Hoy Televisa le abrió un espacio al dirigente de MORENA[1],
Andrés Manuel López Obrador, en el noticiero matutino de Carlos Loret de Mola.
Habiendo sido Televisa durante más de 10 años uno de los
principales vehículos de las élites depredadoras y de la subclase política
corrupta para atacar y demonizar a López Obrador, llama la atención que ahora
le haya dedicado casi una hora al principal dirigente opositor y crítico del
actual y los anteriores gobiernos neoliberales.
Esto indica que dichas élites están seriamente preocupadas
por lo que está aconteciendo en el mundo, y especialmente en los Estados
Unidos, con el ascenso de movimientos y partidos principalmente de derecha y
ultraderecha, que cuestionan la globalización y buena parte de la política
económica neoliberal que durante más de 35 años ha devastado a la mayor parte
de los países del mundo.
Si bien López Obrador viene a ser una vertiente crítica de
ese modelo desde la izquierda del espectro político-ideológico (vertiente que
ha venido retrocediendo en los últimos tres años en América Latina, ante el
embate de las élites depredadoras de la región y de los Estados Unidos), que irónicamente
viene en ascenso en México, que ha sido el bastión principal del neoliberalismo
en el subcontinente, en las últimas tres décadas.
El triunfo de Trump en Estados Unidos y el peligro que
implica para el modelo de sumisión de México a las élites globalizantes de
Washington y Nueva York, ha puesto a las élites depredadoras en México ante la
posibilidad de que su principal apoyo en el mantenimiento de ese modelo en nuestro país, esto es el gobierno y los capitalistas estadounidenses, se convierta
ahora en la principal amenaza.
En este sentido, con toda la debilidad del gobierno peñista y
su probada ineficacia, es posible que la supuesta “renegociación” del Tratado
de Libre Comercio resulte en elevados costos para las élites depredadoras
mexicanas; y al mismo tiempo, se presente una situación caótica con la
deportación de millones de mexicanos (y de personas de otras nacionalidades) a
nuestro país, agudizando el desempleo, la inseguridad, la pobreza y las
protestas sociales.
Así, prefieren comenzar a tender puentes (o en su caso “trampas”)
con quien consideran el principal contendiente (y en muchas encuestas, el
puntero), para las próximas elecciones presidenciales del 2018.
Quisieran “amarrar” en diferentes compromisos a López Obrador,
como por ejemplo: se le preguntó si estaría de acuerdo en defender el Tratado
de Libre Comercio ante Trump, y señaló que sí; si apoyaría a Peña Nieto para
defender a México y a los mexicanos ante Trump, y también señaló que sí; y también
indicó que si bien habrá castigos para los corruptos de gobiernos anteriores,
su objetivo principal es evitar la corrupción, acabarla por completo, más que
ponerse a perseguir a los corruptos de los gobiernos neoliberales.
Si bien López Obrador manifestó reiteradamente que existe la
mafia del poder, dirigida por Carlos Salinas, que ha evitado su llegada a la
presidencia mediante fraudes electorales; y que el principal objetivo de esta
mafia es enriquecerse mediante la corrupción, ya no subrayó las injusticias
propias del modelo económico neoliberal, ni tampoco atacó directamente a los
oligarcas depredadores. Se concentró más en reiterar que la corrupción (que
calcula en alrededor de 500 mil millones de pesos al año), es el principal
problema del país; y erradicándola (no disminuyéndola, sino eliminándola de
plano), logrará impulsar el crecimiento económico y la justicia social en
México.
Asimismo, si bien no defendió abiertamente a Peña Nieto, sí
señaló que la mafia del poder, después de haberlo “inflado” e impulsado a la
presidencia, una vez que ya les dejó de ser útil, lo ha convertido en el “chivo
expiatorio” de todos los males del país.
Lo que se puede advertir es que las élites depredadoras están
explorando la posibilidad de establecer algún tipo de acuerdo con López Obrador,
en el sentido de que, en caso de que llegue a la presidencia (algo que de todas
formas van a tratar de evitar a como dé lugar), mantenga en su esencia el
modelo económico neoliberal; no castigue a la mayoría de los corruptos de la
subclase política; y no cambie la esencia del sistema político (por ejemplo,
convertirlo en un sistema parlamentario; o establecer la reelección presidencial);
a cambio de lo cual esas élites ya no obstaculizarían su llegada a la
presidencia y no se opondrían a un programa de combate a la corrupción, siempre
y cuando no los toque a ellos.
La realidad es que López Obrador está muy consciente de que tiene
que aparentar que ha moderado su oposición al neoliberalismo, y que incluso se
podría convertir en su vocero ante Trump, con tal de que por tercera vez, no le
roben las elecciones presidenciales.
Es un juego de espejos entre las élites depredadoras (y sus “minions”
de la subclase política corrupta), con López Obrador. Cada uno está tratando de
convencer-engañar al otro, sin que en esencia ninguno abandone su posición real
respecto al país (las élites seguir depredándolo; López Obrador intentar salvarlo).
En lo que López Obrador se vio realmente ingenuo fue en su
comentario sobre Trump, afirmando que negociaría con él para “convencerlo” de
que lo mejor para ambos países es la cooperación para el desarrollo, y que a
Estados Unidos le conviene que México se desarrolle, pues así habrá trabajo
para los mexicanos y ya no tendrán que emigrar. Con Trump los “convencimientos”
no valen, y si no lo creen, al tiempo.
Más relevante fue su afirmación de que México debe desligarse
en materia militar y de seguridad de los Estados Unidos, pues eso sólo desvía
recursos del desarrollo y no aporta nada al país.
Así también, su reiteración de que fue un grave error
inmiscuirse en las elecciones de Estados Unidos, reafirmando el valor de los
principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, implicaría que
su eventual gobierno recuperará los principios tradicionales de la política
exterior mexicana.
Por supuesto, Loret de Mola intentó entramparlo con el asunto
de la muerte de Fidel Castro y de Cuba, haciéndolo pasar como un admirador de
la “dictadura cubana”, mientras que López Obrador destacó la
dignidad y el carácter de Castro para mantener la soberanía de la isla, ante
los embates de los Estados Unidos.
López Obrador tendrá que desarrollar una muy fina estrategia
de ahora hasta las elecciones del 2018, pues la élite depredadora está cambiando
de estrategia, y en vez de intentar acorralarlo y demonizarlo (que ya vieron que
les puede resultar contraproducente, como les pasó a las élites en Estados Unidos con Trump),
van a intentar comprometer a López Obrador con sus prioridades; y si no pueden
hacerlo, entonces tenderle trampas y sobre exponerlo en los medios de
comunicación, para saturar al público con su imagen y su no muy articulada
forma de hablar, para de esa forma desgastarlo.
Ojalá López Obrador tenga los asesores y el equipo adecuados
para contrarrestar estas estrategias, de unas élites depredadoras cada vez más
apanicadas y temerosas de que su poder omnímodo pueda resultar resquebrajado en
las elecciones del 2018.
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