Que la nación me lo demande
Pascal
Beltrán del Río
El viernes,
al retomar sus conferencias mañaneras, luego de cuatro días de presunta
convalecencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió
una instrucción inequívoca a los legisladores de su movimiento: desaparecer al
Inai.
“Son
corruptos –dijo de los comisionados de ese organismo–, porque cobran un sueldo
para permitir la corrupción, son cómplices de la corrupción. Entonces, ¿cómo se
resuelve? Como lo estoy planteando: que la Auditoría Superior de la Federación,
que pertenece a un poder independiente, que es el Poder Legislativo, se haga
cargo de esa función de la transparencia y que ese organismo desaparezca, y que
basta ya de estar simulando”.
Más
adelante, volvió a arremeter: “Yo les diría a los legisladores que no están de
acuerdo con ese instituto, que coincidimos con esa postura y que no titubeen,
se trata de defender los bienes del pueblo. (…) Que reformen esa institución.
Mejor dicho, que la desaparezcan y que esa función se la encarguen a la
Auditoría Superior de la Federación”.
La postura
presidencial refleja un deseo irrealizable para él y su movimiento, pues la
existencia del Inai está establecida en la Constitución en su artículo sexto,
apartado A, fracción VIII, que dice:
“La
Federación contará con un organismo autónomo, especializado, imparcial,
colegiado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, con plena autonomía
técnica, de gestión, capacidad para decidir sobre el ejercicio de su
presupuesto y determinar su organización interna, responsable de garantizar el
cumplimiento del derecho de acceso a la información pública y a la protección
de datos personales en posesión de los sujetos obligados en los términos que
establezca la ley”.
En abril de
2016, cuando se ampliaron las responsabilidades de ese organismo –mediante un
cambio a la Carta Magna que se aprobó por 383 votos a favor y uno en contra–,
hubo legisladores que son parte de Morena que dieron su visto bueno a la
minuta, entre ellos el entonces presidente de la Comisión de Transparencia y
Anticorrupción, Rogerio Castro Vázquez, hoy secretario general del
Infonavit y aspirante a la gubernatura de Yucatán.
Digo que la
pretensión de desaparecer al Inai es irrealizable porque el movimiento político
que liderea López Obrador no tiene la mayoría calificada que
requiere una reforma constitucional, así que lo expresado en la mañanera del
viernes no deja de ser una ilusión, como las que tiene cualquiera, y su opinión
de que las funciones del Inai las haga la ASF, pues es eso: una simple opinión.
Pero, más
allá de ilusiones y opiniones, su instrucción a los legisladores se traduce en
el incumplimiento de la Constitución, pues los senadores del oficialismo
–encargados de nombrar a los comisionados del Inai– han dejado al pleno de ese
organismo sin la posibilidad de sesionar, ya que la ley le impone hacerlo con
un mínimo de cinco integrantes y actualmente sólo tiene cuatro, a causa de la
deliberada falta de acción de la mayoría senatorial.
El sábado
por la madrugada, al agotarse el periodo ordinario de sesiones del Congreso,
ese grupo no sólo incumplió con su deber de nombrar a dichos comisionados
–pasando por encima del mandato de una jueza federal–, sino que también aprobó,
de forma atropellada y sin reparar en procedimientos legislativos, la agenda de
prioridades legales del Presidente, cosa que hizo después de participar en un
besamanos en Palacio Nacional.
Debe
recordarse que al tomar posesión, como han hecho todos los presidentes de
México en casi 200 años de vida republicana del país, López
Obrador protestó guardar y hacer guardar la Constitución, “y si no lo
hiciere, que la nación me lo demande”. Dejar inoperante al Inai tiene la
evidente intención de no someterse a la rendición de cuentas. Es una caricatura
describir a esta Legislatura como “independiente”, y es a ella a la que propone
encargar la transparencia. Así, el Presidente pasa por encima de una
disposición expresa de la Carta Magna, lo que obliga a la nación a
demandárselo.
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