Donald Trump y su gabinete conformado por representantes de
grandes negocios, de Wall Street y del complejo militar industrial, han
demostrado que su arrogancia y desconocimiento de la política internacional,
van a provocar conflictos con aliados y enemigos por igual, una vez que el
empresario de bienes raíces tome posesión el próximo 20 de enero.
En materia comercial está claro que Trump va a tratar de
imponer a México condiciones tan humillantes para “renegociar” el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), incluyendo el pago del muro
fronterizo (como ya lo dijo el vicepresidente electo Mike Pence), que lo más
probable es que dicho tratado no sobreviva ni los primeros seis meses del
próximo año; a menos que el servil, débil y vasallo gobierno de Peña acepte
todo lo que se le exija (lo que muy bien puede suceder, considerando que
Guajardo en Economía es un empleado de las trasnacionales; Ruiz Massieu es la
más inexperta e ineficaz canciller que ha tenido México en décadas; y a Meade y
al consejero “áulico” Videgaray, sólo les interesa quedar bien con sus amos de
Wall Street, la Reserva Federal y el Tesoro de Estados Unidos).
Con China está claro que Trump desea iniciar una guerra
comercial, aduciendo que el gigante asiático “manipula” el valor de su moneda,
para obtener un gigantesco superávit comercial con Estados Unidos; sin tomar en
cuenta que la revaluación del dólar ante el resto de monedas del mundo, ha sido
impulsada por su propia elección el pasado 8 de noviembre, y en ello nada ha
tenido que ver, en los últimos meses al menos, el banco central chino.
Igualmente, su rechazo a que se ratifique el Acuerdo
Transpacífico va a llevar a desencuentros con las otras economías asiáticas
importantes, como Japón, Corea del Sur, Singapur, etc.
Todavía no ha dicho nada la entrante administración
estadounidense sobre el enorme déficit comercial que tiene Estados Unidos con
la Unión Europea, ni sobre el futuro que tendrán las negociaciones sobre el
Acuerdo de Inversión y Comercio con los países que conforman dicha
organización.
En lo que respecta a temas de seguridad y militares, la
exigencia de que tanto los miembros de la OTAN, como Japón y Corea del Sur
contribuyan con más recursos económicos para su defensa y para cumplir con sus
responsabilidades militares[1],
tendrá que aterrizar en cifras y acciones concretas, que bien puede llevar a
desencuentros entre Washington y sus aliados, si estos últimos no alcanzan las
expectativas que la administración Trump tenga en ese aspecto.
Es casi seguro que el aumento de gasto militar que ha
prometido Trump vaya dirigido en buena medida a seguir fortaleciendo la
presencia estadounidense en el Mar del Sur de China, pues los generales y
asesores de seguridad que ha nombrado Trump, están más que comprometidos con la
política de evitar que China amplíe su zona de influencia.
Cómo se complementará esto con la exigencia a los aliados
asiáticos para que asuman una mayor responsabilidad en esta tarea, aún no
parece claro; y bien podría generar contradicciones dentro del propio equipo de
Trump.
En este sentido, cobra especial relevancia el que Trump esté
abriendo canales de comunicación con Taiwán, rompiendo con ello la política
oficial de Washington, que desde 1979 sólo reconoce al gobierno de Beijing como
el representante del pueblo chino.
Si como lo han afirmado algunos miembros del equipo de
transición de Trump, esto tiene como objetivo “presionar” a China para que ceda
en materia comercial, en sus ambiciones en el Mar del Sur de China y para que
se comprometa a presionar a Corea del Norte en el tema de su armamento nuclear,
todo parece indicar que lo que van a lograr va
a ser reiniciar una “guerra fría” con Beijing, cuando supuestamente
desean bajarle el tono a su confrontación con Moscú.
Y la realidad es que el establecimiento político-militar
estadounidense no tiene ningún interés en ponerse de acuerdo con Putin respecto
a Siria y Ucrania; muy por el contrario, desean mantener la presión sobre Moscú[2],
y para el efecto seguramente van a boicotear las iniciativas de Trump en ese
sentido, especialmente si logran colocar a uno de los suyos como secretario de
Estado (especialmente Bolton, pero también Romney, Petraeus y Giuliani, que se consideran “anti Rusia” y anti Putin).
En el caso del Medio Oriente ya es un hecho que se va a
reiniciar la guerra no declarada contra Irán; al menos Estados Unidos se va a
retirar del acuerdo P5+1, y es posible que puedan convencer a Gran Bretaña,
Francia y Alemania; y con todo ello, aumenta la posibilidad de que Israel,
Arabia Saudita, las petromonarquías del Golfo y los neoconservadores logren su
objetivo de iniciar acciones militares contra Teherán, con lo que el sueño
trumpiano de retirarse del Medio Oriente quedará sólo como una ilusión[3].
Así también, en Siria e Irak, si bien Trump desea coordinarse
con Rusia para acabar al Estado Islámico, y en principio ha dicho que ya no
desea seguir apoyando a los “rebeldes” que combaten al régimen de Bashar el
Assad, la realidad es que está rodeado de “halcones” que desean justamente
seguir con dicha política, como Flynn (asesor Seguridad Nacional), Pompeo (CIA)
y Mattis (Pentágono), por lo que la realidad es que no va a poder salir de ese
pantano, y los gastos y las muertes de estadounidenses seguirán acumulándose.
Y qué decir sobre Cuba, pues Trump ya anunció que si el
gobierno de Raúl Castro no hace los cambios políticos que le demanda Washington
(prácticamente que le entregue el poder a los cubanos de Miami), cancelará
todas las medidas de distensión impulsadas por Obama.
Aún no ha dicho nada sobre Venezuela, pero dada la influencia
que los cubano-americanos (Cruz, Rubio, Ros-Lehtinen) tienen en el Partido
Republicano y su alianza con los sectores golpistas de Venezuela, es muy
factible que la presión sobre el gobierno de Maduro se intensifique.
En suma, la presidencia Trump va a generar más problemas
internacionales de los que ya existen, y las previsiones de que no sería tan
intervencionista, ni deseosa de convertirse en el “policía del mundo” bien
pueden venirse abajo muy pronto, dados los indicios que ha mostrado Trump y los
próximos miembros de su gabinete.
[1]
Lo mismo ha dicho respecto de Arabia Saudita y las petromonarquías del Golfo;
pero ni por equivocación ha hecho referencia a que Israel asuma mayores costos
en su defensa. Por el contrario, ahora se le van a dar 3800 millones de dólares
al año; más otros cientos de millones más, cuando así lo requiera Tel Aviv.
[2]
Despite then-candidate Trump’s dismissal of U.S.
intelligence agencies assessment of Russian hacking of the Democratic party’s
email, and his praise for Russian President Vladimir Putin, the Pentagon still
sees Russia as Washington’s biggest military rival, and the only true
existential threat facing the country.
That was on full display over the weekend at the Reagan National Defense Forum at the Reagan library in California, where Chairman of the Joint Chiefs Gen. Joseph Dunford said that Russia’s goal to undermine NATO is a dangerous game, and Russian forces “are operating with a frequency and in places that we haven't seen for decades," in places like Syria, Ukraine, Crimea, and elsewhere, and have stepped up air attacks on eastern Aleppo.
"Russia is the No. 1 threat to the United States,” Air Force Secretary Deborah James told Reuters in an interview. The Pentagon’s chief weapons buyer, Frank Kendall, also said that Russian activities have changed how the Pentagon has constructed it budgets in 2017 and beyond, as "their behavior has caused us...to rethink the balance of capabilities that we're going to need.” www.foreignpolicy.com
That was on full display over the weekend at the Reagan National Defense Forum at the Reagan library in California, where Chairman of the Joint Chiefs Gen. Joseph Dunford said that Russia’s goal to undermine NATO is a dangerous game, and Russian forces “are operating with a frequency and in places that we haven't seen for decades," in places like Syria, Ukraine, Crimea, and elsewhere, and have stepped up air attacks on eastern Aleppo.
"Russia is the No. 1 threat to the United States,” Air Force Secretary Deborah James told Reuters in an interview. The Pentagon’s chief weapons buyer, Frank Kendall, also said that Russian activities have changed how the Pentagon has constructed it budgets in 2017 and beyond, as "their behavior has caused us...to rethink the balance of capabilities that we're going to need.” www.foreignpolicy.com
[3]
A lo que hay que añadir la política de prohibir la entrada de musulmanes de los
países “con presencia de terrorismo”, lo que va a provocar serias tensiones con
los “aliados” musulmanes del Mefio Oriente.
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