Las élites depredadoras que regalaron el país a Estados
Unidos y que durante los últimos 35 años se han hinchado de dinero producto de
la explotación brutal de la mano de obra mexicana, de los recursos naturales
del país, del saqueo a las finanzas públicas, de la corrupción y de su
asociación con el crimen organizado, ahora demandan, exigen que ese pueblo explotado,
ninguneado, olvidado, reprimido, se una en torno a ellas, para enfrentar al
nuevo emperador, quién ha decidido utilizar a México como muestra de lo que
puede hacer aún Washington a países supuestamente “aliados”, para que el resto
del mundo no rete la declinante hegemonía estadounidense.
Los migrantes mexicanos han sufrido explotación,
discriminación, malos tratos, separaciones familiares, deportaciones, etc. en
Estados Unidos, todo el tiempo; ahora se hace más visible esta situación porque
el presidente de ese país ha querido que así sea; pero ello no quiere decir que
los anteriores presidentes estadounidenses no hayan mantenido una política
igual de represiva. Ahí está Obama con sus casi 3 millones de deportaciones
durante sus ocho años en la Casa Blanca; ahí están Bush y Clinton con la construcción de vallas y
cercas en diferentes partes de la línea fronteriza, sin que hubiera una sola
queja “indignada” de los gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón.
Los pobres y los jodidos siempre han sufrido la represión, la
explotación y el desprecio de los estadounidenses, porque no les queda de otra,
en vista de que en su país también sufren lo mismo de parte de las “élites”
vasallas de Washington, pero con la diferencia de que en Estados Unidos su sufrimiento
por lo menos lo compensan con salarios 8 ó 10 veces más altos que los que
obtienen en México.
Ahora sí las hipócritas élites políticas y económicas se
preocupan de los deportados, a los que prometen trabajo, vivienda, salud,
educación y seguridad. Justamente todo lo que no pudieron conseguir antes, y
por lo que tuvieron que emigrar.
Farsantes e hipócritas, que ahora están usando como
pretexto a los migrantes y a los deportados, para defender su “arreglo” con las
cúpulas globalizantes de Washington y Nueva York, mediante el cual estas élites
depredadoras se hincharon de dinero como socios menores de las trasnacionales
estadounidenses, a cambio de permitirles a éstas depredar al país y a los
especuladores y usureros de Wall Street sangrar por décadas las finanzas
públicas (deudas sobre deudas, impagables), dejándoles a cambio de eso que una
parte del “pobrerío” de México pasara al otro lado a hacer los trabajos peor
pagados y más despreciados.
Un “arreglo” que la élite política corrupta, los oligarcas y
tecnócratas veían como eterno, y por el que estaban muy satisfechos.
Pero resultó que otra parte de la élite estadounidense no
consideró ese arreglo lo suficientemente beneficioso, y ahora que alcanzó el
poder político tiene la intención de cambiarlo, de tal forma que los perdedores
no sean sólo los pobres de México, sino también las élites depredadoras de
nuestro país.
Eso encendió la indignación y la ira de los millonarios
mexicanos, porque por primera vez en los últimos 35 años ya no fueron
considerados “amigos, socios y aliados”, y por el contrario, ahora van a ser
tratados sólo como mexicanos; y no como gringos (de segunda).
De ahí surgen esas manifestaciones para el 12 de Febrero,
convocadas por esas élites, que por primera vez se sienten “ninguneadas”,
hechas a un lado y despreciadas, por sus amos del otro lado del Río Bravo.
Ellas que ya se sentían “del primer mundo”, ahora les están diciendo que siguen
siendo, lo que son, capataces del imperio en una república bananera.
Y por eso los escuchamos indignadísimos gritando a voz en
cuello que el “pueblo” salga a protestar con ellos contra Trump, el autor de su
expulsión del paraíso capitalista en el que ya se sentían como miembros de
pleno derecho.
A estos farsantes les importa un comino como traten a los
mexicanos allá, si tomamos en cuenta que el maltrato a los mexicanos aquí (que
a veces es peor que allá) corre por cuenta de ellos.
Lo único que les preocupa es que ellos (los políticos
corruptos, la tecnocracia, los oligarcas) ya no sean tomados en cuenta como
parte segundona del Imperio; sino que ahora quedan formando parte de las élites
“nativas” cuasi esclavas. Es decir, pensaron que como los esclavos de las
plantaciones del Sur en Estados Unidos, ya habían pasado de recoger el algodón,
a ser mozos en la casa principal; pero resulta que siempre no, que se tienen
que regresar a los campos.
Ahí radica su indignación y su rechazo a Trump, y no porque
los gringos exploten y discriminen a los mexicanos; eso lo han hecho siempre y
poco le ha importado a las élites depredadoras; pero ahora como el presidente
de Estados Unidos está haciéndolo de una manera más abierta, vociferante e
insultante; pero sobre todo, porque ya no considera a las élites depredadoras
mexicanas, como sus “socios, amigos y aliados”, es que estas señoras
encopetadas (Morera, Wallace, Casar); estos comentócratas
serviles de Washington, que ahora se acuerdan que son mexicanos (Krauze, padre
e hijo; Zuckerman; Aguilar Camín; Castañeda, etc.); y los plutócratas
explotadores (Bailleres, Slim, Ramirez, etc.) salen vociferando por la “unidad”;
y por apoyar al presidente más débil y repudiado que ha tenido México en
décadas, quien junto con el “Caballo de Troya” que es Videgaray, están
dispuestos a aceptar todo lo que les ordene Trump, siempre y cuando sea “en lo
oscurito”, para así seguir mintiendo de que están defendiendo la “soberanía
nacional” y los “intereses de México”.
Todo el discurso de apoyar a Peña es precisamente porque no
va a haber negociación alguna; Trump les va a dar un ultimátum y estos serviles
o lo cumplen o serán exhibidos (y probablemente acusados) a nivel mundial como
corruptos, socios del crimen organizado, pederastas, dipsómanos, drogadictos, etc.
Es decir todo el expediente que por años las agencias de inteligencia de
Estados Unidos han elaborado para cada uno de ellos (ayudados inverosímilmente
por los propios gobiernos mexicanos), con objeto de chantajearlos y obligarlos
a hacer lo que les ordenen.
Vergonzoso que los patéticos rectores de universidades
públicas como la UNAM, la UAM, la U de G y la de Nuevo León se presten para la
farsa del 12 de Febrero, pero no se podía esperar menos de ellos, dado que
reciben sus estratosféricos sueldos y prestaciones del erario público.
Seguramente veremos el domingo 12 a los burócratas acarreados
de varias dependencias federales; a la clase media alta “indignada” y a los “intelectuales”
y comentócratas pagados por los
oligarcas, marchando con su finísima ropa de marca, en contra de Trump (claro
que ésta marcha no será criticada por obstruir el tránsito, ni generar caos
vial en la ciudad; éstas marchas convocadas desde las cúpulas económica y
política, son de gente "decente”). Patético.
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