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Zapata

domingo, 7 de mayo de 2023

 LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL EN MÉXICO

El presidente López Obrador (AMLO) ha decidido adelantar[1] la definición del candidato presidencial de su coalición gobernante debido a varios factores.

Primero, hace un par de semanas su salud se deterioró (tiene 69 años de edad), por un nuevo contagio de Covid (el tercero en 2 años y medio), lo que le provocó un desvanecimiento por baja presión sanguínea, y ello lo retiró por cuatro días de la escena pública, lo que desató numerosas especulaciones y sobre todo un descontrol en su gobierno, por la posibilidad de que el “gran elector” no pudiera cumplir con sus funciones, justo en el momento más importante para definir a quien será el candidato presidencial oficialista.

Segundo, aunque AMLO está muy seguro de que su partido y aliados políticos (PT y PVEM) lograrán el triunfo en las elecciones presidenciales, para renovar el Congreso y nueve gubernaturas (entre ellas las de la capital del país) en el 2024, no quiere dejar ninguna posibilidad a la oposición, y para ello prefiere definir con anticipación a los candidatos a los diferentes puestos de elección popular, especialmente para la presidencia de la República, con objeto de llevar a cabo una “operación cicatriz”; esto es, evitar que quienes no hayan conseguido las postulaciones, puedan provocar divisiones en su coalición gobernante y peor aún, puedan irse a la oposición. AMLO espera resolver las diferencias, con suficiente tiempo de antelación, para así evitar que posibles divisiones en su coalición, terminen por fortalecer a sus opositores.

Tercero, aunque este año la economía mexicana está logrando un crecimiento muy importante (al terminar el primer trimestre, fue de 3.9%), nada asegura que en el año electoral las cosas vayan igual, y el propio AMLO ya lo adelanto al señalar que existe la posibilidad de una recesión en Estados Unidos para el 2024 o 2025, lo que evidentemente tendría un efecto mayor en la economía mexicana. Por ello, AMLO prefiere resolver el tema de la sucesión, antes de que un imprevisto económico pueda descarrilar dicho proceso y lo obligue a cambiar de precandidato preferido, en medio de una situación económica inestable.[2]

Cuarto, la clara preferencia presidencial por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ha llevado al canciller Marcelo Ebrard, segundo en las preferencias según las encuestas, a elevar sus declaraciones e inconformidad con el proceso que se ha llevado desde el partido oficial Morena, y en diciembre entregó una carta en la que demandaba un “piso parejo” y varias propuestas para la definición de la candidatura (renuncias a sus puestos de los precandidatos, debates y una encuesta con sólo una pregunta), lo que ha generado dudas entre la militancia sobre la realización limpia del proceso de definición del candidato presidencial. Ante ello, AMLO ha decidido retomar su protagonismo y el control total del proceso sucesorio, para evitar que la creciente inconformidad de Ebrard pueda descomponer el proceso y llevar a una división del partido oficial. Por ello, ha decidido adelantar todo, para dejarle menos tiempo a Ebrard para que haga crecer su precandidatura, y menos espacio político para que pueda generar una división al interior de la coalición gobernante (algo que espera con ansias la oposición).

Y quinto, el factor Estados Unidos juega cada vez más un papel importante en esta sucesión, pues las diferencias en materia de política energética y de maíz transgénico, en el marco del tratado comercial; las presiones para que México se comprometa de lleno con el combate al tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos y contra los cárteles que lo realizan, así como en materia de control de la migración indocumentada; tienen seriamente presionado a AMLO, y sabe que la oposición jugará la carta “Estados Unidos” en su contra. Lo que quiere es que ninguno de sus precandidatos sea considerado por Washington como una especie de “caballo de Troya”, que le pueda servir para impulsar sus objetivos (muchos ven a Ebrard en esta tesitura). Y de la misma forma, Washington ya anunció un aumento en los fondos para organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil, algo que AMLO ve como claramente “intervencionista”, pues la mayoría de esas organizaciones son contrarias a su gobierno.

En el caso de la oposición, las elecciones para elegir gobernadores en el Estado de México y Coahuila este próximo 4 de junio, definirán su estrategia final para enfrentar al oficialismo.

Para como van las cosas, lo más probable es que Morena y aliados ganen el Estado de México y la coalición PRI, PAN y PRD gane Coahuila.

Para efectos de la elección presidencial del 2024 el que Morena arrebate un estado que el PRI ha gobernado por casi un siglo, será un golpe muy importante, primero para afianzar la unidad dentro del oficialismo, y después para generar dudas en el campo opositor.

Además, con 16 precandidatos del lado opositor[3] y sin un proceso claro de cómo elegir al candidato presidencial; aunado a la decisión de Movimiento Ciudadano (que no ha cambiado hasta ahora) de competir por su lado, sin sumarse a la alianza Va por México (PRI, PAN, PRD), las perspectivas son sombrías para la posibilidad de una nueva alternancia; y por el contrario, el oficialismo, al menos por ahora, parece tener vía libre para repetir en la presidencia, y al menos, mantener su mayoría en el Congreso de la Unión (aunque lo que busca es los dos tercios, para poder modificar la Constitución).  



[1] En principio, AMLO había decidido que mediante dos o tres encuestas se fueran eliminando precandidatos, para que alrededor del mes de noviembre de 2023 ya se hubiera definido un candidato. Ahora ha informado a los senadores de su partido Morena y a los 4 principales precandidatos (Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal), que a más tardar en Agosto o Septiembre deberá haber ya candidato presidencial, posiblemente con sólo una encuesta.

[2] Recordemos que la situación económica difícil en 1981 llevó al entonces presidente López Portillo a preferir al secretario de Programación y Presupuesto Miguel de la Madrid, sobre el presidente del PRI, Javier García Paniagua, que era más cercano a los afectos presidenciales.

[3] Por el PRI: Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid, Claudia Ruiz Massieu y Alejandro Murat. Por el PAN: Santiago Creel, Lilly Téllez, Margarita Zavala, Francisco García Cabeza de Vaca, Mauricio Kuri y Manuel Vila. Por el PRD, Miguel Angel Mancera y Silvano Aureoles. Por parte de Movimiento Ciudadano están el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro; el de Nuevo León, Samuel García y el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio. Y por la sociedad civil Gustavo de Hoyos Walther.

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