TRIUNFALISMO DESBORDADO DESPUÉS DE LA REUNIÓN EN WASHINGTON
Todos los admiradores
incondicionales del desgastado y abusivo imperio estadounidense, están de
plácemes en México, porque el pseudo-izquierdista-populista presidente
mexicano, fue a Washington a reiterar el vasallaje de México y a sumarse a la guerra
fría de Estados Unidos contra China (y también contra Rusia), a cambio de
algunas migajas (nuevamente los mexicanos cambiando oro por cuentas de vidrio).
Hemos visto
como en pleno éxtasis, algunos de los cotidianos críticos de López Obrador
(AMLO)[1], tales como Leo Zuckerman,
Jorge Castañeda, Rafael Fernández de Castro o exdiplomáticos como Miguel Ruiz
Cabañas, Martha Bárcena, etc. han considerado un éxito la visita del presidente
a la capital estadounidense y especialmente los compromisos establecidos con el
presidente Joe Biden y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
Aunque
existe cierto escepticismo de que el presidente mexicano realmente vaya a
cumplir con dichos compromisos, especialmente en lo que se refiere al ámbito
energético y ambiental, y por ello los incondicionales de Washington,
consideran imperativo que se cumplan a rajatabla los compromisos hechos por
nuestro gobierno en el T-MEC, y ya se deje de satanizar y poner obstáculos a la
iniciativa privada nacional y extranjera.
Por
supuesto, estos aplaudidores de Washington ven magnífico que el populista
presidente mexicano haya aceptado sin reservas que nuestro país se tiene que
fundir económica, social, política y militarmente con Estados Unidos; y mejor
aún, que se suba a la contienda por la hegemonía mundial, del lado correcto, es
decir, del de los Estados Unidos, en contra de China.
Y a cambio
de ello, AMLO sólo pide que a los indocumentados mexicanos que viven y trabajan
en Estados Unidos, se les regularice y se permita que más mexicanos se vayan a
trabajar allá (en vista de que en nuestro país nunca se les podrá proveer de trabajos
dignos y bien remunerados), pues de esa forma seguirán enviando remesas a
México, que tanto necesita nuestra mediocre economía; al mismo tiempo que
proveen de mano de obra barata a la economía estadounidense.
Por lo
demás, nuestro gobierno está ansioso de que las empresas estadounidenses que
tienen plantas y factorías en China, las traigan a México, cosa que hasta ahora
no han hecho (y en todo caso las han llevado a Vietnam, Malasia y Tailandia);
para que así nuestro país se convierta en pieza indispensable de la estructura
industrial estadounidense y ello evite nuevos intentos proteccionistas, como
los de la administración de Donald Trump, que puedan poner en riesgo la eterna
subordinación mexicana a las necesidades de la economía estadounidense.
Además, AMLO
reiteró que nuestro país seguirá cumpliendo el papel de primera barrera contra
la migración (sin pedir algún financiamiento para los gastos que ello implica),
más allá de atacar sus causas, que como se ha visto son puras promesas de los
gringos, sin que se les vea ninguna intención real de hacer algo concreto al
respecto.
En suma,
AMLO fue a Estados Unidos a reiterar que nuestro país no tiene, ni tendrá un
proyecto propio de desarrollo económico, político y social, que depende en todo
y por todo de la superpotencia; que incluso está dispuesto a subirse a una posible
guerra mundial contra China (si así se lo ordena Estados Unidos); y que sólo pide
a cambio que se considere a la gran masa desempleada y subempleada de nuestro
país, como parte del ejército de trabajadores de reserva de la superpotencia,
para lo que ordenen y manden en Washington; y de ser posible, que traten a
nuestro país y a sus gobernantes (al menos de dientes para afuera), con algo de
respetillo, para que no se vea tan mal la lacayuna servidumbre nacional ante el
decadente imperio.
[1]
Y ahora también los cautivados adoradores de AMLO, también convencidos de que
México no tiene otra alternativa más que seguir las pautas establecidas por las
élites neoliberales de Washington.
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