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Zapata

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Proyecto "Norteamérica" Segunda Parte (18 de Diciembre 2013)

Continuando con la conferencia de Robert B. Zoellick sobre el futuro del NAFTA, el expositor mencionó 8 tópicos para una "nueva agenda" para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte:

1) Energía. Zoellick se congratula de que las reformas energéticas en México disminuirán significativamente las importaciones de petróleo de fuera de la región, pues considera a las que provienen de Canadá y México como parte del "mercado de América", lo que permitirá a Estados Unidos reducir su dependencia del petróleo importado de un 70% en el 2008, a sólo 5% para el 2020. Señala Zoellick que por el lado del gas "México ya se beneficia (sic) de las exportaciones de gas de Estados Unidos", lo que ha permitido mantener en un buen precio el gas que las empresas estadounidenses venden al exterior ¿Y eso en qué beneficia a México? Incógnita.

2) Mejorar la infraestructura fronteriza, especialmente la de México con Estados Unidos. La idea de Zoellick es que se permita a la iniciativa privada invertir en infraestructura y sistemas de tecnología avanzada para profundizar en la integración económica, mediante la facilitación del comercio y los intercambios económicos en la frontera (no dice nada de la facilitación del cruce de personas).

3) Los "norteamericanos" deben profundizar sus relaciones comerciales con otras regiones. Para Zoellick es formidable que México y Canadá formen parte del Acuerdo Transpacífico (dirigido a competir con China), así como el que México forme parte de la Alianza del Pacífico junto con Chile, Perú y Colombia (que está dirigido a competir y a desestabilizar el Mercosur), lo que sumado a las grandes coincidencias de México, Estados Unidos y Canadá en el seno del G20 (lo que dice Zoellick que le impresionó), deberían llevar a coordinar las políticas económicas de los tres países y a lanzar iniciativas conjuntas en el seno de las organizaciones internacionales como el FMI, OMC, Banco Mundial, etc.

4) Seguridad. Se congratula de que Estados Unidos y Canadá ya tengan una asociación muy fuerte y ambos sean miembros de la OTAN; y con México, a través de la Iniciativa Mérida la profundización de la cooperación en materia de seguridad ha sido muy importante. Aún así, propone una visión común en este tema; además de que señala que si las guerras en Afganistán e Irak merecieron gastos por un trillón de dólares, ¿no merecería México una fracción de ese gasto?

5) Capacidad gubernamental. Advierte una falta de capacidad de los gobiernos estatales y locales en México para asumir las nuevas responsabilidades que implica una mayor descentralización administrativa, por lo que sugiere que Estados Unidos, Canadá y el Banco Mundial ayuden a México a mejorar esas capacidades.

6) Capital humano. Hace un elogio desmedido al modelo de "educación para desarrollar habilidades e integrarse a la fuerza de trabajo", para lo que pone el ejemplo de la organización Laureate Education, que impulsa ese modelo en la Universidad del Valle de México y en la Universidad Tecnológica de México. Como algo adicional, señala que las políticas inmigratorias deberían aprovechar el talento de los habitantes de los tres países, pero sin hacer mayor análisis sobre otros aspectos de dichas políticas.

7) Clima y Medio Ambiente. Considera que estos asuntos, así como la salud, afectan a los tres países en conjunto, por lo que deben desarrollarse políticas coordinadas para tratarlos.

8) Perseguir "alineamientos diplomáticos". Estima necesario que los tres países "asistan" a Centroamérica, tanto en materia económica, como para enfrentar los retos del crimen organizado. Para Zoellick ya es tiempo de que Latinoamérica se aleje de políticas que sostienen la soberanía de los países como la Doctrina Calvo, y confía en que así será en el futuro, pues las nuevas generaciones se sienten más cercanas a "Norteamérica"; por lo que considera que México, teniendo un pie en cada región, será un elemento fundamental para que se logre esa mayor convergencia de intereses.

Como se puede apreciar en los planteamientos de Zoellick, el objetivo es integrar completamente los recursos naturales, y hasta cierto punto humanos, de Canadá y México, a los de Estados Unidos, para que este último país enfrente de mejor manera la competencia de China, en primer lugar, de Rusia, en segundo lugar; y después de otras potencias emergentes como India y Brasil. Con Europa Occidental se está negociando un tratado de libre comercio, que va muy en la línea del Acuerdo Transpacífico, por lo que si bien la Unión Europea no entraría como un peón subordinado al esquema geoeconómico y geopolítico que está estructurando Washington, sí se le considera una región aliada en esta lucha por la hegemonía mundial.

Si analizamos cada punto de los 8 que mencionó Zoellick, no se aprecia el beneficio que la población mexicana lograría con cada uno de ellos.

En el caso de la energía, claramente Zoellick establece que la apertura energética servirá para que lleguen más inversiones de empresas de Estados Unidos a México, con lo que se producirá más petróleo que se enviará a Estados Unidos, ya ni siquiera Zoellick lo considera como exportaciones, pues quedan dentro del espacio geoeconómico de "Norteamérica", con lo que Estados Unidos (ahí sí se considera al país, y no a la región), reducirá sus importaciones de petróleo de otras regiones, disminuyendo así su vulnerabilidad ante posibles cortes de suministro. El punto es la seguridad energética de Estados Unidos, usando para ello los recursos de México y Canadá; nada dice y nada le importa a Estados Unidos si México podrá contar con recursos para sus propias necesidades. En cambio, se congratula de que Estados Unidos le vende gas a México a un muy buen precio. En resumidas cuentas, México aporta a la seguridad energética de Estados Unidos, sin nada a cambio.

En el punto dos, relativo a mejorar la infraestructura fronteriza, la preocupación es que si el mercado de Estados Unidos va a traer de México recursos naturales y parte de la producción industrial que está fragmentada alrededor del mundo, requiere disminuir tiempos de entrega. Pero las restricciones de seguridad de los propios Estados Unidos impiden esto, por lo que esa será una batalla que los sectores pro integración económica deberán dar dentro de Estados Unidos, contra los proteccionistas. Lo que resalta de esto es que no menciona nada sobre el paso de personas, pues el tema migratorio no es considerado como un punto esencial en la propuesta integracionista, ya que la mano de obra barata mexicana se usará en México, por las empresas estadounidenses que la requieren (en México el sueldo mínimo al MES es de 138.5 dólares, mientras que en Estados Unidos se está proponiendo que suba de 7.25 dllr. por hora a 10 dólares; esto sería 80 dólares diarios, o sea 2400 dólares MENSUALES); prefieren trasladar sus plantas a México, para pagar sueldos miserables, pues en Estados Unidos están obligadas a pagar sueldos y prestaciones mucho más altos (15.7 veces más de lo que tienen que pagar en México).

En el punto tres propone que México y Canadá sean los "escuderos" de Estados Unidos en sus negociaciones comerciales con el resto del mundo, supuestamente con posiciones afines, pero es obvio que el socio mayoritario (como en una sociedad anónima) lleva la "voz cantante", así que Washington determinaría los términos de las negociaciones con otros bloques, mientras que México y Canadá solo se sumarán a ellas (prácticamente como si fueran Micronesia y Palau).

El cuatro es todavía más ominoso, pues si bien Canadá ya está plenamente integrado al esquema de seguridad de Estados Unidos (NORAD, Comando Norte y OTAN), México lo hará próximamente, ya que la Iniciativa Mérida rindió por completo a los organismos de seguridad mexicanos ante los estadounidenses; como ya lo confirmó el ex director del CISEN, Guillermo Valdés, existen en territorio mexicano varios centros de "fusión"de información en los que operan agentes de Estados Unidos, y hay por lo menos uno completamente manejado por estadounidenses; y aún más preocupante, esa propuesta de Zoellick de que exista una "visión común" en seguridad, parece indicar que aquellos enemigos que el gobierno de Estados Unidos identifique en el ámbito internacional, ipso facto serán también enemigos de México y Canadá, por lo que si Estados Unidos entra en nuevas guerras alrededor del mundo, se hace de nuevos enemigos terroristas con sus ataques indiscriminados a través de drones, o si su aliado Israel decide nuevos asesinatos de líderes de organizaciones contrarias al sionismo, entonces México (Canadá ya lo hace en automático), tendrá que asumirlos también, con todos los costos y riesgos que ello implique. Así también, se le obligará a aportar tropas para las múltiples guerras que inicia o en las que participa Estados Unidos, y muy probablemente tenga que aceptar la construcción de bases militares en su territorio (de ahí la sugerencia de Zoellick de que se utilicen recursos económicos para apoyar a México en el tema de seguridad).

En materia de capacidad gubernamental (punto 5), Zoellick no está muy bien enterado de que la descentralización hacia las entidades federativas en diversos rubros ha sido un fracaso (especialmente en materia de seguridad, educación y salud), por lo que el gobierno federal está retomando el control en dichos temas y en otros, están haciéndolo organismos autónomos (como en el tema de las elecciones locales, a través del nuevo Instituto Nacional de Elecciones), por lo que los gobiernos estatales y locales, poco tendrán que ver con los temas esenciales de la regulación económica, la construcción de infraestructura, la política asistencialista (pues ya no hay política social en México), y por supuesto, la de seguridad.

Sobre capital humano, Zoellick, cándidamente señala que el modelo que conviene al proyecto integracionista es el de promoción de habilidades para el trabajo, que es el mismo que se plantea en la reforma educativa recientemente aprobada en México, pues dicho modelo está dirigido a capacitar trabajadores de medio y bajo nivel para las industrias y los comercios (caso Wal-Mart), y no profesionistas que busquen innovar, generar nuevo conocimiento, o en el caso de las ciencias sociales, plantearse preguntas incómodas sobre la pobreza, la exclusión, la concentración del ingreso, la soberanía, y todos esos temas considerados "obsoletos" por el capitalismo especulativo que domina la economía internacional.

En el punto siete, Zoellick refleja entre líneas la preocupación sobre la depredación que va a causar el modelo integracionista (por ejemplo el fracking para obtener el gas shale, que genera una contaminación de mantos acuíferos y del subsuelo), así como el menor gasto en salud, que puede llevar a situaciones de extrema desesperación a muchas comunidades, así como a la reaparición de enfermedades supuestamente erradicadas. De ahí que Zoellick considere necesario políticas conjuntas para aminorar, que no eliminar, estos riesgos.

Por último, en el punto ocho, el llamado "alineamiento diplomático" implica la rendición de la política exterior de México, que al menos en el papel (la Constitución), todavía está en favor de la no intervención, la solución pacífica de las controversias y el respeto de la soberanía de las naciones. Para Zoellick todo esto es contrario a los intereses de "Norteamérica", y no sólo llama a alejarse de esa concepción pro soberanista que hay en Latinoamérica, sino que propone que México sea el "Caballo de Troya" que destruya esa defensa de los intereses nacionales que hay en varios países latinoamericanos (significativamente Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba). No extraña por ello el que México ya no sea visto entre la mayoría de los pueblos latinoamericanos como un aliado, sino como un esquirol de los estadounidenses.

El proyecto Norteamérica es entonces, el proyecto de fortalecimiento de Estados Unidos ante sus competidores, usando como extensiones de su poder los recursos de Canadá y México, que ya han rendido su soberanía ante este proyecto, a cambio de que las élites económica y sobre todo en el caso de México, política, de ambos países se enriquezcan obsenamente, y sean invitados, de vez en cuando (haciendo un símil, casi como meseros en el gran banquete en el que los estadounidenses son los agasajados), a los centros de poder en donde realmente se decidirá el futuro de la región norteamericana.

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