Coalición o colusión
Pedro Miguel
La Jornada 25 de Octubre de 2016
En una entrevista publicada ayer en La Jornada (https://is.gd /MhoKpi),
Manlio Fabio Beltrones expuso su propuesta de establecer un gobierno de
coalición obligatoria en caso de que ninguno de los contendientes
presidenciales en 2018 logre obtener cuando menos 42 por ciento de los votos.
La idea, se entiende, tendría que pasar por una reforma política que impusiera
a un vencedor por mayoría simple por debajo de ese porcentaje la obligación de
registrar ante el Congreso un programa de gobierno y una agenda legislativa en
común con otros partidos y someter a la aprobación de diputados y senadores la
composición de su gabinete, salvo los cargos de Defensa, Marina y Seguridad
Pública. Se trataría, según él, de una alternativa a la instauración de la
segunda vuelta en elecciones presidenciales que propusieron los panistas. En
ambos casos, se afirma, el propósito es dar gobernabilidad, legitimidad y
estabilidad a la Presidencia.
En la lógica de Beltrones, tanto Felipe
Calderón como Enrique Peña Nieto habrían tenido que pasar por el trámite de la
coalición porque, según los resultados oficiales, ninguno de ellos superó el
margen de 42 por ciento de los votos: 35.89 por ciento para el panista y 38.21
para el mexiquense.
Tales porcentajes fueron obtenidos
mediante sendos fraudes electorales. En realidad Calderón quedó cuatro puntos
porcentuales por debajo de López Obrador, pero coronó una ventaja
insignificante (0.56 por ciento) con el trasvase masivo de votos priístas,
gestión que tuvo a Elba Esther Gordillo como operadora principal (léase La
cocina del diablo. El fraude de 2006 y los intelectuales, de Héctor
Díaz-Polanco). Peña compró cerca de 5 millones de sufragios mediante tarjetas
Monex y Soriana, dinero en efectivo y productos diversos. Incluso con los
medios fraudulentos empeñados, ambos obtuvieron votaciones relativamente
exiguas, pero lo que manchó de ilegitimidad sus respectivas administraciones no
fue una débil representatividad sino las escandalosas adulteraciones de la
voluntad popular.
Eso explica que panistas y priístas
hayan tenido que echarse la mano para consolidar presidencias que son productos
del fraude. Si Calderón logró incrustarse en Los Pinos y mantenerse allí fue
porque los priístas se lo permitieron. En su sexenio se volvió inocultable la
coalición de factodel PRIAN, que venía gestándose desde tiempos de
Salinas y que se consolidó en los sexenios de Zedillo y de Fox. El peñato se
estrenó con el Pacto por México, que amplió la alianza para convertirla en
PRIANRD y que agrupa, además del partido del sol azteca, al Verde, el Panal y
demás. Uno y otro se vieron forzados a subsanar su falta de legitimidad
mediante un acuerdo bajo la mesa (el primero) y explícito (el segundo) que si
bien no incluyeron el reparto de puestos en el gabinete sí llevaron a la
distribución de toda suerte de canonjías e impunidades para formaciones
opositoras que sólo lo eran en el papel.
La esencia de la ingobernabilidad e
ilegitimidad crecientes que experimenta esa coalición no reside desde luego en
las disposiciones electorales pasadas o vigentes sino, como ya se ha dicho, en
la determinación de violarlas para mantener el poder, pero también en los
propósitos y contenidos de ese poder, que básicamente se resumen en tres
puntos: mantener y profundizar el programa económico neoliberal; garantizar la
impunidad de los antecesores por los sucesores, al margen de qué colores y
siglas se encuentren en los cargos, y preservar la corrupción en la
administración pública y la política como fuente de enriquecimiento personal y
faccional.
En consecuencia, si el PRIANRD fuera a
conservar el poder presidencial otros seis años, la figura de la coalición sería
innecesaria e irrelevante porque ya tiene sobrada experiencia una forma más
flexible de compartir el gobierno: la colusión, mencionada con agudeza por el
reportero Arturo Cano en la plática con Beltrones.
Tal vez el veterano priísta esté
sopesando la posibilidad de que en 2018 el fraude no baste para impedir que
alguien ajeno a esa coalición prianrredista llegue al gobierno y en la
pertinencia de idear mecanismos para atarle las manos a fin de asegurar la
supervivencia de las mafias del poder. O será que piensa en la estabilidad
política, la consolidación democrática y el bienestar de México.
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