¿CUÁL TRANSFORMACIÓN?
Según la
narrativa de López Obrador (AMLO) y su coalición gobernante, las elecciones
presidenciales del 2024 -y para la renovación del Congreso, se simplifican en
si se quiere continuar con la transformación del país o no.
¿Qué
transformación, según López Obrador se ha verificado durante su periodo
gubernamental (2018-2024)?
-
Separación
del poder político del económico.
- Recursos
económicos gubernamentales entregados directamente a la población, a través de
diversos programas sociales.
-
Reducción
de la pobreza.
-
Casi
extinción de la corrupción en el gobierno (federal y estatales).
-
Recuperación
del poder adquisitivo del salario.
-
Disminución
de la violencia e inseguridad en el país.
-
Defensa
de la soberanía nacional.
-
Grandes
obras de infraestructura.
-
Crecimiento
económico con mejor distribución de la riqueza.
-
Gobierno
austero y sin despilfarro.
-
Sistema
de salud de primer mundo (como Dinamarca).
¿Parece casi
el paraíso, verdad?
Veamos los
resultados, hasta ahora, de esta narrativa que el gobierno machaca día tras día
a la población, y que afirma es por lo que los votantes deben refrendar el
dominio del actual partido gobernante, el Movimiento de Regeneración Nacional
(Morena), no sólo en la presidencia y el Congreso (con dos terceras partes,
para poder modificar la Constitución), sino en estados y municipios; e incluso,
en la Suprema Corte, que debería estar dominada por incondicionales de la
llamada “Cuarta Transformación”.
Separación
del poder político del económico
AMLO ha
basado buena parte de su carrera política denunciando el inmoral y corrupto
pacto entre los oligarcas del país, el famoso 1% más rico, con los gobiernos
neoliberales del PRI y del PAN (entre 1982 y 2018), lo que propició la enorme
concentración del ingreso que caracteriza a México; la corrupción desbocada de
los gobernantes; el olvido de las demandas y necesidades de los más pobres del
país y la acumulación de privilegios y riqueza en una élite política y
económica a la que él denominó “la mafia del poder”.
Se suponía
que con su llegada a la presidencia, contando con cómodas mayorías en las
Cámaras de Diputados y Senadores, AMLO iniciaría un proceso de efectiva
separación de los intereses de una minoría oligárquica todo poderosa y el
gobierno federal.
Al principio
de su administración, AMLO obligó a varios de esos magnates y a grandes
empresas a pagar impuestos que no habían liquidado al fisco (Walmart, Grupo
Modelo, BBVA, América Móvil, Grupo Bal, Femsa, entre otras).
Así,
mientras del 2013 al 2018 los grandes contribuyentes (que representan el 0.3%
del total, pero aportan el 47% del total de impuestos recaudados)[1] pagaron 501,133 millones
de pesos; en los tres años y 10 meses del inicio del gobierno de AMLO, se logró
que pagaran 679,511 millones de pesos. Es decir, un 9.5% más en términos
reales.
Sin duda
ello es un signo muy positivo en comparación con administraciones anteriores;
sin embargo, esto no ha cambiado prácticamente en nada el porcentaje real que
las grandes empresas pagan de impuestos y que en promedio es un 5.89% de sus
ingresos; mientras un empleado o profesionista paga entre 20 y 30% de sus
ingresos.
Por otro
lado, se hubiera esperado que los grandes magnates que forman parte de la
llamada por AMLO “mafia del poder”, en vista de que tendrían menos acceso
privilegiado a los contratos gubernamentales y pagarían más impuestos, tendrían
una merma en sus fortunas.
Pues esto no
ha sucedido, muy por el contrario, entre el 2019 y el 2021 por cada 100 pesos
de riqueza creada en el país, 21 se fue al 1% más rico y 0.40 centavos al 50
por ciento más pobre.
De hecho
según Oxfam[2]
las fortunas de los superricos en México crecieron 117 veces más que el resto
de la economía en esos tres años (2019 al 21), o sea la mitad del gobierno de
AMLO.
Las fortunas
de los superricos mexicanos crecieron 33% durante la pandemia, a diferencia del
conjunto de la economía mexicana que se derrumbó más de 8% en 2020.
Por lo que
se refiere al acceso de los superricos al poder político, no parece tampoco que
eso haya cambiado mucho, ya que el hombre más rico de México y América Latina,
Carlos Slim, se reúne con frecuencia con el presidente en Palacio Nacional o en
su finca en Palenque Chiapas, en comidas que duran más de tres horas.
Así también,
AMLO conformó un Consejo Asesor Empresarial, que se reúne con el tres o cuatro
veces al año, y que está conformado por grandes empresarios[3], y dos que son “compadres”
y amigos cercanos del presidente, Daniel Chávez del Grupo Vidanta (quien dio
“empleo” al hijo mayor del presidente en Houston, Texas) y Miguel Arredondo de
Biopapel.
Otro personaje
muy cercano de AMLO es el empresario de la construcción José María Riobóo
(quien fue uno de los principales encargados de la construcción de los
“segundos pisos” durante el gobierno de AMLO en la ciudad de México 2000-2005),
a cuya esposa, Yasmín Esquivel, AMLO impulsó a la Suprema Corte de Justicia
como ministra, y que ha generado uno de los mayores escándalos en el Poder
Judicial, al descubrirse que plagió su tesis de licenciatura en Derecho en la
UNAM. Pero aun así, sigue en la Corte. AMLO la quiso impulsar a la presidencia
del máximo tribunal del país, pero el escándalo de la tesis evitó que esto
sucediera.
Como se
puede deducir de todo lo anterior, la supuesta “separación” del poder
político respecto al económico, dista mucho de ser verdad, y en este primer
punto no ha habido mayor transformación respecto a los anteriores gobiernos
neoliberales; pero a AMLO eso no le importa y mantiene su narrativa día
tras día, pues sabe que sus seguidores poco o nada se enteran de esta intimidad
que él mantiene con las grandes fortunas del país.
En sucesivas
entregas seguiremos analizando los otros puntos de la “Cuarta Transformación”.
[2]
https://www.reporteindigo.com/reporte/fortunas-de-super-ricos-en-mexico-aumentan-33-por-ciento-desde-el-inicio-de-la-pandemia/
[3]
Germán Larrea del Grupo México, Ricardo Salinas de TV Azteca, Carlos Slim de
Grupo Carso, Bernardo Gómez de Televisa, Olegario Vázquez Aldir de Grupo
Angeles,Alejandro Bailléres del Grupo Bal, Carlos Hank de Banorte y Sergio
Gutiérrez del Grupo Deacero.
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