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Zapata

lunes, 16 de diciembre de 2013

Proyecto "Norteamérica" Primera Parte (16 de Diciembre 2013)

El pasado 15 de octubre de 2013 se llevó a cabo en la universidad de Baylor (Waco, Texas), la conferencia “NAFTA in the Context of a Changing Global Economy” (El Tratado de Libre Comercio de América del Norte en el contexto de una economía global cambiante), con motivo del 20 aniversario de la firma y aprobación del North American Free Trade Agreement (NAFTA), entre Estados Unidos, México y Canadá. El conferencista fue Robert B. Zoellick, ex presidente del Banco Mundial.

Vale la pena recuperar lo que dice este miembro de la élite política y económica de Estados Unidos, pues delinea el plan a futuro que tiene Washington para la conformación de una región común que será “Norteamérica”, y el triste y pobre papel que en ella jugará México.

Pero primero veamos quien es Robert B. Zoellick, ya que es un personaje que ha estado íntimamente vinculado con los cambios que los sucesivos gobiernos de nuestro país han venido realizando en los últimos 30 años, para integrar completamente a México dentro de los planes y las políticas diseñadas en Washington y Nueva York.

Zoellick es un historiador (Swarthmore College, Pennsylvania) y abogado (Harvard, Mass.), que desde muy joven se integró al gobierno, primero bajo las órdenes de James A. Baker en el Departamento del Tesoro (1985 a 1988); y después, cuando Baker fue nombrado por George H.W. Bush secretario del Departamento de Estado, Zoellick llegó a ser Sub secretario de Asuntos Económicos y Agrícolas.

Posteriormente fue nombrado sub jefe de la Oficina del Presidente Bush, y al terminar éste su periodo, Zoellick se fue como vicepresidente de la empresa semi-gubernamental conocida como Fannie Mae (1993-97), encargada de comprar hipotecas en el mercado secundario, especialmente las denominadas subprime, las que después se convertirían en la “manzana envenenada” que la plutocracia de Wall Street esparció por el mundo, y que serían la causa primordial de la crisis financiera mundial del 2008.

Es muy importante este dato, porque en esos años Zoellick coincidió en esta política fraudulenta con otros miembros del establishment político y económico de Estados Unidos (Alan Greenspan en la Reserva Federal, Robert Rubin en el Departamento del Tesoro, el diputado demócrata Barney Frank en el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes y quien impulsó decididamente ese tipo de créditos; Herb Moses, el amante de Frank, quien se encargó precisamente en Fannie Mae de concebir los créditos subprime; el senador demócrata Charles Schumer, otro “campeón” de estos créditos, entre otros; Ver Crisis Financiera del 2008 en este mismo blog), y después se encargó de encubrirla, desde otras posiciones de poder a las que llegó.

Al dejar Fannie Mae, Zoellick se fue a dar clases a Harvard, pero al mismo tiempo fue nombrado Asesor Senior Internacional en Goldman Sachs, la institución financiera que a la postre resultaría más beneficiada del crack del 2008 (Ver artículo citado Crisis Financiera del 2008 en este blog).

El haber trabajado en Fannie Mae y Goldman Sachs demostró que Zoellick formaba parte de la cábala de financieros internacionales que manejan a su antojo la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y las principales instituciones financieras de Wall Street.

Aún más importante, vale la pena señalar que Zoellick formó parte del grupo de neoconservadores que elaboraron el llamado Project for a New American Century (PNAC), establecido en 1997, y en el que se urgía al presidente Clinton a llevar a cabo una guerra contra Irak para lograr un cambio de régimen, e iniciar una serie de transformaciones en el Medio Oriente. Peor aún,  los miembros del PNAC se lamentaban de que el proceso de cambio en el Medio Oriente y en el mundo para que Estados Unidos pudiera asumir plenamente su liderazgo, podría llevar mucho tiempo, pero no sería así si llegara a suceder un evento catastrófico que catalizara el proceso, tal como sucedió con Pearl Harbor ("Further, the process of transformation, even if it brings revolutionary change, is likely to be a long one, absent some catastrophic and catalyzing event––like a new Pearl Harbor”).

Prácticamente se llamaba a la realización de un “ataque” a Estados Unidos, que permitiera convencer a la población de la necesidad de los cambios propuestos por los neoconservadores, lo que ha dado la pauta para pensar que el 9/11 fue una acción realizada con esas intenciones.

Después Zoellick fue el US Trade Representative (Representante Comercial de los Estados Unidos) de 2001 a 2005; subsecretario de Estado de 2005 a 2006, para posteriormente ser nombrado presidente del Banco Mundial (2007-2012), en sustitución de otro neoconservador y gran impulsor de la guerra contra Irak, Paul Wolfowitz.

Obviamente, desde el Banco Mundial, Zoellick apoyo todas las medidas para justificar el “salvamento” de los fraudulentos bancos y casas de bolsa que instrumentaron la mega crisis de 2008 para enriquecerse estratosféricamente, acaparar todavía más mercado y reafirmar el dominio del capital financiero especulativo en la economía mundial.

Ahora Zoellick está de regreso en su alma mater Harvard, y desde ahí se ve claramente su intención de posicionarse (o más bien, los mega bancos lo están posicionando), como el próximo líder de la nueva etapa integracionista del NAFTA.

El propio Zoellick, durante la conferencia que impartió en la universidad Baylor, confirmó sus estrechas vinculaciones con miembros de la tecnocracia mexicana, con los que ha trabajado en diferentes cuestiones en las relaciones México-Estados Unidos, como la negociación de la deuda externa, la del NAFTA y la participación de México en el G20, entre otras.

Mencionó su buena relación con José Córdoba (ex Jefe de la oficina de la Presidencia con Carlos Salinas y para muchos, sospechoso de estar involucrado en los graves sucesos de 1994, que llevaron al asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio; así como en la profunda crisis económica de fines de 1994-1996); obviamente con el expresidente Zedillo (quien resultó beneficiado a la muerte de Colosio, pues fue nombrado candidato substituto y llegó a la presidencia; además de ser el favorito de Córdoba en el proceso de sucesión), a quien Zoellick nombró encargado de la “reforma del Banco Mundial”, cuando estuvo al frente de dicha institución; con el actual gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, que el mismo Zoellick reveló era su candidato (el de Wall Street), para dirigir al FMI (finalmente Estados Unidos tuvo que aceptar el acuerdo que se tiene con la Unión Europea para que dicho continente nombre al Director Gerente del Fondo Monetario Internacional); y con Jaime Serra Puche, ex secretario de Comercio de México en el sexenio de Carlos Salinas, y ex titular de la Secretaría de Hacienda cuando estalló la crisis económica en México, en diciembre de 1994.

Pues bien, Zoellick señalo sin ningún empacho que el siguiente paso en el NAFTA debe llevar a los siguientes objetivos:

En una economía internacional cambiante, es necesario un “continente” (sic) fuerte, conformado por dos países desarrollados (Estados Unidos y Canadá) y uno en rápido desarrollo (sic), que sería México.

Las tres “democracias”, con una población de casi 500 millones de habitantes, tendrían “suficiencia energética” (ahí está la reforma energética de Peña) y de exportaciones; un sistema de infraestructura integrado (en los casos de México y Canadá, integrado al mercado de Estados Unidos); industrias manufactureras y servicios complementarios; un esfuerzo común para desarrollar capital humano, a través de la innovación educativa, ligada a las “habilidades de la fuerza de trabajo” y políticas de inmigración “pro-crecimiento”; una visión de seguridad “común” e intereses compartidos en política exterior.

Con esto, según Zoellick, “Norte América”, estará bien posicionada para “contender” con 1300 millones de chinos y con otras regiones y pueblos del mundo.


En la próxima entrega analizaremos con más detalle cada propuesta de Zoellick (que refleja muy bien el proyecto de las élites política y económica de Washington y Nueva York), para fortalecer a Estados Unidos en su competencia mundial por la hegemonía, principalmente ante China, pero también ante Rusia y el resto de los denominados BRICS.

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