Ecuador: elecciones y guerra sucia
Ángel Guerra Cabrera
La Jornada 2 de Febrero de 2017
En las elecciones presidenciales ecuatorianas del 16 de febrero se
decide si el proyecto antineoliberal, popular y latinoamericanista de Alianza
País retiene el Ejecutivo y el Legislativo, como ha sucedido en los últimos
diez años, o si una de estas ramas, o las dos, pasan a manos de la oposición
neoliberal. Todo un desafío, al no candidatearse el presidente Rafael Correa
–el político más popular del país– en medio de la feroz ofensiva regional de
las fuerzas imperialistas y las derechas locales contra los gobiernos
antineoliberales que, además de soportar una catarata de mentiras de los medios
de difusión hegemónicos, enfrentan constantes intentos destabilizadores. En
varios casos derrotados pero que ya se han tenido éxito con los golpes de
Estado parlamentarios en Honduras, Paraguay y Brasil, más la inaudita campaña
de mentiras contra el Frente para la Victoria en Argentina.
Al no ser candidato Correa, la
responsabilidad de revalidar esa posición recae en Lenín Moreno, su
vicepresidente entre 2007 y 2013, cuyo compañero de fórmula, Jorge Glas, ha
ocupado igual cargo de 2013 hasta la fecha.
Alianza País tiene ante los electores
la enorme ventaja del contraste entre la larga y triste noche neoliberal,
en que Ecuador vio entregados sus recursos naturales al capital internacional y
perdió hasta su moneda ante el dólar, mientras se enseñoreaban la pobreza y el
desamparo, en comparación con los extraordinarios logros alcanzados por la
revolución ciudadana.
Al retomar el control de los recursos
naturales el gobierno correísta incrementó sustancialmente los ingresos del
Estado y ha mantenido una inversión pública de 25 por ciento y un crecimiento
de 4.5 por ciento anuales, estimulado significativamente la economía y logrado
que el PIB pasara de 46 mil millones de dólares en 2007 a 110 mil en 2016.
En un país de poco más de 16 millones
de habitantes el número de pobres se redujo en 2 millones. Aunque la economía
sufrió un fuerte bajón en 2015 y 2016 a consecuencia de la caída en el precio
del petróleo, los terremotos, el fenómeno de El Niño, y la
apreciación del dólar, las medidas contracíclicas, opuestas a los ajustes del
neoliberalismo, han permitido relanzar el crecimiento y mantener los programas
sociales pese a la dramática caída de los ingresos por exportaciones, la mayor
desde 1949.
Ecuador ha experimentado con Correa un
aumento de 700 por ciento en el gasto en salud pública y de 400 por ciento en
educación, que ha logrado extender la gratuidad de estos vitales servicios. El
desempleo es de 4.5 por ciento, uno de los más bajos de la región, y existen
unos 2 millones de beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano, que entrega 50
dólares mensuales a ancianos y madres solteras cabezas de familia y ha
estabilizado la asistencia escolar y reducido considerablemente el trabajo
infantil.
El binomio Moreno-Glas se ha mantenido
puntero en todas las encuestas hasta las últimas que se conocen, más si uno les
da crédito ha descendido un poco a costa de un alza de la intención de voto por
las candidaturas neoliberales del multimillonario banquero Guillermo Lasso y la
socialcristiana Cynthia Viteri, que se disputan el segundo puesto. Lasso ha
gastado grandes sumas en cinco años en campaña. En algunos sondeos Viteri lo
sobrepasa, aunque recientemente se aseguraba que en caso de haber segunda
vuelta será el banquero quien competirá con Moreno.
Siempre según las encuestas, en esta
elección los indecisos alcanzaban un 50 por ciento a finales de diciembre, la
más alta desde que se tienen registros. Pero, aún con ese dato, las proyecciones
de las encuestadoras mantienen a Moreno a la cabeza y en un cuarto lugar al
general Paco Moncayo, de 76 años, y apoyado por una alianza socialdemócrata y
del partido de origen indígena Pachakutik, muy venido a menos.
Viteri es la candidata impulsada por el
imperio y el capital trasnacional a cambio de que, en caso de ser electa, apoye
a la contrarrevolución venezolana y saque a Ecuador del Alba. No es casual que
su gurú sea el connotado mercenario electoral Antonio Sola, asesor de Aznar y
Rajoy. Muy conocido en México, donde se le atribuye haber inventado la famosa
frase López Obrador es un peligro para México cuando era consultor
del entonces candidato a presidente Felipe Calderón. Llueve lodo sobre Lenín
Moreno y Joge Glas. Seguramente se incrementará en las dos semanas que faltan,
aprovechando reales casos de corrupción en el gobierno, más lo que invente
Sola.
Twitter:@aguerraguerra
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