LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL EN MÉXICO
El
presidente López Obrador (AMLO) ha decidido adelantar[1] la definición del
candidato presidencial de su coalición gobernante debido a varios factores.
Primero,
hace un par de semanas su salud se deterioró (tiene 69 años de edad), por un
nuevo contagio de Covid (el tercero en 2 años y medio), lo que le provocó un
desvanecimiento por baja presión sanguínea, y ello lo retiró por cuatro días de
la escena pública, lo que desató numerosas especulaciones y sobre todo un
descontrol en su gobierno, por la posibilidad de que el “gran elector” no
pudiera cumplir con sus funciones, justo en el momento más importante para
definir a quien será el candidato presidencial oficialista.
Segundo,
aunque AMLO está muy seguro de que su partido y aliados políticos (PT y PVEM) lograrán
el triunfo en las elecciones presidenciales, para renovar el Congreso y nueve
gubernaturas (entre ellas las de la capital del país) en el 2024, no quiere
dejar ninguna posibilidad a la oposición, y para ello prefiere definir con
anticipación a los candidatos a los diferentes puestos de elección popular,
especialmente para la presidencia de la República, con objeto de llevar a cabo
una “operación cicatriz”; esto es, evitar que quienes no hayan conseguido las
postulaciones, puedan provocar divisiones en su coalición gobernante y peor
aún, puedan irse a la oposición. AMLO espera resolver las diferencias, con
suficiente tiempo de antelación, para así evitar que posibles divisiones en su coalición,
terminen por fortalecer a sus opositores.
Tercero,
aunque este año la economía mexicana está logrando un crecimiento muy
importante (al terminar el primer trimestre, fue de 3.9%), nada asegura que en
el año electoral las cosas vayan igual, y el propio AMLO ya lo adelanto al
señalar que existe la posibilidad de una recesión en Estados Unidos para el
2024 o 2025, lo que evidentemente tendría un efecto mayor en la economía
mexicana. Por ello, AMLO prefiere resolver el tema de la sucesión, antes de que
un imprevisto económico pueda descarrilar dicho proceso y lo obligue a cambiar
de precandidato preferido, en medio de una situación económica inestable.[2]
Cuarto, la
clara preferencia presidencial por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México,
Claudia Sheinbaum, ha llevado al canciller Marcelo Ebrard, segundo en las
preferencias según las encuestas, a elevar sus declaraciones e inconformidad
con el proceso que se ha llevado desde el partido oficial Morena, y en
diciembre entregó una carta en la que demandaba un “piso parejo” y varias
propuestas para la definición de la candidatura (renuncias a sus puestos de los
precandidatos, debates y una encuesta con sólo una pregunta), lo que ha
generado dudas entre la militancia sobre la realización limpia del proceso de
definición del candidato presidencial. Ante ello, AMLO ha decidido retomar su
protagonismo y el control total del proceso sucesorio, para evitar que la creciente
inconformidad de Ebrard pueda descomponer el proceso y llevar a una división del
partido oficial. Por ello, ha decidido adelantar todo, para dejarle menos tiempo
a Ebrard para que haga crecer su precandidatura, y menos espacio político para
que pueda generar una división al interior de la coalición gobernante (algo que
espera con ansias la oposición).
Y quinto, el
factor Estados Unidos juega cada vez más un papel importante en esta sucesión,
pues las diferencias en materia de política energética y de maíz transgénico,
en el marco del tratado comercial; las presiones para que México se comprometa de
lleno con el combate al tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos y contra los
cárteles que lo realizan, así como en materia de control de la migración
indocumentada; tienen seriamente presionado a AMLO, y sabe que la oposición
jugará la carta “Estados Unidos” en su contra. Lo que quiere es que ninguno de
sus precandidatos sea considerado por Washington como una especie de “caballo
de Troya”, que le pueda servir para impulsar sus objetivos (muchos ven a Ebrard
en esta tesitura). Y de la misma forma, Washington ya anunció un aumento en los
fondos para organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil, algo que
AMLO ve como claramente “intervencionista”, pues la mayoría de esas organizaciones
son contrarias a su gobierno.
En el caso
de la oposición, las elecciones para elegir gobernadores en el Estado de México
y Coahuila este próximo 4 de junio, definirán su estrategia final para
enfrentar al oficialismo.
Para como
van las cosas, lo más probable es que Morena y aliados ganen el Estado de
México y la coalición PRI, PAN y PRD gane Coahuila.
Para efectos
de la elección presidencial del 2024 el que Morena arrebate un estado que el
PRI ha gobernado por casi un siglo, será un golpe muy importante, primero para
afianzar la unidad dentro del oficialismo, y después para generar dudas en el
campo opositor.
Además, con 16
precandidatos del lado opositor[3] y sin un proceso claro de
cómo elegir al candidato presidencial; aunado a la decisión de Movimiento
Ciudadano (que no ha cambiado hasta ahora) de competir por su lado, sin sumarse
a la alianza Va por México (PRI, PAN, PRD), las perspectivas son sombrías para
la posibilidad de una nueva alternancia; y por el contrario, el oficialismo, al
menos por ahora, parece tener vía libre para repetir en la presidencia, y al
menos, mantener su mayoría en el Congreso de la Unión (aunque lo que busca es
los dos tercios, para poder modificar la Constitución).
[1]
En principio, AMLO había decidido que mediante dos o tres encuestas se fueran
eliminando precandidatos, para que alrededor del mes de noviembre de 2023 ya se
hubiera definido un candidato. Ahora ha informado a los senadores de su partido
Morena y a los 4 principales precandidatos (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard,
Adán Augusto López y Ricardo Monreal), que a más tardar en Agosto o Septiembre
deberá haber ya candidato presidencial, posiblemente con sólo una encuesta.
[2]
Recordemos que la situación económica difícil en 1981 llevó al entonces
presidente López Portillo a preferir al secretario de Programación y
Presupuesto Miguel de la Madrid, sobre el presidente del PRI, Javier García Paniagua,
que era más cercano a los afectos presidenciales.
[3]
Por el PRI: Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid, Claudia Ruiz Massieu y
Alejandro Murat. Por el PAN: Santiago Creel, Lilly Téllez, Margarita Zavala,
Francisco García Cabeza de Vaca, Mauricio Kuri y Manuel Vila. Por el PRD,
Miguel Angel Mancera y Silvano Aureoles. Por parte de Movimiento Ciudadano
están el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro; el de Nuevo León, Samuel García
y el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio. Y por la sociedad civil Gustavo
de Hoyos Walther.
No hay comentarios:
Publicar un comentario