidad.
Vistas las líneas de tiempo de las investigaciones en Estados Unidos que están
mostrando la corrupción de gobernadores, el sabor de boca que deja es que los
incentivos para administrar dentro de los límites de la ley, fueron mucho
menores que aquellos para enriquecerse a costa del erario, y sin pensar en la
rendición de cuentas, que los ha alcanzado.
twitter: @rivapa
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