Apenas se “filtró” a la prensa que mandos militares de
Estados Unidos habían realizado un recorrido por la frontera Sur de nuestro
país el pasado 31 de enero, sin que se especificara sí estuvieron acompañados
por sus contrapartes mexicanos (sólo se hizo referencia a una burócrata de
segunda de Relaciones Exteriores); y de que Trump había criticado a las fuerzas
armadas mexicanas, en su llamada telefónica con Peña el pasado 27 de Enero, por
no combatir eficazmente al narcotráfico, se inició la operación “cicatriz” para
evitar que nuestro país pueda salirse del control del Pentágono en los temas
militares; y del Departamento de Seguridad Interior (Homeland Security) en los
de seguridad en general[1].
Ya se dio a conocer que los secretarios de Defensa y Marina
de México hablaron por teléfono con James Mattis, secretario de la Defensa de
Estados Unidos, para ratificar la sumisión de nuestro país a todos los
mecanismos mediante los cuales Washington mantiene subordinadas a las fuerzas
armadas mexicanas (reuniones trilaterales con Canadá, Junta de Defensa
Interamericana y ahora pondrán a México como el encargado de supervisar – en parte
al menos- a los ejércitos centroamericanos).
Así también, el secretario de Gobernación habló por teléfono
con su contraparte de Estados Unidos, el general John Kelly, para ratificar
todos los instrumentos de control mediante los cuales Washington mantiene como
vasallo a nuestro país en el tema de seguridad (Iniciativa Mérida, ASPAN[2],
“centros de fusión de información”, etc.)
Nuestro subordinado gobierno tenía la opción de jugar la “ficha”
de la seguridad para presionar a Washington, en caso de que se intensificaran
las medidas anti mexicanas, como ya está sucediendo con la propuesta de un
diputado republicano para gravar las remesas con un 2% de impuesto; o con la
insistencia en que el país pague por el muro; así como aplicar medidas que
obliguen a nuestro país a asumir mayores costos en la relación comercial, con
tal de que Estados Unidos logre un superávit comercial con México.
Rápidamente en las esferas de la inteligencia y seguridad de
Estados Unidos se prendieron los “focos rojos” para evitar esa posibilidad y
llamaron a “cuentas” a sus subordinados mexicanos de Gobernación, Defensa y
Marina, para ponerlos en orden, ante cualquier posibilidad de insubordinación;
esto es, que México decidiera cancelar la cooperación en materia militar y de
seguridad con Estados Unidos, como represalia a las medidas anti mexicanas en
migración y comercio.
Eso ya no sucederá, y por el contrario, Kelly adelantó en su
comparecencia ante un comité en el Senado, que va a proponer a México un “pacto”
como el que tienen Estados Unidos y Colombia (el infame Plan Colombia), para
combatir en territorio mexicano a los cárteles del narcotráfico.
Es decir, la “guerra” interminable, sangrienta, contra el
narcotráfico, que ha generado miles de muertes y violaciones a los derechos
humanos en nuestro país se va a intensificar en los próximos años; y peor aún
con la presencia de las fuerzas armadas estadounidenses en territorio mexicano
(ya operan, pero embozados con uniformes de la Armada y/o del Ejército; ahora
lo harán abiertamente); además utilizando drones para realizar asesinatos y
grupos de exterminio, como los que llevaron a Colombia para eliminar a miembros
de las FARC[3].
Así que no sólo este gobierno servil ha entregado ya todos
los recursos naturales y financieros a Estados Unidos; sino que ahora va a
terminar de entregar el último reducto de soberanía del país (pues el traidor
Calderón ya había entregado todo el aparato de inteligencia mexicano a los
estadounidenses), esto es las fuerzas armadas, que quedarán como “carne de
cañón” y mozos de los militares y “marines” estadounidenses, que como en este
blog adelantamos hace casi dos años, terminarían poniendo pie en el país con
bases militares, aéreas y navales.
Con esto el aparato militar-de inteligencia-seguridad de
Washington puede seguir culpando a México de todos los males derivados del
narcotráfico y del crimen organizado; hacerlo que asuma los costos de una “guerra”
interminable e inútil contra los cárteles; evitar asumir esos costos en su
propio territorio; y de paso tener tropas dentro de México para mantener
amenazados a los políticos corruptos, tecnócratas y oligarcas serviles, para
evitar que puedan sufrir de un ataque de nacionalismo; además de obligarnos a
comprar cientos (o miles) de millones de dólares en equipo, armas, municiones,
etc. al complejo militar industrial estadounidense.
En suma, Trump está ganando “big league” con estos vende
patrias, a los que seguramente ya les hizo llegar una “probadita” de todas las
evidencias que tiene sobre ellos en materia de corrupción y vínculos con el
crimen organizado (además de vicios como pederastia, drogadicción, alcoholismo,
etc. de ellos, sus familiares y colaboradores); con lo que los puede chantajear
fácilmente.
Y las hipócritas “marchas” anti Trump, como las que organizan
los burgueses de derecha, son sólo cortinas de humo, para evitar que la atención
se centre en todas las concesiones (que no negociaciones) que el gobierno
peñista está haciendo al bravucón presidente de Estados Unidos. Y si no lo creen,
más temprano que tarde nos vamos a enterar de eso, en boca (o por medio de
tweet) del propio Trump.
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