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Zapata

jueves, 29 de diciembre de 2016

ESTADOS UNIDOS Y RUSIA

Obama, Hillary Clinton, los neoconservadores, los liberales intervencionistas, las agencias de inteligencia y seguridad y el Pentágono insisten en “cobrarle” a Vladimir Putin, no esa supuesta “intervención” en las elecciones presidenciales de este año en los Estados Unidos –eso sólo es el pretexto- sino la dolorosísima derrota de la estrategia del “caos deliberado” en Medio Oriente, sufrida en Alepo, a manos del ejército sirio, Rusia, Irán y Hezbollah (ya de salida Obama cierra instituciones ligadas a Rusia en territorio estadounidense y expulsa a 35 diplomáticos).
Durante 5 años Washington y sus aliados israelíes, árabes (sauditas y del Consejo de Cooperación del Golfo), Gran Bretaña, Francia, Egipto, Jordania y hasta hace unos meses Turquía, gastaron miles de millones de dólares, aportaron armas, logística y fomentaron una campaña propagandística histérica con objeto de que diversos grupos de terroristas y mercenarios derrocaran al presidente Bashar Al Assad, y de esa forma lograr partir a Siria en al menos 4 zonas distintas (una mixta, conformada por alawitas, cristianos, drusos y sunitas en el Oeste; otra de influencia turkmena en el Noroeste, en la frontera con Turquía; otra conformada por los kurdos en el Noreste; y el resto del Este del país, por la mayoría de población sunita).
El plan fracasó debido a la resuelta intervención rusa en favor del gobierno sirio; a las profundas divisiones entre los aliados anti-Assad (Turquía siempre se ha opuesto a la existencia de una región autónoma kurda adyacente a su frontera; Estados Unidos peleaba contra el Estado Islámico, de manera no muy convencida; y a la vez armaba a los mercenarios opositores de Assad; los propios mercenarios peleaban entre sí y contra el Estado Islámico, etc.); y finalmente a la derrota de la coalición que favorecía esta estrategia, en las elecciones presidenciales estadounidenses, y la llegada de otra que no considera fundamental la caída de Assad, sino la destrucción del Estado Islámico.
Además, Alepo no es la única derrota de las agencias de seguridad e inteligencia y del Pentágono ante Rusia. El inestable cese al fuego entre el régimen golpista y títere de Kiev y las provincias del Este, en Ucrania; más la anexión rusa de la península de Crimea en 2014, detuvieron la intención original de los neo-nazis y ultranacionalistas ucranianos de “castigar” a las provincias de mayoría rusa, después del golpe de Estado contra el presidente pro ruso Víctor Yanuckovich.
La ayuda de Putin a las provincias de Luhansk y Donetsk, evitaron una verdadera carnicería que pretendían llevar a cabo los golpistas de Kiev, incitados y apoyados por los neoconservadores de Washington, Victoria Nuland, John McCain y Lindsey Graham.
Así que el verdadero odio que destila el gobierno de Obama y el complejo militar-industrial-de seguridad contra Rusia se deriva, no del imaginario “hackeo” a las computadoras del Partido Demócrata o a las del jefe de campaña de Hillary Clinton, sino del hecho de que Moscú ha evitado que la potencia hegemónica destruya a su más importante aliado en Medio Oriente, como es el régimen de Damasco; o que convirtiera a Ucrania en una base desde donde la OTAN pueda mantener amenazada a Rusia, a las puertas mismas de Moscú.
Lo único que ha hecho Putin es evitar que su país caiga nuevamente bajo el absoluto dominio de Washington, como lo estuvo entre 1991 y el año 2000, en que lo desgobernó el dipsómano Boris Yeltsin, y fue saqueado por los oligarcas aliados de Occidente y las propias trasnacionales estadounidenses y europeas.
Pero para los arrogantes e hipócritas gobernantes de Washington, todo aquél país que no se dobla ante las órdenes del imperio (excepto Israel, por supuesto), es un “peligro para la humanidad”, viola “el derecho internacional” (como si a Estados Unidos le importara un pepino cumplir con las normas internacionales; sólo lo exige para aquellos que no están dispuestos a ser sus vasallos; en cambio para sí mismos y sus aliados, no hay exigencia alguna) y por lo tanto, debe ser “castigado”.
Se ve realmente complicado que el títere de los sionistas y del lobby pro Israel, Donald Trump, pueda superar todas las minas y trampas que los neoconservadores y sus aliados han puesto para sabotear una posible reconciliación entre Moscú y Washington. Más aún si tomamos en cuenta que el ignorante y manipulable Trump ha comprado la versión sionista de que Irán es el máximo impulsor del terrorismo en el mundo, y desea dar por terminado el acuerdo en materia nuclear que negoció el P5+1 con Teherán.
Ello llevará inevitablemente a desencuentros con Putin, ya que Irán y Rusia se han aliado en el Medio Oriente para detener la estrategia del caos deliberado, y el presidente ruso no podría quedarse de brazos cruzados si Trump y Netanyahu (con la ayuda de los vasallos árabes sauditas y los del Consejo de Cooperación del Golfo) inician un nuevo ciclo de destrucción, ahora dirigido contra los iraníes.
Así también, al complejo militar-industrial-de seguridad, no le conviene un acercamiento entre Estados Unidos y Rusia, pues ello disminuiría las “amenazas” que alimentan los insaciables presupuestos militares, y que el propio Trump ha prometido aumentar de manera significativa.

De ahí que lo más probable es que la supuesta “luna de miel” de Trump y Putin dure muy poco, si es que llega a comenzar en algún momento, y veremos en los siguientes años una desaforada carrera armamentista entre Estados Unidos, por un lado; y Rusia y China por el otro, habida cuenta de que Trump y sus asesores ya han manifestado su intención de elevar al máximo las tensiones con Beijing, tanto en materia comercial, como en lo relativo al Mar del Sur de China y los casos de Taiwán y Corea del Norte.

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