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Zapata

miércoles, 3 de enero de 2024

ISRAEL Y LOS NEOCONSERVADORES EN WASHINGTON INTENTAN PROVOCAR UNA GUERRA CONTRA IRÁN Y HEZBOLLAH

El asesinato de Saleh- Al-Arouri miembro de la dirigencia de Hamas en el sur de Beirut, mediante un ataque de un dron (2 de enero); el atentado terrorista contra una multitud reunida en la ciudad de Kerman en Irán (3 de enero) para conmemorar el 4º  aniversario del asesinato del comandante Qassem Soleimani en Irak en 2020 (jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán en ese momento), que ha dejado hasta el momento 103 muertos y al menos 188 heridos; y las incendiarias declaraciones de Bezalel Smotrich, Ministro de Finanzas del gobierno de Benjamín Netanyahu, insistiendo en que los palestinos de Gaza deben ser expulsados a otros países, confirman que hay una estrategia del gobierno etno-nacionalista y ultraderechista israelí y de sus aliados neoconservadores en el establecimiento político-militar de Washington, para provocar a Irán y a Hezbollah, con objeto de que entren de manera directa a la guerra contra Israel, y de esa forma obligar al gobierno de Biden a atacar a ambos y así permitir a las fuerzas armadas israelíes terminar la limpieza étnica de los palestinos tanto en Gaza, como en Cisjordania y el Este de Jerusalén.

Biden había enviado al portaaviones USS Gerald Ford cerca de las costas israelíes para apoyar al gobierno de Netanyahu, en caso de que Hezbollah e Irán se inmiscuyeran en el conflicto en Gaza. Pero, los ataques de los houtíes contra los barcos mercantes que se dirigían a Israel en el Golfo de Adén, obligaron a reposicionarlo ahí.

Sin embargo, el Pentágono anunció el 2 de enero que el Gerald Ford junto con su grupo de naves de apoyo regresaría a Norfolk, Virginia, y en el área permanecería el portaviones Dwight D. Eisenhower, para seguir con la estrategia de contrarrestar los ataques con drones de los houtíes, contra los buques que se dirigen a Israel.

Este retiro de uno de los grupos de buques de la Armada de Estados Unidos que se encontraban en la zona, más la escuálida respuesta que ha recibido Washington a su propuesta de una coalición naval para defender la navegación comercial por el estrecho de Bab-el Mandeb, debido a que hasta ahora sólo 13 países han respondido al llamado, pero aportando sólo asesores o uno o dos buques; cuando Washington hablaba de que se podían sumar hasta 44 países a esta estrategia, estaba dejando claro al gobierno de Netanyahu y a los neoconservadores que dominan las políticas de seguridad y exterior de Estados Unidos, que requerían un pretexto mayor para hacer intervenir a Occidente de forma masiva en favor de Israel; y también para convencer al Congreso de liberar los 106 mil millones de dólares de asistencia militar para Ucrania, Israel, Taiwán y la frontera suroeste de Estados Unidos.

De ahí que han iniciado una provocación mayúscula contra Irán, con el devastador atentado de hoy en la conmemoración del asesinato de Soleimani (por más que el vocero del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby y el del Departamento de Estado Mathew Miller, con la hipocresía que les caracteriza, hayan negado que Estados Unidos o Israel hayan tenido que ver en este atentado o en el asesinato de Al-Arouri); y contra Hezbollah que resguardaba a Al Arouri en el sur de Líbano (por lo que el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah ha declarado que su organización no le teme a una guerra con Israel).

Obviamente están esperando una reacción de ambos actores a estos atentados, con lo que el conflicto en el Medio Oriente escalaría y la intervención de Estados Unidos de manera directa en el conflicto, sería inminente.

El objetivo de Netanyahu y de los neoconservadores es que se generalice una nueva guerra en el Medio Oriente, que finalmente implique a Irán, con objeto de obligar a Estados Unidos y a Europa Occidental a entrar en favor de Israel, con lo que se lograrían varios objetivos:

Primero, la tan deseada por Israel, destrucción del régimen teocrático de Irán y su posterior balcanización en tres o cuatro países distintos y enfrentados entre sí.

La destrucción de Hezbollah, con lo que se lograría la neutralización del sur del territorio libanés, como plataforma desde donde se amenaza constantemente al norte de Israel.

La eliminación de los houtíes como amenaza en el Golfo de Adén y en el estrecho de Bab-el-Mandeb

La expulsión de la mayoría de los palestinos de Gaza, Cisjordania y el Este de Jerusalén a Egipto, Jordania, Siria y Líbano, con lo que el “Gran Israel” finalmente podría ser establecido.

La hegemonía militar y política israelí en el Medio Oriente y el aprovechamiento de los recursos naturales de los territorios conquistados (agua, petróleo, gas); así como la constitución de Israel en un hub de comunicaciones y transportes entre Europa y Asia.

La presencia permanente en la región de los ejércitos, fuerzas aéreas y las armadas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, etc. en favor de Israel, para el caso de necesitarlos.

Pero para lograr estos objetivos se requiere una guerra a gran escala, que como lo mencionaron Benny Gantz Ministro de la Defensa de Israel y Yoav Galant, comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, ya están en una guerra en siete frentes (Sur del Líbano, Siria, Irak, Irán, Cisjordania, Gaza y Yemen).

Es decir, necesitan comprometer a las fuerzas armadas de Estados Unidos y Europa en una guerra de estas proporciones, mediante la cual se puedan realizar operaciones de gran escala para derrotar a los países y organizaciones que Israel considera sus enemigos, sin restricciones de ningún tipo (Derecho Internacional, Convenciones de Ginebra sobre la Guerra, el Genocidio, etc.), para así lograr los objetivos que se han planteado, sin interferencias de la comunidad internacional.

Que lo logren o no dependerá del gobierno de Estados Unidos (Ejecutivo y Legislativo), pues iniciar una guerra de estas proporciones justo al inicio de una elección presidencial tan competida como la de este año, podría generar una reacción de rechazo en una parte considerable de la población y ello dificultaría enormemente el esfuerzo financiero, humano, material y diplomático que una empresa de este tamaño implica.

Pero los arrogantes miembros del gobierno de Israel y sus aliados neoconservadores ya “olieron sangre”, y por lo tanto van a seguir realizando estas sangrientas provocaciones a Irán y Hezbollah para llevarlos a una guerra de incalculables consecuencias para el mundo entero.


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