Otra vez como en el 2004 y el 2012[1],
colaboradores (cercanos o lejanos) de López Obrador -en este caso una diputada
local, ex panista de Veracruz, y candidata a la presidencia municipal de Las
Choapas por Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), de nombre Eva Cadena-
caen en las redes de la corrupción del sistema político mexicano.
Que son trampas que les arman los enemigos políticos de López
Obrador, sin duda; que esos recursos no llegan directamente al actual dirigente
de Morena, seguro que no; que al menos una parte de esos recursos van para las
campañas electorales (lo que es ilegal, pues hay mecanismos establecidos para
hacer ese tipo de donaciones), es muy probable; y aun así, el que individuos
como Bejarano o Imaz, en su momento, Cadena ahora, reciban en “lo oscurito” de
pseudo empresarios fuertes cantidades de dinero, sin constancia documental y
legal alguna, no es culpa de los que ponen la trampa, sino de los que muy
gustosos caen en ella.
Así, supuestos izquierdistas como Bejarano o Imaz; panistas “reciclados”
como morenistas, como Cadena; “publicistas” como Costa Bonino o “técnicos” como
en su momento lo era el Secretario de Finanzas de López Obrador en el gobierno
de la ciudad de México, Gustavo Ponce (que se iba a Las Vegas a jugar a los
casinos), son muestra de que ninguna ideología, preparación académica, origen
social o partidista, son garantía de que serán o no serán corruptos.
La corrupción en México alcanza a todo mundo, de una forma u
otra; y depende de cada quien rechazarla de plano; hacer como que no existe
(sin beneficiarse de ella), o de plano entrarle.
Morena no es ni el “infierno
de los corruptos”, ni tampoco “el paraíso de los honestos”. Está conformado por
miles y miles de personas de todas las condiciones sociales, posibilidades
económicas, edades, sexo y regiones del país. Y cada vez llegan más a unirse al
partido, porque están hartos de tanta pobreza, desigualdad, inseguridad,
corrupción, impunidad, injusticia y demagogia, de parte de los gobiernos
emanados de PRI, PAN, PRD y PVEM; y están en busca de una opción que rompa con
ese eterno círculo vicioso de explotación-depredación-destrucción del país, que
ha sido la divisa de estos partidos.
De ahí que si Morena no establece aduanas, controles,
mecanismos para evitar que corruptos de otros partidos se vayan a ocultar bajo
sus siglas o a utilizarlas para seguir medrando a costa del pueblo; si no evita
seguir volteando hacia otro lado cuando militantes de izquierda caen en estas prácticas; si no establece desde ahora una propuesta de política pública para
la prevención, el combate y el castigo de los corruptos; la sola invocación de
la honestidad y la ética de los futuros gobernantes de Morena, se va a quedar
muy corta, y una y otra vez van a surgir casos (con trampas o sin ellas), de
militantes del partido involucrados en casos de corrupción, que van a nutrir la
narrativa de los enemigos políticos de Morena en el sentido de que “todos son
lo mismo”; Morena “es igual de corrupto que los demás”; López Obrador “proteje
a los corruptos”, etc. Con lo que ya no habría diferenciación clara para la
ciudadanía y así todos quedarían “igualados en la mierda”, con lo que la
ventaja actual de Morena y de López Obrador como representantes de una forma
honesta de hacer política se diluiría, y de esa forma el establecimiento
político tradicional tendrá nuevamente oportunidad de retener el poder, tanto
en las elecciones locales de este año (significativamente en el Estado de
México[2]),
como en las del 2018.
Urge que López Obrador conforme un grupo de colaboradores que
transparenten absolutamente todas sus propiedades, ingresos y relaciones
económicas (la famosa 3 de 3), encargados de revisar a fondo las solicitudes de
cada uno de los políticos locales, estatales y de nivel federal, que provengan
de otros partidos; así como los que provengan de la izquierda, antes de aceptar
su apoyo, militancia o peor aún su candidatura a cualquier cargo de elección
popular, apoyados por Morena.
Si no hay filtros, si no hay cuidado en la selección de
dirigentes y candidatos, una y otra vez las trampas y las emboscadas políticas van a
cebarse en Morena, y van a poner al partido y a su dirigente nacional
constantemente a la defensiva, lastimando su imagen, credibilidad, crecimiento
y posibilidades de triunfo electoral. Urge actuar.
[1]
Un supuesto publicista, Costa Bonino, que fue presentado a López Obrador por el
cineasta Luis Mandoki, fue grabado pidiendo hasta seis millones de dólares a un
grupo de empresarios, supuestamente para la campaña presidencial del entonces
candidato del PRD.
[2]
Ahí están ahora las acusaciones de que la candidata de Morena, Delfina Gómez se
benefició de un “bono extraordinario”, cuando fue presidente municipal de
Texcoco, del dinero proveniente de los parquímetros, sin que estuviera aprobado
por el cabildo.
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